por Sebastián Tepedino
Decía el célebre Umberto Eco "...El futuro de la humanidad será un reflejo de su pasado...". Las Tendencias dominantes globales en el Siglo XXI propenden a la fragmentación, imbricándose ello con un fenómeno notablemente difuso y cuestionado por los especialistas denominado: Neomedievalismo.
El intento de segregación de Cataluña de España sirve a modo de ejemplo y no puede concebirse como un fenómeno aislado, existen numerosos antecedentes valederos de esta tendencia desde Los Balcanes, Sudán del Sur y del Norte, Somalia y otros más a los cuales hay que aditarles los casos de Vojvodina y Liberland este último una "micronación" que cuenta con avales de Soros y Monsanto.
El "Neomedievalismo" es un concepto acuñado por Hedley Bull continuado y pormenorizado por autores de fuste como Alain Minc, Michel Chossudosky, Umberto Eco y Giovanni Sartori en el cual el estadio del mundo actual es una aproximación al estadio del mundo tardomedieval cuyos rasgos distintivos eran: el dominio de "tecnología" por minorías transformadas en compartimentos estancos, la tribalización como estadio primigenio, proliferación de ciudades-estado con ejércitos mercenarios, luchas teológicas, pandemias y pestes, etc., etc.
Hoy el pasado guarda asombrosa similitud con el presente y configura los "drivers" para el futuro que se avecina, no como próspero sino como caótico.
¿Acaso no son verdaderas "ciudades-estados" las villas miserias en latinoamérica, las favelas en Brasil, Harlem en los EE.UU, Val Fourré y la Banlieue en Francia y los guetos en Europa que conforman verdaderos intra-estados con sus propias leyes?
¿Qué decir de los narcos, las barra bravas y contratistas privados que se agencian del derecho de subrogar a las FFSS y FFAA? actúan como condottieros del Renacimiento al servicio de un Rey, "Mi Señor".
El poder de las corporaciones multinacionales con mayor presupuesto y poder de decisión que los Estados nacionales. Sin duda el Estado, desde Max Weber a la actualidad, ha detentado el monopolio de la violencia, empero hoy ese poder, ese monopolio ha sido puesto en contradicción y el Estado ha salido debilitado en esta reyerta.
Pareciera ser que a mayor avance de la tecnología corresponde una mayor involución de la sociedad. La esencia del Neomedievalismo es la fragmentación, la tecnología que une también divide, Michel Chossudosky se refirió a esto en un artículo de los años 90's intitulado "Too Many Flags" (demasiadas banderas) señala que la globalización con sus bondades coadyuvó a la dispersión del mundo, no es el unicato que pregonan los conspiracionistas la tendencia a encaminar, la tendencia pesada es la partición, tal vez a lo mejor para unificar el mundo globalmente haya que fraccionarlo y que los que se solivianten sean numerosos pigmeos, múltiples pigmeos en una fórmula alquímica de "solve et coagula". El Islam se presenta como un vaso comunicante más en un escenario que deja un campo ubérrimo para dichas tendencias.
A nadie puede extrañar que la "Aldea Global" se está fraccionando con distintos gradientes por las fuerzas centrífugas del Neomedievalismo, nada escapa a su entropía, si comparamos el mundo de la Guerra Fría con el mundo actual comprobamos que en el primero en apariencia desordenado por subversiones, guerrillas etc., etc. estaba dominado por un orden imperante, ese orden era bipolar, nada salía de aquella lógica, es decir había un orden y el desorden era periférico, contrario sensu hoy el desorden es central y como señalaba Prigogyne "El orden deviene del caos" pues aquí el caos deviene del orden.
En suma, estos son indicios que deben ser aquilatados pues reflejan una tendencia cada vez más fragmentaria propiciada por una debilidad estatal inquietante, no vaya ser que esto sirva de basamento para algunos cultores del odio para recrearnos un PuelMapu o una República Glaciar en nuestras tierras.
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