Por Carlos A. PISSOLITO
El mundo financiero actual es el resultado de 4.000 años de evolución. Uno de sus instrumentos principales, el dinero, viene cristalizando las relaciones entre compradores y vendedores, acreedores y deudores. A partir del siglo XIII el metálico comenzó a ser reemplazado por papeles denominados letras de cambio, en el XVII grandes corporaciones comerciales introdujeron al bono como medio de ahorro y de pago; mientras que en el siglo siguiente, el XVIII, surgieron las compañías aseguradoras y los fondos de pensión; pero fue a partir de fines del siglo XX que todos estos beneficios se combinaron en carteras de inversión.
Si bien, no puede negarse que aquellas sociedades que llegaron primero y mejor a estos instrumentos financieros les fue mejor; tampoco, puede negarse que este ascenso no estuvo libre de sobresaltos; tales como crisis financieras, hambrunas y depresiones. En una extraña combinación de excesos de confianza seguidas por cisnes negros no previstos por nadie.
Un viejo chiste económico dice que los gurúes de la economía han pronosticado las nueve de las últimas dos crisis. Más allá del sentido del humor, a pocos les cabe duda respecto de los pronósticos económicos.
Hoy, parece ser que estamos a los bordes de otro salto cualitativo: el de las denominadas criptomonedas o formas virtuales de pago. Entre las que se destaca la conocida como Bitcoin.
Antes de analizarlas a ellas en particular, vale la pena rescatar que no son pocas las teorías económicas que han buscado explicar sus crisis recurrentes. No han sido pocos los expertos que han creído encontrar en la Teoría de la Evolución enunciada por el biólogo inglés, Charles Darwin una explicación plausible para ellas.
Citan en su apoyo los siguientes elementos:
Sostienen que las monedas son una suerte de ‘genes’ pues guardan en su memoria la evolución de las prácticas económicas.
Reconocen que puede haber ‘mutaciones’ a saltos cualitativos, especialmente por la introducción de nuevas tecnologías.
El mundo económico-financiero es uno, brutalmente, ‘competitivo’.
También, suceden en este mundo fenómenos similares a los biológicos, así como la ‘especialización’, la ‘selección natural’ y la ‘extinción’.
Con estos instrumentos en la mano veamos qué es esto del Bitcoin.
El Bitcoin es la criptomoneda más conocida. Supuestamente fue inventada por Satoshi Nakamoto en el 2009, aunque hay dudas sobre su existencia real. Como tal es un medio de pago de alcance global que no se encuentra respaldado por ningún Estado o asociación regional como sería el caso del Euro de la Unión Europea. Las transacciones se llevan a cabo persona a persona sin intermediarios y en forma virtual. Las mismas son monitoreadas por una red de nodos denominados ‘blockchain’.
Pese a su existencia virtual, la misma puede ser canjeada, tanto por bienes y servicios como por otras monedas. Se aprecia que, actualmente, hay una cantidad de unos 5 millones de usuarios.
No han sido pocos los economistas y periodistas especializados que la han catalogado como un engaño según el ‘esquema Ponzi’, en el que pone último pierde. Instituciones bancarias de alto nivel como el Banco Mundial y el Consejo Suizo de Inversiones han compartido este juicio.
Concretamente, el año pasado el CEO del JP Morgan Chase, Jamie Dimon, llamó a todo el tema como simplemente un ‘fraude’. Sin embargo, luego se supo que el propio Dimon había comprado y aconsejado comprar una gran cantidad de la moneda virtual.
Llegado a este punto solo se puede avanzar en forma especulativa. Para lo cual apelaremos a algunos conceptos, ya señalados, de la Teoría de la Evolución.
Como todos sabemos o al menos creemos saber, hay especies como los dinosaurios que luego de prosperar se extinguieron. Hay varias teorías sobre cuál o cuáles fueron las causas de este evento. Pero, casi todas coinciden en que en algún punto estas magníficas criaturas no se pudieron adaptar a su entorno. Ya sea por un suceso inesperado que cambió sus condiciones de vida o porque debieron enfrentar competidores más eficientes, como los primeros mamíferos.
Sin ser expertos en economía ni en las ciencias de la comunicación, todos muy bien sabemos que las segundas están produciendo cambios revolucionarios en casi todas las actividades humanas. Obviamente, que la economía y las finanzas están entre ellas.
Es más ambas lo están en forma inminente. Todos nosotros somos testigos de una progresiva digitalización de las transacciones económicas. En nuestra vidas hemos visto surgir desde los cajeros automáticos hasta el ‘pago mis deudas por Internet’.
Si el próximo paso en esta evolución serán las criptomonedas no lo sabemos, aunque suena terriblemente lógico.
Pero, siempre hay un pero. Nos preguntamos, por ejemplo, si la banca tradicional no jugará el rol de aquellos inmensos dinosaurios derrotados por pequeños roedores. Ya que si el uso de las criptomonedas se generalizara perderían casi todas sus funciones actuales.
Claro está que la banca tradicional está lejos de ser un animal sin capacidad de raciocinio y que como tal tiene excelentes armas y posibilidades, ya sea para dirigir el cambio, demorarlo u oponerse.
El tiempo, aunque creo que será poco, nos dirá.
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