Por un 2018 muy felizmente correcto.
A todos y a todas, amigos y amigas, enemigos y enemigas, compañeros y compañeras, colegas y colegos les deseo, sin compromiso ni obligación alguna, una jornada festiva.
Que la misma transite por los carriles de lo ecológicamente sostenible, lo gastronómicamente agradable, lo alcohólicamente moderado, lo socialmente solidario, lo políticamente correcto, lo ideológicamente plural, lo moralmente neutro, lo nacionalmente indiferente y lo sexualmente anodino.
Que la misma haya podio ser ejercitada según las prácticas religiosas y/o seculares de vuestra preferencia. Totalmente independiente del calendario gregoriano que nos rige o de cualquier otro que sea de vuestra agrado.
Todo sea esto dicho, por supuesto, en forma totalmente independiente de vuestro sexo biológico -o mejor dicho género opcional- raza, nacionalidad, edad, peso corporal o equipo de fútbol de vuestra parcialidad.
Que así sea y sin ánimos de ofender a nadie
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Hablado en serio: ¿qué es eso de cabalgar al tigre?
Algunas mentes curiosas me han preguntado por mi lema: “Cabalgar el tigre ”. En principio, les digo que no es mío. Está sacado del libro homónimo del filósofo italiano Julius Evola.
Es un libro que pretender romper con la moral de lo políticamente correcta o del "pequeño burgués" como él la denomina.
En ese sentido vivimos en una sociedad caracterizada por la decadencia. Y ante nuestra imposibilidad de detenerla, se nos pide vivir inmersos en ella; pero sin que ser arrastrados por el camino de la disolución. Por lo que hemos intentar vivir en medio de sus ruinas, pero permaneciendo de pie.
En consecuencia, no adoptamos una posturas nihilista. Aunque creemos que esta descomposición no hará otra cosa que acelerar la caída del mundo tal como hoy lo conocemos. Lo que nos permitirá construir uno mejor.
Hay que "cabalgar el tigre" hasta cansarlo y poder, así, derrotarlo. Para ello, no hay que consumir sin control los venenos que emponzoñan y destruyen al hombre común; tales como: las drogas, el alcohol o el uso obsesivo y degradante del sexo.
"Cabalgar el tigre" es también, a nivel personal , saber convertir los venenos en remedios mediante su uso tántrico e iniciático de ellos y que lleva a la difícil meta de lo que el budismo llama el "Despertar"; pero que ya estaba presente las formas de ascesis personal, tal como la conocieron nuestros antepasados clásicos.
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¿Cuándo se termina la Argentina?
Es habitual que para todos los fines de año especular sobre el fin de los ciclos. Y, no es extraño que entre ellas se alce la pregunta de cuándo se acaba la Argentina. Profetas, astrónomos y charlatanes hacen sus predicciones. Solo para verlas, con el tiempo, desautorizadas.
Por el contrario, estoy absolutamente seguro que la Argentina se acabó el 2 de abril de 1982. Por lo menos la Argentina con la que alguna vez soñamos.
Ocurrió que ese día alcanzamos, como nación nuestro perigeo. Lo que implica, también, en términos balśiticos, el inicio de la rama descendente de nuestra trayectoria.
De no haber ocurrido ese hecho, muy probablemente, otro hubiera sido nuestro destino. En lugar de tener una democracia radical traída a punta de las bayonetas británicas, disfrutaríamos de una similar a la de otros países de la región. Como es el caso de Chile, de Brasil y del Uruguay.
Los que, también, pasaron por el calvario de las intervenciones militares. Pero, no conocieron el infierno de la Argentina.
Por otro lado, nuestros enemigos terminaron de comprender. Por si faltara algo. Que no se nos puede dejar solos ni, tampoco, darnos un tranco de pollo de ventaja.
Después de las horcas caudinas del 14 de junio de 1982 vinieron nuestros males. No es que no los tuviéramos antes. Solo que esta vez lo hicieron en legión. Era menester someternos.
Y vaya si lo hicieron. Con dirigentes progresistas que nos dejaron un Estado arrasado, sin fuerzas armadas ni política exterior. Tampoco, con una mínima infraestructura.
Un ejemplo de país ‘rico’ con un 30% de pobres.
Es que hemos alcanzado la fase terminal. La del remate, la del tiro de gracia.
Paradójicamente, también puede ser la de la reacción. Con nosotros, los argentinos nunca se sabe.
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