por Carlos Pissolito
La Cancillería protestó ante el gobierno del Estado Teocrático de Irán por la designación de Ahmad Vahidi como ministro del interior; ya que se trata de uno de los presuntos participantes del atentado a la AMIA de 1994 y sobre quien pesa un pedido de captura internacional.
Por otro lado, el gobierno argentino acaba de designar a Jorge Taina para el puesto de ministro de defensa, cuando sabemos que estuvo acusado de terrorismo contra un gobierno consititucional en 1975. Aunque los memoriosos, también, recuerden, que otro ministro de defensa, en este caso del radicalismo, Roque Carranza, también, fue acusado de perpetrar un atentado terrorista contra otro gobierno constitucional, pero en 1951.
Aquí, se podría usar la trillada afirmación de que el terrorista de unos es el campeón de la libertad de otros. Pero, como se sabe, la coherencia es algo que siempre da sus frutos, aumenta la credibilidad y asegura la gobernabilidad.
Más allá de estas complejas historias, el ministro entrante ha remarcado que su intención es continuar con un proceso que ya lleva casi 4 décadas. “Vamos a trabajar en un ministerio que va a darle prioridad a la subordinación de las FFAA al poder político…” enfatizó.
Nos preguntamos cuánto falta para lograrlo, cuando estas Fuerzas, al margen de no haber incurrido en ninguna vulneración al poder político, han tenido y tienen que soportar destratos de todo tipo y color. Al margen de un largo olvido presupuestario, tanto institucional como salarial.
No se trata de negar el necesario concepto del control civil objetivo sobre las FFAA. Pero, está visto que para muchos políticos no desean uno basado en el profesionalismo de sus integrantes, sino uno subjetivo sustentado en la cooptación política partidaria de sus mandos superiores y en la negación del ethos militar de sus integrantes, para reemplazarlo por la ética de simples funcionarios de uniforme.
Con esta postura se logrará obtener cuerpos militares subordinados políticamente al gobierno de turno; pero que carecerán de las virtudes propias que una fuerza armada necesita para operar en situaciones límite del comportamiento humano; tales como es la guerra, las crisis, las emergencias o los conflictos.
En pocas palabras, se olvidan de que las FFAA no son de ningún partido político en particular, sino de la Nación toda.
En función de ello, Huntington es conocido por abogar por un “control civil objetivo” de las FFAA basado en incrementar el profesionalismo del cuerpo de oficiales, alejándolos de la esfera de influencia de la política.
Contrasta con lo que él llama el “control civil subjetivo”, que tiene por objetivo domar a los militares, civilizándolos, haciéndolos políticamente aceptables o controlándolos mediante élites civiles trasplantadas. En el mundo contemporáneo, aquellos que apoyan los medios de control señalados se los conoce como los “fusionistas”; ya que creen que las viejas categorías de asuntos militares y civiles son difíciles de distinguir.
El reciente protagonismo de distintas FFAA en las simultáneas y graves crisis políticas que sacuden a la Región nos permiten reconocer estas diferentes formas de control civil sobre las FFAA.
Por un lado, vemos a las FFAA de los EEUU educadas y formadas para actuar según los cánones de la visión objetiva de Huntington. Por el contrario, apreciamos que muchas de la región sudamericana, incluidas las argentinas, han sufrido un largo proceso fusionista que ha buscado hacerlas dóciles a una determinada inspiración política.
Los resultados, creemos que están a la vista. Mientras que las primeras, más allá de sus errores operativos y tácticos, han sido capaces de satisfacer su misión última de conformarse como al “ultima ratio regum” del Estado al que sirven. Las segundas, han sucumbido a las presiones políticas perdiendo, en el proceso, su imparcialidad y la posibilidad de ser el ancla del poder civil que administraba el Estado. A la par, de que han quedado a merced de influencias políticas facciosas muy peligrosas para la gobernabilidad y hasta para la integralidad del Estado.
Nada es casual
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