La quinta explicación es que fue disuadido por las declaraciones y manifestaciones de apoyo a Ucrania de la OTAN; incluyendo, en particular, la amenaza de sanciones. El sexto, que la acción militar sería impopular entre el propio pueblo de Rusia que no está contento con la forma en que van las cosas. El séptimo, que parece que va ganando favores, es que se ha metido en un lío y que cada vez está más desesperado por encontrar una salida a la aventura en la que se ha embarcado. Uno que, incluso si tiene éxito, es muy probable que involucre a su país en una guerra larga y costosa contra una resistencia desesperada. Y que, si falla, puede provocar no solo la caída de su propio gobierno sino la desintegración de la propia Rusia; teniendo en cuenta que, de su población de alrededor de 145.000.000, el 18 por ciento consiste en minorías, algunas de las cuales solo esperan una oportunidad para liberarse.
No más que cualquiera de los analistas cuyas opiniones sigo leyendo tengo una respuesta a la pregunta. Sin embargo, creo que conozco el punto en el que todos nosotros en Washington, Londres, París, Berlín, en las restantes capitales de la OTAN y en muchos otros lugares realmente deberíamos preocuparnos. Es decir, cuando los tanques de Putin comienzan a moverse: no hacia sus objetivos ucranianos, sino alejándose de ellos, de regreso a sus bases y depósitos en tiempos de paz.
Considerar:
Jueves, 2 de agosto de 1990. El ejército de Saddam Hussein invade y ocupa Kuwait. No, sin embargo, antes de que transcurrieran algunos días durante los cuales él o sus ayudantes afirmaron estar preparándose para retirar las fuerzas iraquíes de la zona fronteriza donde las había desplegado. No hace falta decir que cada vez que lo hizo, la noticia dio la vuelta al mundo. No hace falta decir que cada vez fue recibido con un profundo suspiro de alivio. Y no hace falta decir que cada vez fue falso.
Sábado, 6 de octubre de 1973. En pleno Yom Kippur, el día más sagrado del calendario judío, en todo Israel empiezan a sonar las sirenas de alerta aérea. Esto, rápidamente, resulta ser la señal para una ofensiva combinada de varios cientos de miles de tropas egipcias y sirias contra Israel. En repetidas ocasiones durante los meses anteriores, el ejército egipcio en particular había estado realizando ejercicios que podrían haber utilizado como tapadera para iniciar una guerra. Repetidamente no lo hicieron, hasta que, en el día en cuestión, lo hicieron.
Miércoles 21 de agosto de 1968. Las fuerzas del Pacto de Varsovia, incluidas unidades soviéticas, de Alemania Oriental, polacas y húngaras, invaden Checoslovaquia. Al no encontrar apenas resistencia, ocupan rápidamente el país. La crisis, que siguió a lo que se conoció como la Primavera de Praga, se prolongaba desde hacía meses. Llegó a su clímax a mediados de agosto cuando las unidades del Pacto de Varsovia, después de completar maniobras en territorio checoslovaco, abandonaron el país, solo para dar media vuelta y regresar de inmediato.
Lunes, 5 de junio de 1967. Israel ataca a Egipto y aniquila su fuerza aérea, abriendo así el camino hacia su aplastante victoria en la Guerra de los Seis Días. En ese momento, la crisis en el Medio Oriente, que comenzó cuando el gobernante egipcio Abel Nasser envió sus fuerzas al Sinaí, había estado en curso durante tres semanas. El clímax se produjo el fin de semana del 2 al 3 de junio, cuando muchos reservistas israelíes fueron, repentinamente, enviados a casa con licencia y se los podía ver en las playas de Tel Aviv, dando así la impresión de que la guerra no era inminente y que, de hecho, podría no estallar. Un mal error, como se vio después.
No hace falta decir que los soviéticos, como lo eran entonces, estaban al tanto de estos precedentes. Más aún, porque ellos mismos habían hecho uso de la técnica. Y más aún porque tenían mentalidad histórica; a partir de 1917, ningún ejército ha puesto nunca más énfasis en la historia militar que el de la Rusia Soviética. Comenzando con la captura de la ciudad de Hai por parte de los israelitas bíblicos, y continuando con la captura griega de Troya, muchos comandantes y ejércitos han debido su éxito a este simple truco.
Como he escrito antes, si Putin va a invadir Ucrania, no tengo idea. Sin embargo, sugiero que se tengan en cuenta dos puntos. Primero, tenga cuidado con cualquier retirada de tropas rusas, que bien puede ser el momento más peligroso de todos. Y segundo, no hay engaño sin autoengaño.
Traducción: Carlos Pissolito
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