por Carlos Pissolito
Jorge Luis Borges tiene un cuento breve titulado: “Del Rigor en la Ciencia” en el que queda de manifiesto que como lo consideraba Oscar Wilde: "La vida imita al arte mucho más que el arte imita a la vida".
Un jardín perfecto, como modelo de la hiperrealidad |
En cuento relata como un mapa, llegado el caso, puede ser más real que la realidad geográfica que representa. No es un caso único. Un jardín bien cuidado puede ser más perfecto que el bosque más hermoso o la foto retocada con photoshop de una modelo, más bella que ella misma.
A estas visiones, Jean Baudrillard (1929-2007), quien fuera un filósofo posmarxista, las llamó hiperrealidad. Y se hizo famoso al denunciar que la primera Guerra del Golfo no ocurrió realmente. Ya que Irak no tenía ninguna posibilidad contra el ejército estadounidense y su coalición. Y lo que hizo Saddam Hussein fue sacrificar soldados para mantener su propio poder. A la par de que los EEUU sostuvieron esta falsedad para demostrarle al mundo lo poderosos que eran al derrotar a un temible enemigo; pero que -en realidad- distaba mucho de serlo.
En este contexto asistimos a varios escenarios de hiperrealidad, tales como las armas de destrucción masiva de Saddam Hussein y que después se supo que no existían o a las bondades de las bombas inteligentes que entraban por la ventana, lo que tampoco, era cierto; pues Irak fue sometido a un viejo y sostenido bombardeo (carpet bombing) tipo 2da GM.
De la misma forma, veamos otro simulacro de guerra hecho realidad. Con el presidente ucraniano Volodomir Zelenski -quien para mayor escarnio era un actor cómico- recibiendo a otros jefes de Estado para coordinar el esfuerzo de guerra; cuando Ucrania, como Irak, tampoco puede ganar. Ya que es sólo cuestión de tiempo para que el Kremlin imponga su mayor peso geopolítico y militar.
El montaje, le permite a los EEUU crear las condiciones para imponer sanciones económicas a Rusia, cuando en realidad, quien las sufre son los europeos, privados de energía y de materias primas, no sólo para sus hogares, fundamentalmente, para sus industrias. Y llegado el caso, involucrar a toda la OTAN en una guerra no querida y cuya zona de combate, vale decir de destrucción, es -nuevamente- Europa.
Con todo ello se cumple el fin último de los EEUU para la OTAN: mantener los EEUU en Europa, a Rusia afuera y a Alemania sometida.
Para que esta simulación hiperrealista tenga lugar y sea creíble es necesaria la complicidad de los MCS y, ahora, de las RRSS. Así como la CNN nos mostró cómo los misiles inteligentes entraban por una ventana sin dejar mayores daños colaterales. Ahora, Twitter, Facebook o Tik Tok sólo nos muestran las atrocidades rusas y las “victorias” ucranianas.
La pregunta del millón es: ¿Cuánto puede durar esta mentira?
El filósofo coreano-alemán Byung Chul Han explica que ésta puede durar para siempre, pues nos encontramos inmersos en una caverna digital de medias verdades y de fake news y de la que es imposible salir, porque los engañados eligen seguir siendo engañados, porque eso los mantiene felices.
Pero, como lo afirmó Abrahan Lincoln, el presidente estadounidense, aquello de que no se puede engañar a todos todo el tiempo. Pues, parecen haber surgido en estos últimos años dos cuestiones importantes y que pueden modificar a nuestra realidad percibida. Vamos a ellas.
La primera, es que Ucrania, aún con el apoyo desembozado de la OTAN y de los EEUU, no puede salir victoriosa de una contienda con la Federación Rusa. Y como ya dijimos es sólo cuestión de tiempo para que el engaño se manifieste en todo su esplendor.
La segunda, es que no será posible convencer al grueso de la población de transitar una nueva cuarentena en función de las alertas médicas relacionadas con las nuevas variantes del COVID-19 y que ya causan una grave conmoción social y política en la propia China, su mayor impulsor y sostenedor.
En ambos casos, tanto la dirigencia política como los MCS y las RRSS que la acompañan han perdido su credibilidad. Especialmente, estos últimos han abusado del concepto de libertad de prensa. El que parece tener vigencia sólo para cuando se repiten las consignas de lo políticamente correcto y el discurso único promovido desde los centros de poder global.
Seguramente, este rechazo no será, inicialmente, masivo; pero irá creciendo con el tiempo a partir de un número determinante de ciudadanos que en todos los países comiencen a manifestar su disidencia.
Eventualmente, este sentimiento de pérdida de libertad de decisión se irá extendiendo, reforzado con las crecientes necesidades materiales insatisfechas. Mucho elegirán despertar, mientras que otros permanecerán dormidos. Allá ellos...
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