https://www.martin-van-creveld.com/
por Martin van Creveld
M. Hodgson, "Conceptualizing Capitalism", University of Chicago Press. Edición Kindle, 2015 |
Uno que opera, y en gran medida sólo puede operar, dentro de un marco de derechos y deberes, libertades y prohibiciones, conocido como ley, cuya tarea de crear y administrar es competencia de una organización global conocida como Estado. Uno cuyos orígenes tienen profundas raíces en la historia, especialmente en la antigua Roma, donde la propiedad privada, en la forma de la llamada esclavitud del ganado, alcanzó alturas (o bajos) a las que las generaciones posteriores tuvieron poco que agregar. Uno que, originado en los Países Bajos e Inglaterra entre 1600 y 1800 aproximadamente y habiendo derrotado rotundamente al comunismo como su oponente más importante, se ha extendido por todo el mundo. Hasta el punto de que, en la actualidad, sólo se enfrenta a una competencia limitada, incluso en países como China, cuya ideología oficial apunta en una dirección diferente.
Como dice el refrán común, todo lo que sube, baja. Roma, que como acabo de decir representaba de alguna manera la cima del capitalismo, acabó mordiendo el polvo. Al hacerlo, fue reemplazado primero por las diversas tribus germánicas y luego por el feudalismo. Ambos basados en principios completamente diferentes, entre ellos duraron casi un milenio. Panta rhei: (1) para cualquiera con la menor conciencia histórica, el colapso del capitalismo en algún momento futuro parece inevitable.
Algunos pueden incluso considerarlo deseable. ¿Realmente queremos perpetuar un sistema que permite que un puñado de magnates temperamentales controlen gran parte de la riqueza de un país, como ocurre tanto en los Estados Unidos como (lo que es más sorprendente) en Suiza? ¿Pero cómo será su sucesor? Dejando a un lado la ciencia ficción, hasta la fecha el único intento realmente serio de responder a esta pregunta fue el de Lenin, Stalin y Mao. De ellos pasó a sus sucesores o imitadores. Pero ese intento también ha caído en el polvo. Si no en teoría (todavía persiste un pequeño número de marxistas acérrimos), al menos en la práctica. Entonces la pregunta es, ¿qué viene después? y fue la esperanza de obtener al menos algunas respuestas a esa pregunta lo que primero me hizo recurrir al libro de Hodgson.
A medida que iba leyendo, descubrí que el material relevante se distribuye en dos capítulos separados. Son el número 14, “El futuro del capitalismo global”; y el 16 “Después del capitalismo”. El capítulo 14 es un intento de adivinar qué formas puede adoptar aún el capitalismo en varios países y el éxito relativo de esas formas: por ejemplo, Taiwán (suponiendo que no caiga en manos de China, una posibilidad que Hodgson ni siquiera menciona) y Corea del Sur versus India; Estados Unidos versus China; la Unión Europea versus Rusia; etcétera. Todo esto teniendo en cuenta, o intentando tener en cuenta, un gran número de factores relevantes como las tasas de natalidad, la participación en la fuerza laboral, el PIB per cápita, las actitudes sociales y culturales, la interferencia gubernamental (incluida la I+D y los subsidios, por un lado, y los impuestos y corrupción, por el otro) y así sucesivamente. En resumen, el tipo de análisis socioeconómico que, completo con innumerables tablas y figuras, se puede encontrar en miles de otras obras.
Tomando la iniciativa, el capítulo 16 aborda tres cuestiones. Son: 1. "¿Conducirá la gran difusión global a un nuevo hegemonismo económico?" 2. “El papel del derecho y el desarrollo económico”. Y 3. “La persistencia de variedades de capitalismo”. No hace falta decir que las respuestas a cada una de estas cuestiones desempeñarán un papel importante en la configuración del futuro. Al igual que en el capítulo 14, la discusión del autor sobre cada una de estas cuestiones está respaldada por una gran cantidad de hechos y cifras. Uno puede imaginarse al autor mordisqueándolos, sin dejar ningún hueso intacto. Su principal interés, sin embargo, se manifiesta en el segundo de los capítulos; de principio a fin, está decidido a mostrar que el derecho y el buen gobierno, lejos de simplemente formar una “superestructura” tipo Marx que cubre la “base” económica y la justifica, forman una parte esencial de la naturaleza del capitalismo o, al menos, de la naturaleza del capitalismo. Al menos, un requisito previo sin el cual no podría existir. Al presentar su caso con cierto detalle, probablemente tenga más razón que errores. Sin embargo, lo que encontré casi totalmente ausente fue una discusión más global –es decir, no país por país– sobre cualquier cambio fundamental que pueda sufrir el capitalismo.
En mi opinión, algunas de las cuestiones más importantes relativas al capitalismo de principios del siglo XXI son las siguientes. Dado lo poderoso, omnipresente y persistente que es el capitalismo en el momento histórico actual, ¿qué factores podrían desviarlo de su curso y hacer que la humanidad avance en una dirección diferente? Supongamos que se encuentra una alternativa al capitalismo, ¿cómo será? ¿Disminuirá o aumentará la desigualdad entre ricos y pobres, individuos o países? ¿Se parecerá el futuro a Un mundo feliz de Aldous Huxley? ¿O 1984 de George Orwell? ¿O 1985 de Anthony Burgess? ¿O alguna combinación de los tres? ¿Quién pierde? ¿Quién gana? Desafortunadamente, Hodgson no proporciona ni siquiera el comienzo de las respuestas a ninguna de estas y otras preguntas similares.
Las preguntas, por muy bien investigado, rico y matizado que sea su trabajo, quedan flotando en el aire.
Traducción y nota: Carlos Pissolito
Nota:
(1) Panta rhei es una frase atribuida al filósofo griego Heráclito y que puede traducirse como, "todas las cosas están en proceso de cambio".
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje su comentario: