Entrevista a Alain de Benoist: «Las razones profundas del éxito de Donald Trump reflejan realidades muy ajenas a Europa».
por Yann Vallerie
BREIZH INFO: ¿Cuál es su análisis inmediato de la aplastante victoria de Donald Trump?
ALAIN DE BENOIST: Cuando el general De Gaulle elogiaba los méritos del sistema político estadounidense respondió: «En Francia, el Tribunal Supremo es el pueblo». Donald Trump era el candidato de las clases populares y por eso ganó. Fue una victoria aún más significativa por el hecho de que Trump, más allá del voto de los electores (que no es realmente para nada democrático), ganó la mayoría del voto popular con una ventaja sustancial sobre su lamentable rival, algo que no había conseguido en 2016 ni en 2020 (y algo que ningún candidato republicano había sido capaz de hacer desde 2004). Dicho de otro modo, la victoria de Trump es sobre todo la victoria del pueblo sobre el Establishment. En nuestro país, hablaríamos de la «Francia periférica». Al otro lado del Atlántico se trata de la victoria de la América continental sobre la América marítima.
Por último, y esto se ha subrayado menos, es también la victoria de una referencia concreta sobre conceptos abstractos. Trump hablaba de América, es decir, de una realidad muy concreta, mientras que su adversario hablaba de grandes conceptos universales – como «democracia», lucha por la «libertad», «civilización» – que, como todos los términos que no remiten a un contenido concreto y singular, no son más que mantras vacíos.
BREIZH INFO: ¿Cómo cree que afectará la presidencia de Trump a las relaciones entre Estados Unidos y Europa, en particular en cuestiones cruciales como Ucrania y la defensa europea, pero también en la cuestión del proteccionismo? Algunos creen que Trump podría fomentar una forma de independencia estratégica con respecto a Europa. ¿Cree que un segundo mandato podría precipitar un mayor deseo de autonomía en la política exterior y la defensa europea?
ALAIN DE BENOIST: Las relaciones con Europa van a cambiar. Donald Trump es notoriamente indiferente al vínculo transatlántico. Cree que la OTAN cuesta mucho dinero a los estadounidenses y no les aporta gran cosa a cambio. ¿Es probable que esto sacuda a los europeos, hasta ahora demasiado inclinados a imaginar que «si tenemos problemas, podemos contar con nuestros aliados estadounidenses»? En algunos casos podremos contar con ellos, en otros seguramente no. Trump quiere romper con el concepto de «misionero democrático» y reconstruir Estados Unidos según la lógica clásica de las grandes potencias. También quiere poner fin a los conflictos que no llevan a ninguna parte. En lo que respecta a Ucrania, es probable que las iniciativas que tome disgusten a Zelensky, no porque Trump simpatice con Putin, sino porque quiere poner fin a una guerra que no ha logrado sus objetivos y que Ucrania ya ha perdido. Pero quienes esperan de él que desarrolle una política que permita volver a considerar a Rusia «accesible» se llevarán una sorpresa. Del mismo modo, en Oriente Medio, es poco probable que acepte entablar la confrontación armada con Irán con la que sueña Netanyahu. Rusia seguirá siendo un enemigo para los estadounidenses, pero el gran rival de Estados Unidos es China y es claramente contra China donde Trump quiere concentrar sus esfuerzos.
Otra cosa es el proteccionismo. Trump nunca ha ocultado su intención de subir los aranceles a los productos exportados a Estados Unidos. Los chinos temen que sus mercancías sean gravadas con un 60%, cuando hoy solo lo son con un 20%. Los europeos también están en el punto de mira. Trump no les hará ningún favor. En general, el nuevo presidente mantendrá sin duda buenas relaciones con algunos países europeos, pero no se dirigirá a los europeos en su conjunto. Se limitará a las relaciones bilaterales que le permitan defender mejor sus intereses.
En cuanto a si los europeos, en este nuevo contexto, mostrarán «una mayor voluntad de autonomía en materia de defensa y política exterior», siempre podemos soñar. En el mejor de los casos, sólo emprenderán este camino hacia atrás. La Unión Europea se encuentra en fase terminal. El mayor reproche que se le puede hacer, por utilizar la distinción que he hecho antes, es que ha vaciado la palabra «Europa» de todo contenido sustantivo (identidad, poder, fronteras, principios) para convertirla en sinónimo de «valores universales» que, aplicados a situaciones concretas, no significan absolutamente nada.
BREIZH INFO: Trump es visto a menudo como un símbolo de resistencia a la globalización, pero también al wokismo. ¿Cree que su reelección podría galvanizar a los movimientos nacionalistas en Europa y reforzar a las figuras políticas de la derecha populista?
ALAIN DE BENOIST: Lo dudo mucho. Puedo entender perfectamente la simpatía que la postura de Trump puede despertar en los círculos «nacionalistas». El apoyo que recibe de Giorgia Meloni y Viktor Orbán es igualmente comprensible. Pero, ¿significa esto que hay que tomar a Trump como ejemplo? No lo creo ni por un momento, tan diferente es la vida política en Estados Unidos a la de este lado del Atlántico. Del mismo modo que los negros africanos no son europeos de piel más oscura, los estadounidenses no son europeos que hablan inglés. Las razones subyacentes del éxito de Donald Trump son muy ajenas a Europa. El papel desempeñado por un Elon Musk, el lugar de los cristianos evangélicos (y sionistas cristianos), que idolatran la Biblia y la Constitución, el tono brutal de los discursos de Trump, todo ello no tiene equivalente en Europa. Las mentes perezosas reaccionan emocionalmente ante palabras clave, inmigración, wokismo, etc., pero sólo ven un lado de las cosas. Cualquier intento de «imitar a Trump» en Europa está, en mi opinión, condenado al fracaso. Los europeos deberíamos estar más preocupados por lo que significa para nosotros que EEUU quiera recuperar su «grandeza». Si lo hace, será entonces cuando se vean realmente amenazados.
BREIZH INFO: ¿Cómo ve la evolución de la dinámica entre Estados Unidos, China y Rusia? ¿Podría Europa encontrarse aún más aislada o, por el contrario, buscar una nueva forma de asociación estratégica?
ALAIN DE BENOIST: Estados Unidos seguirá viendo a Rusia y sobre todo a China como la mayor amenaza para su ya tambaleante hegemonía. A corto plazo, al no haber conseguido doblegar a Rusia, se retirará del teatro de operaciones europeo, que ya no tiene gran importancia para ellos. Simplemente seguirá haciendo todo lo posible para que Europa no se convierta en una potencia, es decir, en un rival. Europa tendrá que hacer frente a sus responsabilidades, que a todas luces es incapaz de asumir. El principal riesgo no es que Europa quede aislada, sino que siga sin contar para nada. Y así seguirá siendo hasta que se produzca una ruptura sistemática que necesitamos.
BREIZH INFO: Dada la postura tan firme de Trump sobre la inmigración, ¿cree que este enfoque podría inspirar políticas migratorias más restrictivas en Europa?
ALAIN DE BENOIST: Posiblemente sí, pero una vez más no traslademos a nuestra situación un caso muy distinto. Hablar de inmigración per se es utilizar una palabra sucia que en sí misma no significa nada. Los problemas asociados a la inmigración en Estados Unidos y en Europa son de naturaleza muy diferente. Los inmigrantes latinos, que utilizan todos los medios posibles para cruzar el Río Grande, son católicos, no musulmanes. Generalmente sienten admiración por el país en el que quieren establecerse y buscan integrarse en él. Estas ya son diferencias importantes (lo que explica por qué Trump obtuvo los votos del 12% de los negros y del 45% de los latinos). La cuestión de las fronteras también es diferente, tanto por razones históricas como geográficas. Por último, no hay que olvidar que, en última instancia, es la movilidad general creada por la expansión del sistema capitalista la causa más fundamental de las patologías sociales que estamos viviendo como consecuencia de la inmigración.
BREIZH INFO: En términos más generales, la victoria de Donald Trump evidencia una importante escisión en Estados Unidos. ¿Cree que el país podría dividirse aún más en las próximas décadas?
ALAIN DE BENOIST: Es un problema real. En Estados Unidos asistimos al retorno y la exacerbación de una polarización política a la que no estamos acostumbrados. El voto demócrata en los estados del Sur (los «Dixiecrats»), que ha persistido por razones históricas (Lincoln era republicano), ha tenido durante mucho tiempo el efecto de acercar tanto los programas de los partidos demócrata y republicano hasta el punto de que no se podían distinguir, especialmente para los observadores extranjeros. La adhesión progresiva del Sur a los republicanos cambió la situación. La polarización ha hecho estragos y hoy, demócratas y republicanos ya no se hablan. Ahora hay dos Américas que sólo sienten odio la una por la otra. A medio plazo, todo es posible, empezando por una guerra civil en un Estados Unidos lleno de armas (donde hay más pistolas que habitantes), lo que me parece una posibilidad mucho mayor en Estados Unidos que aquí en Europa. En las semanas previas a las elecciones presidenciales, ya había más que preocupación por lo que podría haber pasado si Trump no hubiera sido elegido. Estas pasiones no van a cesar. Más vale que Trump tenga buenos guardaespaldas…
BREIZH INFO: Por último, la victoria de Trump es una bofetada para la casta mediática dominante que hizo campaña por Harris en Francia y en el extranjero. ¿Cree que esta nueva derrota de la casta la llevará a adoptar nuevos enfoques y nuevas formas de ver la evolución del mundo o la ideología la ha cegado definitivamente?
ALAIN DE BENOIST: El símbolo del Partido Demócrata es el burro. Y, como todos sabemos, ¡el burro es un gran Trump! Tengo que admitir que ver las caras pellizcadas, las cejas fruncidas y las laboriosas explicaciones de los amos del circo mediático, que ya veían a Kamala Harris llevándose la Casa Blanca tras unas «reñidas elecciones», fue un espectáculo delicioso. No se inmutaron ante ninguna de las señales de alarma, ¡y el fracaso de Hillary Clinton en 2016 tampoco les sirvió de lección! No entienden cómo es posible que Trump haya ganado. Más aún, no entienden por qué Trump ganó, no a pesar de, sino debido a todo lo que encuentran abominable en él. Tienes razón, esta gente está ciega. Están ciegos porque viven aislados y no se dan cuenta de que el mundo real cada vez se ajusta menos a sus ilusiones. Son política, moral, física e intelectualmente incorregibles. Bailan y despotrican en la cubierta del Titanic, ajenos al hecho de que su mundo se derrumba y que su próxima caída será aún más dura. Parlotean frases rituales – «populismo», «discurso del odio», «racismo sistémico», «masculinidad tóxica» –, pero a nadie le importa. Que balbuceen, que duerman. La historia se escribe sin ellos, en otra parte.
Traducción de Juan Gabriel Caro Rivera
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