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Estas
seis características comprenden el núcleo de la Teoría Estratégica. Sostenemos
que es una herramienta precisa y económica porque se le aplica el principio de
la Navaja de Occan. Esto significa que incorpora los mínimos postulados como
sea posible en su operación. [8]
La
Teoría Estratégica evita muchas de las fallas que han afectado a las Relaciones
Internacionales porque, en términos de disciplina, ambas no están relacionadas.
Sus orígenes modernos derivan de las elecciones económicas públicas. Es una
herramienta analítica que a veces es traída para investigar temas y problemas
en el campo del de las Relaciones Internacionales, pero esto no es
intrínsecamente “Relaciones Internacionales”. Desafortunadamente, algunos
académicos la consideran una rama de la Relaciones Internacionales y esto lleva
a una mala interpretación y a confusión. Por eso vale la pena mencionar lo que
la Teoría Estratégica no es. Esto por sí mismo, también, ayuda a clarificar la
naturaleza y el valor de nuestro aporte.
Traducción: Coronel Carlos A. Pissolito.
EXPLICANDO LA TEORÍA DE LA ESTRATEGIA
Por M.L.R. Smith y John
Stone[1]
El término estrategia debe ser uno de los más usados comúnmente en el
discurso público. Es empleado para referirse a cualquier cosa desde la policía
estatal, los planes de negocios hasta las elecciones personales. Aun así solo
unos pocos aprecian lo que el término realmente significa y lo que éste implica
como una aproximación al estudio de un fenómeno social.
La noción de Teoría Estratégica como método de análisis ha penetrado el
amplio dominio de las Relaciones Internacionales y las Ciencias Políticas a
través de trabajos como el de Bernard Brodie y el de Thomas Schelling; y ha
sido empleada en forma creciente como una herramienta para ayudar a la
comprensión de los procesos de decisión, particularmente en relación al uso del
poder militar. Uno de los mejores argumentos de la utilidad de la Teoría
Estratégica lo provee Harry Yarger: “La Teoría Estratégica abre la mente a
todas las posibilidades de las fuerzas en juego, señalándonos como considerar
los costos y los riesgos de nuestras decisiones y sopesar las consecuencias de
aquellas tomadas por nuestros adversarios, aliados y por otros”.[2]
¿Qué es, entonces, la Teoría Estratégica y cómo ella nos ayuda a abrir
la mente? Partiendo de los primeros principios, nuestro objetivo es proveer un
conciso entendimiento de los elementos esenciales que abarca la Teoría
Estratégica. Como iremos mostrando, para llegar a este entendimiento, es
importante apreciar tanto lo que la Teoría Estratégica no es como lo que sí es.
En el proceso, esperamos mostrar que la Teoría Estratégica es una simple,
parsimoniosa, hasta elegante, forma de clarificar la complejidad.
Antes de proceder es necesario apreciar como el término “teoría” es
usado en un contexto. Sencillamente, como cualquier otro estudio de una
infinita variedad de conductas humanas, la Teoría Estratégica no puede aspirar
a alcanzar un entendimiento científico total que sobreviva a una prueba
experimental aun bajo la replicación exacta de las condiciones. Sin embargo,
esto no impide que haya teoría, en un sentido amplio, una que avanza como un
set de proposiciones que si son verdaderas pueden llegar a ayudar a explicar
ciertos hechos y fenómenos. Al respecto, la Teoría Estratégica se revela a sí
misma menos como un set de reglas duras y expeditivas que como una serie de
asunciones deliberadas o reglas de entendimiento que guían el análisis; aunque
no queremos adelantar una conclusión, estas reglas –en última instancia- nos
permiten inferir una plausible, abarcadora, definición de Teoría Estratégica.
Las reglas del entendimiento: Un aspecto vital de
la Teoría Estratégica.
1.
Un estudio de fines, formas y medios: La estrategia está dedicada a las formas por los
cuales los medios disponibles son empleados para alcanzar un fin deseado. El
análisis usado por la Teoría Estratégica, en consecuencia, incluye al estudio,
en palabras de Michael Howard, del uso de “los recursos disponibles para
obtener algún objetivo”.[3]
Aquí el término “recursos” (el “medio”) se refiere no solo a los elementos
tangibles del poder, sino también a los muchos factores intangibles que pueden
imponerse por sí mismos al decisor –muy notablemente el grado de voluntad que
el actor puede movilizar a un actor en la prosecución de sus objetivos.
2.
La toma de decisiones interdependientes: Un segundo elemento vital de la Teoría de la Estrategia
es que la toma de decisiones está influenciada por la existencia de un
adversario (o adversarios) con la voluntad para obtener su propio (propios)
fines. Esto a su turno significa que la calidad de la toma de decisiones
estratégicas no debe ser medida contra un estándar fijo de eficiencia, pero sí a
la luz de la respuesta que puede esperarse de un adversario libre. Esta es la
característica –junto con la incertidumbre- que engendra lo que distingue a la
estrategia del comportamiento administrativo. Y es la consideración de cómo las
decisiones son tomadas en forma interdependiente en un ambiente fluido lo que
provee a la Teoría de la Estrategia de un elevado grado riqueza. Muchos de las
visiones vitales provistas por pensadores como Carl von Clausewitz y Thomas
Schelling, por ejemplo, son derivadas de esta proposición que establece que la toma
de decisiones estratégicas es dependiente de las elecciones y acciones de otros
en un sistema político.[4]
3.
El estudio del actor político como unidad central
de análisis: Principalmente,
los analistas estratégicos se preocupan en sus cálculos por lo que llaman
actores políticos “unitarios”, sean estos Estados, entidades sub-estatales o
cualquier otro grupo social. El análisis teórico estratégico está interesado en
describir las opciones disponibles para tales actores y evaluar la calidad de
su proceso de decisión. En consecuencia, los analistas estratégicos
invariablemente van a intentar trazar la línea de razonamiento respecto de una
unidad política particular para comprender como busca lograr sus objetivos.
4.
El entendiendo del sistema de valores y
preferencias: Evaluar
las decisiones a la luz de las respuestas que ellas producen en un adversario
implica el requerimiento de entender el sistema de valores y referencias de los
actores relevantes –en aras de minimizar la incertidumbre. Los analistas
estratégicos teóricos están, en otras palabras, ocupados en preguntarse como
los actores construyen sus intereses a la luz de sus motivaciones ideológicas,
como esos intereses se traducen en objetivos específicos y como ellos dan forma
al empleo de los medios para obtenerlos.
5.
La asunción de la racionalidad: La Teoría Estratégica asume la existencia de
actores racionales. Para ser considerados racional un actor debe exhibir un
comportamiento que sea consistente en la obtención de su fin deseado. La
asunción de la racionalidad no supone que el actor funcione con perfecta
eficiencia o que todas sus decisiones siempre produzcan la “correcta” o la
mejor respuesta para el actor. Es meramente la presunción de que las decisiones
del actor fueron tomadas con alguna forma de cálculo costo-beneficio y que
resulta de una decisión de emplear medios para optimizar el logro de un fin
deseado en consonancia con los valores del actor.[5]
Esto es, hasta cierto grado, una asunción problemática (¿cómo podemos nosotros
conocer, por ejemplo, si un cálculo costo-beneficio ha sido realizado), pero la
Teoría Estratégica carecería de su atractivo analítico sin esta asunción.
6.
La observancia de una neutralidad moral: la Teoría Estratégica está intelectualmente
desinteresada en la validez moral de los medios, las formas y los fines de
cualquier actor. El comentario queda confinado a la evaluación de cuan buena es
la elección de los medios para llegar al estado final. Este entendimiento
incluye y se aplica a todos los actos instrumentales de violencia. Esto puede
parecer cínico, aun inhumano, pero es un concomitante lógico de cualquier
intento desapasionado por entender a las decisiones estratégicas. Como lo
dilucida Schelling, esto es así por dos razones. Primero, el análisis
estratégico usualmente se refiere a situaciones no a individuos –acerca de la
estructura de incentivos, de información y comunicaciones, de las opciones
disponibles y de las tácticas que pueden ser empleadas.[6]
Segundo, la Teoría Estratégica no puede proceder desde un punto de vista que
favorezca a un único participante. Tiene que lidiar con situaciones en las
cuales una de las partes tiene que pensar que es lo que las otras están
haciendo para llegar a sus decisiones.[7]
La
aplicación de la Navaja de Occam
Por
supuesto, lo que se ha representado hasta ahora es solo el esquema básico. Lo
que estas asunciones vitales proveen es un punto de partida para muchas preguntas
interesantes, tales como: cómo es posible ganar la aprobación de otro sistema
de valores (a través de serios estudios antropológicos e históricos) y como
puede ser posible discernir cuando un actor ha obtenido sus objetivos o ha
llegado al punto donde ha maximizado su potencial con sus medios seleccionados
(una materia de juicio basada en el conocimiento del sistema de valores del
actor).
Con
su atención puesta en entender un sistema de valores y su interacción con otros
actores en un ámbito mayor, la Teoría Estratégica podría ser considerada como
una forma de constructivismo avant la
lèttre. La Teoría Estratégica, sin embargo evita que la problemática
naturaleza del constructivismo se aproxime como éste lo ha hecho dentro del
campo contemporáneo de las Relaciones Internacionales. Esta última etiqueta de
constructivismo tiende a presentarse con normativas “implantadas” al efecto,
porque las identidades y los intereses no están fijos en forma permanente y
deben ser manipulados hacia un set de valores humanos universales. Esto,
concedemos que es una empresa etnocéntrica exagerada, que por las razones dadas
con anterioridad, la Teoría Estratégica evitan hacer.
Adicionalmente,
la Teoría Estratégica no cae en el pozo en el que los politólogos
norteamericanos se hunden por percibir una contradicción entre el hecho de que
las identidades y los intereses pueden ser construidos a partir de experiencias
contingentes históricas y sociales (antes que dados por las estructuras
inmutables en el sistema internacional); y en el hecho que una vez formados los
intereses ellos son usualmente perseguidos con realismo –particularmente por
parte de los mayores actores en el escenario internacional. La Teoría
Estratégica no percibe tal contradicción.
Lo que no es la Teoría Estratégica…
1.
La Teoría Estratégica no solo es el estudio del
poder militar: Es
verdad que el término “estrategia” deriva de la palabra griega strategos, que significa el “arte del
general”, pero la forma en que la estrategia es definida (la aplicación de
medios a fines) no implica una unión inherente con el poder militar y la
guerra. La mayoría de los autodenominados teóricos de la estrategia
probablemente estudien el uso, la amenaza del uso de las fuerzas armadas en
política. Fundamentalmente, la Teoría Estratégica tiene una aplicación universal
a lo largo de la esfera de las actividades humanas, a través Thomas Schelling, un
economista político, que lo demostró en buena parte de sus trabajos.[9]
2.
La Teoría Estratégica no son los estudios
estratégicos: Es
importante hacer la distinción entre Teoría Estratégica y los estudios
estratégicos. Los estudios estratégicos emergen en el campo académico después
de la 2da Guerra Mundial. Estaban concentrados en el estudio del poder militar
en la política internacional. Como tal, no es sorprendente que la Teoría
Estratégica jugara un importante rol en darle forma a la metodología de los
estudios estratégicos. [10]
Por otro lado, la orientación más importante de los estudios estratégicos
fueron las contingencias históricas. La atención realista en los Estados y en el
poder material necesario necesita ser entendida como una consecuencia del
abandono del idealismo de preguerra, mientras que la atención en la disuasión
creció debido al advenimiento de las armas nucleares. En consecuencia, a pesar
de que el fin de la Guerra Fría trajo con sus nuevas condiciones un desafío a
la importancia de los estudios estratégicos, lo mismo no se puede decir en
relación de la Teoría Estratégica con su dedicación a temas más fundamentales.
3. La
Teoría Estratégica no es la misma cosa que los estudios de defensa: Por las razones señaladas arriba, los estudios
estratégicos han sido absorbidos en un campo académico más amplio a partir de
la finalización de la Guerra Fría. Los Estados y las armas nucleares no son los
únicos temas en la agenda cuando los académicos hablan de “defensa”. Tales
cosas mantienen su importancia, pero ahora ellos sienten la necesidad de tratar
una variedad mucho mayor de preocupaciones a ser abarcadas por los nuevos
estudios de defensa.[11]
De hecho, la defensa –definida en términos de ausencia de amenazas al bienestar-
se ha transformado en un término tan amplio que nadie de nosotros está
realmente seguro hoy sobre la cantidad de estudios existentes. Pero esto no nos
preocupa demasiado: así como la Teoría Estratégica no son los estudios
estratégicos tampoco lo son los estudios de defensa.
4. La
Teoría Estratégica no es el estudio de la “cultura estratégica”: La cultura estratégica es un concepto problemático
y no es necesariamente un análisis estratégico coherente. La Teoría
Estratégica, como ha sido señalado, rutinariamente abarca el estudio de los
sistemas de valores que dan forma a la naturaleza de las elecciones en relación
con los medios y los fines. Si esto es lo que la gente entiende por estudio de
“cultura”, luego la Teoría Estratégica debería estar, ipso facto, dedicada al estudio de las variables culturales. Las
nociones académicas de la cultura estratégica han recorrido un largo camino.
Recientemente han atraído el interés entre los estudiosos de de las Relaciones
Internacionales con mentalidad constructivista y que están preocupados por los
desafiar al paradigma Realista dominante en su campo, y por demostrar la importancia
de ideas que expliquen el comportamiento de los actores políticos.[12]
Los realistas han tenido éxito en montar una furiosa contra-ofensiva.[13]
Sin embargo, todo el debate difícilmente podría haber sido necesario si se
hubiera prestado mayor atención a las visiones disponibles en la literatura sobre
teoría estratégica.
5.
La Teoría Estratégica no es la Teoría de los
Juegos: Así como
la Teoría Estratégica no necesita empeñarse con las problemáticas nociones de la
cultura, tampoco necesita implicarse con la falacia opuesta del entendimiento
libre de valores del comportamiento racional de un actor personificado por la
Teoría de los Juegos. Por muchas causas todos los estudiosos de la teoría
estratégica no han encontrado valiosa a la Teoría de los Juegos. Brodie, por
ejemplo, no cree que ella tenga algo de valor.[14]
Schelling la emplea, pero los aspectos más influyentes y duraderos de su
trabajo no derivan de sus formulaciones matemáticas, sino de su profundo
entendimiento cualitativo del carácter interdependiente de las relaciones
humanas.
Un breve caso de estudio – Usando la Teoría
Estratégica para definir al Terrorismo
Ahora
que hemos establecido un set de normas sobre qué y qué no constituye la Teoría
Estratégica, déjennos prestarle atención a lo que pueda darnos un resultado
cierto. Al comienzo del trabajo proclamamos que la Teoría Estratégica era un
método preciso y eficiente que nos podía ayudar a simplificar y clarificar un
fenómeno social. Déjennos proveerles con un breve ejemplo que esperamos nos
permita dilucidar lo que queremos significar.
En
años recientes el término “terrorismo” ha irritado a los estudiosos en
Relaciones Internacionales, lamentándonos de que hayan producido más de 200
definiciones. La sabiduría convencional es que el terrorismo es “prácticamente
imposible de definir”.[15]
Y que consecuentemente no se han establecido bases estables para su estudio.[16] Con nuestras previas consideraciones en
mente, podríamos rechazar este punto de vista. De hecho, consideramos que el
término puede ser definido fácilmente y sin problemas. Uno puede emplear la
Navaja de Occan. Simplemente, el terror es un nombre abstracto que denota miedo
y que, en consecuencia, el terrorismo puede ser definido bastante adecuadamente
como una creación para causar miedo.[17]
De esta manera, el terrorismo se revela a sí mismo como una técnica, una
táctica. Esta es una base perfectamente estable de estudio. Si uno está
buscando generar miedo por razones instrumentales, luego usted está practicando
el terrorismo: y usted, en consecuencia, puede ser llamado, acertadamente, un
terrorista. Si usted no está explícitamente tratando de generar miedo, entonces
usted no es un terrorista.
El
problema auto-generado para muchos por las Relaciones Internacionales y por las
Ciencias Políticas se debe a la insistencia, sin una razón clara, en asignarle
valores morales al término terrorismo (con gente que usa el término condenándolo
a ser malo). La Teoría Estratégica practica un desinterés intelectual hacia la
validez moral de una causa, lo mismo que para con los medios, las formas y los
fines de la acción política. Sostiene que el terrorismo, como cualquier otra
táctica, puede ser usada en buena o en mala forma, tanto para fines buenos como
malos.[18]
Como padre, uno puede considerar apropiado inspirar miedo (uno de bajo nivel)
al hijo de uno por una cantidad de razones encomiables. Actores sub-estatales a
veces (pero no siempre) empelan tácticas de terror para lograr sus objetivos
políticos. El IRA, por ejemplo, a veces recurrió al terrorismo, pero también
aplicó la violencia con otros objetivos estratégicos en mente.[19]
Los Estados, por supuesto, son perfectamente capaces de aplicar tácticas
terroristas. Sin embargo, los estudiosos de la teoría estratégica están
dedicados a evaluar las correlaciones entre fines, formas y medios, no hacemos
una asunción de valores automática sobre la valoración moral intrínseca que
tiene un actor o si está causada meramente sobre la base de una elección de
tácticas a emplear en cualquier punto en una campaña para obtener un propósito
político.
El
punto de decidir qué constituye un propósito moral bueno o malo es una tarea
intelectual totalmente separada de la descripción y la evaluación de la
utilidad de una táctica en particular. Mezclar
un intento descriptivo con un juicio moral es lo que los filósofos del lenguaje
llaman un error de categoría.[20]
Para dar un ejemplo, la muy citada frase “un terrorista para un hombre es un libertario
para otro hombre” es un clásico error en esa categoría. Para un teórico de la
estrategia, una parte de la frase –“terrorista”- alude a la descripción de una
táctica (alguien buscando crear miedo por alguna razón); mientras la otra
–“libertario”- es un juicio positivamente cargado con un juicio moral. Juntar
ambas posturas intelectuales diferentes es ilógico. La Teoría Estratégica, en
consecuencia, tiene el acierto de revelar que el slogan no tiene sentido, no solo
porque uno piense en él. Uno puede, dependiendo en cómo evalúe el ambiente
moral, ser condescendiente para ambos términos al mismo tiempo.[21]
Conclusión
La
Teoría Estratégica ofrece bases concisas y coherentes para la investigación
social asociada con el conflicto, esto es, situaciones donde los actores son
desafiados a asegurar sus intereses y valores contra los intereses y los
valores de otros actores políticos. Rutinariamente alcanza otras aéreas de las
tareas académicas, pero no en forma intrínseca respecto a cualquier otra área.
Sus preocupaciones fundamentales no están indisolublemente unidas a un contexto
histórico o ético particular. Por el contrario, está definida de tal manera
para ayudar al teórico para extraerlo de prejuicios situacionales.
Delineando
estos elementos cruciales es finalmente posible imaginar una definición de
Teoría Estratégica: en su esencia irreductible, la Teoría Estratégica es una
teoría de la toma de decisiones interdependientes bajo condiciones de
incertidumbre. Como tal, posee una ventaja considerable para el análisis,
facilitándolo, como lo hace, la distinción entre los esfuerzos para evaluar un
comportamiento instrumental de los esfuerzos para imponer evaluaciones morales
arbitrarias sobre ellos. De esta manera, la Teoría Estratégica facilita
claramente el entendimiento. La Teoría Estratégica, en consecuencia, mantiene
la mente abierta e intelectualmente liberada.
Nota: Este
artículo está basado en una versión anterior que apareció en e-International Relations (April 2011). Agradecemos a los editores
de e-IR por acceder, de hecho,
impulsar la revisión y la reedición de las ideas originales volcadas en ese
sitio.
[1]
M.L.R. Smith es profesor de Teoría Estratégica en
el Departamento de Estudios de la Guerra del King’s College de la Universidad
de Londres. John Stone es un adjunto avanzado de la misma cátedra.
[2] Harry R. Yarger, Strategic
Theory for the 21st Century: The Little Book on Big Strategy (Carlisle, PA:
Strategic Studies Institute, 2006), p. 2.
[4] Carl von Clausewitz, On
War, tr. J.J. Graham (New York: Barnes and Noble, 2004), pp. 1-19; Thomas C.
Schelling, The Strategy of Conflict (New York: Oxford University Press, 1963),
pp. 83-118.
[5] Lopez-Alvez, ‘Political
Crises, Strategic Choices and Terrorism: The Rise and Fall of the Uruguayan
Tupamaros’, Terrorism and Political Violence, Vol. 1, No. 2 (1989), p. 204.
[6] Thomas Schelling, Choice
and Consequence: Perspectives of an Errant Economist (Cambridge, MA: Harvard
University Press, 1984), pp. 198-199.
[8] M.L.R. Smith, ‘William of
Ockham, Where Are You When We Need You? Reviewing Modern Terrorism Studies’,
Journal of Contemporary History, Vol. 44, No. 2 (2008), p. 322.
[9] Ver Schelling,
Choice and Consequence.
[10] Ver, por ejemplo,
John Garnett, ‘Strategic Studies and Its Assumptions’, in John Baylis, Ken
Booth, John Garnett and Phil Williams, Contemporary Strategy: Theories and
Policies (London: Croom Helm, 1975).
[11] Para el desarrollo de los studios de defense ver: David Mutimer, ‘Beyond Strategy: Critical Thinking
on the New Security Studies’, en Craig A. Snyder, (ed.), Contemporary Security
and Strategy (Basingstoke: Palgrave Macmillan, 2008), pp. 34-59.
[12] Ver David Martin
Jones and M.L.R. Smith, ‘Noise But No Signal: Strategy, Culture and the Poverty
of Constructivism’, Studies in Conflict and Terrorism, Vol. 24, No. 6 (2001),
pp. 485-495.
[13] Por ejemplo, Michael C. Desch, ‘Culture Clash: Assessing the Importance of Ideas in
Security Studies’, International Security, Vol. 23, No. 1 (1998), pp. 141-170.
[15] Dipak K. Gupta, ‘Exploring
the Roots of Terrorism’, in Tore Bjørgo (ed.), The Roots of Terrorism: Myths
Realities and Ways Forward (London: Routledge, 2007), p. 17.
[16] Jackson, ‘Why We Need
Critical Terrorism Studies’.
[17] Peter R. Neuman and M.L.R.
Smith, The Strategy of Terrorism: How It Works and Why It Fails (London: Routledge,
2008), pp. 7-8.
[18] Smith, ‘William of Ockham’,
pp. 322-123.
[19] Ver M.L.R. Smith, Fighting For Ireland? The Military
Strategy of the Irish Republican Movement (London: Routledge, 1995), pp. 95-98
and 152-166
[20] Ver Gilbert Ryle, The Concept of Mind (Chicago:
University of Chicago Press, 1949), p. 16. Un error de categoría es definido como
uno de confusion de hechos o de “cosas de una clase que son presentadas como
perteneciendo a otra,” Simon Blackburn, The Oxford Dictionary of Philosophy
(Oxford: Oxford University Press, 1994), p. 58.
[21] M.L.R. Smith, ‘Holding Fire: Strategic Theory and
the Missing Military Dimension in the Academic Study of Northern Ireland’, in
Alan O’Day (ed.), Terrorism’s Laboratory: The Case of Northern Ireland
(Aldershot: Ashgate, 1995), pp. 228–33.
4 comentarios:
La Guerra Convencional Limitada (I)
El empoderamiento social mundial que comenzó hace tiempo a surtir efectos inesperados por ellos, y entre nosotros (me refiero a la mayoría del mundo, los países que estamos siempre en conflicto pre-bélico); unos porque han fortalecido sus capacidades para controlar sus propios derroteros, otros porque alguien les garantiza paz y justicia apadrinada, pero los menos, debido a un proceso de maduración, capacidad de discernimiento, fortalecimiento de su identidad e integración, que reconocen su realidad tal cual, y desarrollan actitudes críticas, esgrimiendo capacidades antes desconocidas entre las sociedades, dependientes por costumbre, asumiendo roles activos para ejercer el control de las situaciones que viven, rompiendo con la noción pasiva de aceptar sin miramientos la ¿cooperación que les imponen? , convirtiendo a su pueblo en actor legitimo de su propio teatro (¿de operaciones?) asumiendo con responsabilidad social, la dirección, ejecución y control de las actividades en su medio, con el poder de tomar decisiones y realizar cambios. Sin embargo hemos de reconocer que el empoderamiento nos ha sido gradualmente cedido por las potencias, a los actores políticos y militares, basta recordar las intervenciones armadas antes directas, luego dejaron que los pueblos solo sigan sus propias doctrinas, limitándose a entregarnos armas y dejarnos ser.
El empoderamiento sugiere el desenganche de la dependencia, el despertar de las conciencias nacionales y la capacidad de formular y asumir nuestras propias reglas así como la elección del armamento que consideramos idóneo para garantizar nuestra seguridad, en consecuencia, este empoderamiento no solo es para nosotros independencia, es asumir una responsabilidad social.
La mayoría de nosotros, heredamos a precios enormes, de las potencias, sus armas obsoletas para ellos, y con ellas sus estrategias de Guerra Convencional, de la que ellos están exentos, por estar en las ligas mayores, es decir que la tecnología nuclear que poseen, hace cada vez mas inviable, que se vean involucrados en una guerra, de las que nosotros aun conocemos como Guerra Convencional, y esto porque esta clase de guerra ha sido limitada solo para los países menos desarrollados, y lejos de sus fronteras. También hemos de reconocer aquí, que la Guerra Convencional, está limitada también por tratados y convenios, que en los nuevos términos de conflicto sistémico, no se pueden acatar, por estar las nuevas modalidades de agresión y violencia, fuera del contexto conceptual de la Guerra Convencional, cada vez más limitada por reglas, y con menos capacidad de producir alteraciones substanciales, en términos de resultados.
Sucede ahora que una Guerra Convencional es tan solo una parte activa, pero limitada de un Conflicto, que dentro del concepto de Guerra Sistémica, solo alcanza a ocupar un bajo porcentual de su capacidad e importancia, en términos analíticos, de lo que significa el conflicto en su totalidad ¿Por qué? Porque la Guerra en sí, se ha extendido a otras modalidades dentro del sistema, relegando a los antiguos actores de la Guerra Convencional, que siguen siendo, territorio, armas y soldados, a un formal segundo o tercer plano, dentro del esquema de una Guerra Sistémica, que no busca destrucción ni ocupación territorial, ni muertes para ejercer control e imponer condiciones, no, la guerra sistémica, es capaz de producir otra clase de violencia, puede incluso salvar el paso de una guerra convencional, para ejercer control total sobre sus oponentes, sin disparar armas convencionales.
Las potencias con o sin banderas, han logrado hacer de los Conflictos Sistémicos, su eje de desarrollo, por sobre todas las Organizaciones Sociales del mundo, un nuevo dominio se ha establecido, una nueva modalidad para el manejo, control de los grupos sociales y del poder surge, sin mostrar respeto por la humanidad. Está vigente por la sumisión de algunos hombres en capacidad de oponerse, pero sin voluntad política, ni espíritu de sacrificio, tan humanista como necesario.
CAZADOR 27
La Guerra Convencional Limitada (I)
El empoderamiento social mundial que comenzó hace tiempo a surtir efectos inesperados por ellos, y entre nosotros (me refiero a la mayoría del mundo, los países que estamos siempre en conflicto pre-bélico); unos porque han fortalecido sus capacidades para controlar sus propios derroteros, otros porque alguien les garantiza paz y justicia apadrinada, pero los menos, debido a un proceso de maduración, capacidad de discernimiento, fortalecimiento de su identidad e integración, que reconocen su realidad tal cual, y desarrollan actitudes críticas, esgrimiendo capacidades antes desconocidas entre las sociedades, dependientes por costumbre, asumiendo roles activos para ejercer el control de las situaciones que viven, rompiendo con la noción pasiva de aceptar sin miramientos la ¿cooperación que les imponen? , convirtiendo a su pueblo en actor legitimo de su propio teatro (¿de operaciones?) asumiendo con responsabilidad social, la dirección, ejecución y control de las actividades en su medio, con el poder de tomar decisiones y realizar cambios. Sin embargo hemos de reconocer que el empoderamiento nos ha sido gradualmente cedido por las potencias, a los actores políticos y militares, basta recordar las intervenciones armadas antes directas, luego dejaron que los pueblos solo sigan sus propias doctrinas, limitándose a entregarnos armas y dejarnos ser.
El empoderamiento sugiere el desenganche de la dependencia, el despertar de las conciencias nacionales y la capacidad de formular y asumir nuestras propias reglas así como la elección del armamento que consideramos idóneo para garantizar nuestra seguridad, en consecuencia, este empoderamiento no solo es para nosotros independencia, es asumir una responsabilidad social.
La mayoría de nosotros, heredamos a precios enormes, de las potencias, sus armas obsoletas para ellos, y con ellas sus estrategias de Guerra Convencional, de la que ellos están exentos, por estar en las ligas mayores, es decir que la tecnología nuclear que poseen, hace cada vez mas inviable, que se vean involucrados en una guerra, de las que nosotros aun conocemos como Guerra Convencional, y esto porque esta clase de guerra ha sido limitada solo para los países menos desarrollados, y lejos de sus fronteras. También hemos de reconocer aquí, que la Guerra Convencional, está limitada también por tratados y convenios, que en los nuevos términos de conflicto sistémico, no se pueden acatar, por estar las nuevas modalidades de agresión y violencia, fuera del contexto conceptual de la Guerra Convencional, cada vez más limitada por reglas, y con menos capacidad de producir alteraciones substanciales, en términos de resultados.
Sucede ahora que una Guerra Convencional es tan solo una parte activa, pero limitada de un Conflicto, que dentro del concepto de Guerra Sistémica, solo alcanza a ocupar un bajo porcentual de su capacidad e importancia, en términos analíticos, de lo que significa el conflicto en su totalidad ¿Por qué? Porque la Guerra en sí, se ha extendido a otras modalidades dentro del sistema, relegando a los antiguos actores de la Guerra Convencional, que siguen siendo, territorio, armas y soldados, a un formal segundo o tercer plano, dentro del esquema de una Guerra Sistémica, que no busca destrucción ni ocupación territorial, ni muertes para ejercer control e imponer condiciones, no, la guerra sistémica, es capaz de producir otra clase de violencia, puede incluso salvar el paso de una guerra convencional, para ejercer control total sobre sus oponentes, sin disparar armas convencionales.
Las potencias con o sin banderas, han logrado hacer de los Conflictos Sistémicos, su eje de desarrollo, por sobre todas las Organizaciones Sociales del mundo, un nuevo dominio se ha establecido, una nueva modalidad para el manejo, control de los grupos sociales y del poder surge, sin mostrar respeto por la humanidad. Está vigente por la sumisión de algunos hombres en capacidad de oponerse, pero sin voluntad política, ni espíritu de sacrificio, tan humanista como necesario.
CAZADOR 27
PARTE II
Unos por propio discernimiento e interpretación de su realidad, se mantienen a la expectativa, mientras que otros callan convenidos, empoderados por las fuerzas hegemónicas, casi siempre invisibles, en esta hora de globalización impuesta por ellas, que tienen entre sus dedos el lazo del paquete, en que quieren incluir a todos los países, paquete que al par de cinético y variable, es incierto en su interior, por la gran cantidad de pareceres, necesidades, e insatisfacciones, de cada una de las sociedades que integran esta nueva realidad obligada, que el sistema envuelve.
Las propias aspiraciones generadas por las necesidades, se derivan de ellas, las que siempre se están por satisfacer, y que para muchas sociedades se transforman en objetivos a corto o mediano plazo.
La acción sistémica y la velocidad de la informática, ahora instantánea, afectan nuestra psiquis colectiva y han desembocado en necesidades, que deben ser satisfechas también de manera inmediata, y que de hecho se convierten en las aspiraciones y los objetivos nacionales, en casi todo el orbe. Todas las naciones, o casi todas quieren también ahora soluciones a sus problemas, instantáneas como el café, o de rápida cocción, como la comida chatarra, y ponen por enésima vez en el crean de lo evidente para el hombre común, y la sociedad en general, el comportamiento incierto de las estructuras sociales en nuestra era actual, poniéndolas en jaque casi permanente, en donde la necesaria actividad de seguridad integral para proteger nuestra estructura social, deja de ser una acción netamente militar.
Entonces ahora la denominada internacionalmente, Guerra Convencional, es considerada también cuasi obsoleta, fuera de lineamientos conductuales civilizados, o propia de sociedades subdesarrolladas, tercermundistas de un carácter irremediablemente retrogrado respecto a la nueva era, y que se contrapone al nuevo concepto de Guerra Sistémica, en boga actual. Entonces el imperio de la Era de la Informática en sí, ha logrado relegar, en lo conceptual y en la práctica, a la hasta hoy denominada Guerra Convencional, dejándola a la zaga sistémica, y utilizada solo por entre los estados más débiles del planeta, si, las estructuras del sistema han limitado esa clase de guerra sangrienta y doliente, a aquellas organizaciones sociales que todavía no han evolucionado tecnológicamente, manteniendo en sus prácticas su proceder bélico salvaje e inhumano. ¿Qué sucede aquí ahora? La respuesta es simple, la Guerra Convencional está ahora limitada a países que se encuentras por decir menos, en las ligas menores de la estrategia, potencial y poder.
La guerra en si, como concepto y modalidad, ha desarrollado otras formas y ha invadido otras latitudes. Ya no existe una clase de Guerra Convencional, con su contraparte de Guerra No Convencional, ahora existe la Guerra Sistémica, que envuelve a ambas, expandiéndose en su desarrollo, y que se aleja mucho más todavía de sus finalidades. Pero esto no quiere decir que la Guerra en si como fenómeno social haya desaparecido. No es así, esta existe, pero es cierto también que el desarrollo nuclear, ha servido para limitar la Guerra Convencional, a los países que carecen de esa posibilidad.
Pero ¿Cómo es que existe ahora todavía, la guerra? – La respuesta está en que a nivel global, de esta desarrollando una evolución del pensamiento estratégico, en donde la violencia, ha dejado de ser un campo exclusivo de las acciones bélicas, y de armas de destrucción que producen muertes, ya no es así, hoy la Guerra Sistémica esta incluyendo en su menú, a todas las actividades humanas, es decir se han desplazado los ataques y la violencia, a otros campos, antes intocables y protegidos por convenios, ahora se está interviniendo directamente en los aspectos sociales, políticos, económicos y tecnológicos, en todos los campos sensibles de un país, cuyo dominio permita ejercer el control de la sociedad envuelta en un sistema, cuya dependencia es el objetivo principal de esta nueva modalidad.
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PARTE III
El desarrollo de las estrategias en estos campos, se manifiesta por medio de penetraciones atípicas, es decir con el manejo de las capacidades técnico-disciplinarias sociales y la finalidad subyacente de ejercer el control. Así tenemos ahora la lucha entre peritos en economía, para decidir qué sistema económico adoptar para mantener a un país financieramente saludable, lo mismo sucede con la politología, y esto incluye los tratados de comercio, y manejo de recursos, actividades de seguridad estratégicas, hídricas, energéticas, ecológicas y un interminable etc.
El control sicosocial, ahora tiene importancia capital en la nueva modalidad de guerra, que también conocida en otras latitudes como Guerra Irrestricta, alcanza salir de los limites conocidos, y por último las limitaciones tecnológicas que son nuestra vulnerabilidad, nos hacen tan dependientes de las potencias hegemónicas, que los artículos necesarios para mantener cierto equilibrio bélico, que garantice la paz, tienen tales costos que nos hacen cada vez más dependientes de ellos económicamente, y encima tenemos organizaciones de paz que realizan trabajos conjuntos con nuestras Fuerzas Armadas Regionales (¡ que descaro !), para que podamos realizar nuestras Tareas de Inteligencia Vecinal, y podamos determinar nuestras reales capacidades, y claro, para que otros también puedan verificar la operatividad de nuestro armamento, es decir, cada año vemos en nuestros cielos y mares, ensayos de Guerra Convencional, auspiciados por las Fuerzas de Paz del mundo, que miden nuestras fuerzas, capacidades y potencial, y aunque resulta paradójico, tenemos que acudir a que nos hagan tacto rectal, pues es allí en donde se decide nuestra seguridad, no solo nacional, sino también la paz regional, manteniendo un equilibrio de fuerzas, basado en estrategias de Guerra convencional, que para ellos resulta ser un gran campo de pruebas de las armas que son uno de sus más grandes negocios y que nos mantienen atados muchas veces a una gran deuda, la misma que les sirve de instrumento coactivo permanentemente.
Conociendo entonces que la nueva modalidad de guerra en el mundo es una guerra silente en permanente expansión por todas las estructuras sociales conocidas, La Guerra Sistémica, cuya finalidad de control social, también es conocida, nos es fácil desentrañar por entre los que ejercen el control, a nuestro verdadero enemigo, y nos tenemos que atrever, por nuestro propio empoderamiento a decidir actuar en beneficio de nuestra sociedad, sin caer una y otra vez en los fenómenos coyunturales creados para salir del engorroso e inhumano armamentismo regional retrogrado, e inducido por quienes nos quieren precisamente, en su cajón de arena como los conejillos de indias, que por fin, nos negamos a ser.
Ya la Guerra Convencional está limitada en su objetivo, debemos evitar matanzas fronterizas absurdas e inhumanas, que no han hecho más que causar dolor, prolongando nuestra desunión, probablemente conveniente para otros intereses extra regionales, y no olvidemos que el hombre en si, como instrumento, es el arma más importante.
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