La seguridad y defensa de la Nación Argentina permanecen aún con la mentalidad de la Guerra Fría, que expiró en 1991. Esto impone una revisión estratégica en todos los órdenes que sea abarcadora de todos los factores sociales y que complemente todos los componentes del poder nacional con miras a un futuro cambiante, vertiginoso y violento, donde van a imperar cambios conceptuales profundos en materia de complementación entre seguridad y defensa, local, regional y global.
La seguridad de los estados se encuentra altamente comprometida, tanto por la incertidumbre que provocan los peligros no anticipados, como por el acoso de las multinacionales del delito, que las infiltra, corrompe y debilita. Este estado de cosas que comprometen altamente a la nación en su conjunto y los intereses vitales de la misma, nos debe convocar al desafío de repensar la forma de articular la seguridad y la defensa de nuestra nación.
La
primera tarea de la Defensa Nacional es disuadir, para evitar la posibilidad
que conflictos potenciales se transformen en conflictos reales. Una intención
pacífica no es suficiente para disuadir a alguien más poderoso y ambicioso, porque como lo
demuestra la historia, la violencia muchas veces comienza por causas triviales.
Para el caso de una agresión armada convencional, la Defensa Nacional debe
estar en condiciones de resolver el conflicto de la forma más breve y favorable
posible, con el mínimo daño a sus intereses vitales y sentar las mejores
condiciones para negociar la paz. Para ello, la estructura de las Fuerzas
Armadas debe ser flexible y versátil para actuar con celeridad y eficacia en
diferentes lugares y situaciones.
En el Siglo XXI la naturaleza de los
conflictos ha cambiado. La seguridad de la nación y su defensa se han vuelto
multidimensionales. Los riesgos que atentan contra una nación, su soberanía, su
independencia, su autodeterminación, su integridad territorial, la vida y
libertad de sus habitantes no necesariamente son de naturaleza militar. La
mayoría de las agresiones se compadecen con el nuevo paradigma que enfrenta el
planeta denominado la globalización. Así han surgido organizaciones delictivas transnacionales,
narcocriminalidad, el terrorismo, las
migraciones en masa, los territorios sin ley, la venta ilegal de armas (entre
las que se incluyen las nucleares, químicas y/o bacteriológicas), el tráfico de
personas, la piratería en aguas internacionales, la ciber delincuencia, la
franca circulación de delincuentes por aire, tierra, ríos y mares por pasos internacionales no
controlados, la escasez de recursos naturales, y toda otra conflictividad que convoca,
afecta y requiere de la cooperación entre los Estados en aras de los intereses
comunes.
Existen
múltiples necesidades y hay que establecer prioridades para desarrollar
armónicamente el poder nacional. Este desarrollo debe ser equilibrado y realista,
atendiendo simultáneamente lo urgente y lo importante. Pero el resultado final
mostrará la determinación de ser una nación soberana en el concierto de las
otras naciones, con capacidad de autodeterminación, y preocupada por el
bienestar de sus habitantes.
Es por
ello que el concepto de empleo de las Fuerzas Armadas debería seguir los
siguientes lineamientos:
La
defensa nacional es la acción que lleva a cabo el poder nacional ante cualquier
riesgo, amenaza o agresión a los Intereses Vitales de la Nación, que pueda
requerir por su naturaleza el empleo de las Fuerzas Armadas.
Consiste en la integración y la acción coordinada de todo
el potencial de la nación para la solución de aquellos conflictos que requieran
el empleo de las Fuerzas Armadas, en forma disuasiva o efectiva, para enfrentar
los riesgos, amenazas o agresiones que puedan afectar los intereses vitales de
la Nación Argentina: su soberanía e independencia, su integridad territorial y
capacidad de autodeterminación; y proteger la vida y la libertad de sus
habitantes. Esto contempla también a los ciudadanos y bienes nacionales en
terceros países, en aguas internacionales y espacio aéreo internacional.
Su preparación y empleo se llevará a
cabo según la naturaleza del problema a enfrentar, y no de su localización
geográfica u origen, y se llevará a cabo conforme a lo que establezca la
conducción política. Eso significa
una interacción necesaria entre seguridad, defensa y desarrollo. Es por eso que
la seguridad de la Nación Argentina requiere de la planificación y empleo de
todos los medios del poder nacional, cuyas agendas deben complementarse e
integrarse, y no autoexcluirse.
La
Defensa de la Nación Argentina también participa en el desarrollo nacional
haciendo uso de sus capacidades que le son propias por su preparación y
equipamiento, y en el cumplimiento de los compromisos internacionales que la
Nación Argentina haya asumido para
mantener la paz y seguridad internacionales.
La paz y la prosperidad
del pueblo argentino así lo exigen.
[1]
Este documento fue elaborado luego de varias reuniones y debates llevadas a
cabo en la organización Seguridad en
Democracia (SED) en el año 2010.
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