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martes, 14 de enero de 2014

Las guerras civiles del Islán.

 

http://www.lanacion.com.ar/1654009-el-liderazgo-del-mundo-musulman

El liderazgo del mundo musulmán


 
En los últimos días, los atentados terroristas y enfrentamientos armados entre las milicias que responden a las dos principales vertientes del mundo musulmán, esto es entre los grupos armados "sunnis" y sus similares "shiitas" -que se califican, entre sí de "herejes"- se han intensificado y expandido significativamente. Como si la coexistencia entre ellos ya no fuera posible.
Detrás de la renovada ola de violencia bárbara hay una lucha por el poder regional y, en rigor, hasta por el liderazgo del mundo musulmán. Ella es la que se libra entre Arabia Saudita e Irán. La primera, como país líder de los "sunnis". Irán, en cambio, como conductora de los "shiitas".
La referida infección -violenta y desestabilizadora- se ha expandido rápidamente. Como reguero de pólvora. Y ya no se limita tan sólo a Siria, sino que ha contagiado a Irak y al Líbano.
En Irak, el horror caótico parece haber regresado

En Irak, luego de transcurridos dos años desde el retiro de los militares norteamericanos, el horror caótico de los peores momentos de la última década de los conflictos internos de ese país parece haber regresado. Con todas sus lamentables consecuencias.
Las fuerzas de las organizaciones armadas afines con Al Qaeda (con sus uniformes y banderas negras) han tomado recientemente el control de las tres principales ciudades de la provincia iraquí de Anbar, vecina tanto de Siria, como de Arabia Saudita.
Hablamos de Ramadi, Karma y Fallujah, muy cercanas a la propia Bagdad, desde que están emplazadas a sólo un centenar de kilómetros de ella. Ellas alojan a una población con conocidos perfiles extremistas y presencia mayoritaria de los "sunnis".
De los más de ocho mil muertos que generara el recrudecimiento del conflicto iraquí a lo largo del último año, una buena parte de ellos murió en Anbar. Fue precisamente en la ciudad de Fallujah -y su desierto- donde los norteamericanos tuvieron la tercera parte de sus bajas en Irak, en combates de una dureza similar a la de algunas batallas en Vietnam. En ellos participaron las tribus locales, algunas de las cuales combatieron del lado de los norteamericanos. Esas mismas tribus participan ahora en los nuevos episodios de violencia.
El sectarismo del presidente "shiita" de Irak, Nuri Kamal al-Maliki, ha echado constantemente leña a la hoguera en la que ahora arde buena parte de su país. Prueba de esto es que la bandera de Al Qaeda flamea sobre Fallujah. Y seguramente habrá esfuerzos por tratar de desalojarla. Más violencia, entonces, en la que la participación cambiante de las tribus locales complicará enormemente las cosas.
Los Estados Unidos, sin demasiada convicción, están entregando al gobierno iraquí misiles y aviones no tripulados, de modo de reforzar su capacidad de acción.
Los vacíos de poder han provocado el nuevo baño de sangre

De alguna manera, los vacíos de poder -tanto en Siria, como en Irak- han provocado el nuevo baño de sangre. Al Qaeda, ahora detrás de una nueva denominación, "El Estado Islámico de Irak y Siria", apunta a segregar parte del territorio de ambos países, para conformar un nuevo Estado islámico. Como si asegurar la integridad territorial de los Estados haya dejado de ser una prioridad para la comunidad internacional y su desintegración pudiera, en cambio, ser de pronto el camino para la paz.
También el Líbano es hoy escenario de ese mismo conflicto sectario. Los atentados suicidas con explosivos se suceden unos a otros, cobrándose casi siempre las víctimas que de pronto se transforman en blancos de una y otra parte.
Arabia Saudita, después del asesinato de su aliado Mohamad B. Chatah, acaba de poner a disposición del ejército del Líbano nada menos que tres billones de dólares para comprar armas y pertrechos. Para complicar aún más el complicado panorama regional, Hezbollah parecería estar trasportando misiles de largo alcance, desde Siria a sus instalaciones en el sur del Líbano, desarmados. Se trata, aparentemente, de los Scud, de fabricación iraní y de algunos SA-17 antiaéreos, en este caso de origen ruso.
La sensación es que de pronto estamos frente a una hoguera descontrolada, que puede transformarse en un incendio regional

En Siria, por su parte, los enfrentamientos entre las fuerzas del gobierno y los insurgentes se suceden y multiplican. En paralelo, las matanzas indiscriminadas de civiles inocentes continúan, con el clan Assad ahora en la ofensiva, con el auxilio de las milicias libanesas de Hezbollah y de los Guardias Revolucionarios iraníes, que combaten en Siria junto a las tropas del gobierno y han logrado inclinar la balanza del conflicto armado interno en favor de los Assad.
Al propio tiempo, la llegada a Siria de "jihadistas sunnis" provenientes de Arabia Saudita, Libia, Egipto y Túnez, que se unen de inmediato a los insurgentes del frente Al Nusra, afiliado a Al Qaeda, sigue también creciendo.
La sensación es que de pronto estamos frente a una hoguera descontrolada, que puede transformarse en un incendio regional. Sin que nadie esté, por el momento, en condiciones de frenar la deriva hacia la violencia, ni de poner coto a los enfrentamientos producto de la irracionalidad sectaria y fanática de las facciones que combaten entre sí. Un cuadro que luce peligrosísimo para la paz regional y que no cesa de crecer.

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