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martes, 20 de diciembre de 2016

Algo complicado: la geopolítica turco-rusa.

















por Carlos Pissolito


Las relaciones entre Rusia y Turquía nunca fueron buenas desde la época de los zares. Posteriormente, tras la disolución del Imperio Otomano, Turquía se convirtió en la muralla de Occidente contra el sueño soviético de conquistar las aguas cálidas del Mar Mediterráneo.


Si bien el reciente atentado contra el embajador ruso a manos de un extremista turco no es comparable a la muerte del Archiduque Francisco José que precipitó a la 1ra GM, sus consecuencias son potencialmente muy serias.


En principio, hay que admitir que los recientes avances por mejorar las relaciones bilaterales entre ambos países, desmejoradas tras el derribo de un caza ruso, hace poco más de un año por parte de Turquía, se verán nuevamente empantanadas.
Por otro lado, el incidente lo encuentra al Presidente turco Recep Tayyip Erdoğan muy mal parado. Tanto ante Rusia como ante Occidente. Ante la primera por motivos obvios y ante el segundo por una clara muestra de radicalización de parte de sus fuerzas de seguridad y, también, de sus fuerzas armadas.

Esto último no es un tema menor. Pues, desde la creación de la Turquía moderna estas fuerzas son las garantes del secularismo del Estado turco. Al respecto, se sabe que Erdoğan ha tratado desde su llegada al poder de cambiar este mandato en favor de posturas islamistas no tan moderadas.

Concretamente, se supo que Erdoğan en su conjura del último intento de golpe de Estado utilizó a los líderes religiosos para azuzar la resistencia civil contra los militares sublevados.

Si, por ejemplo, se comprobara alguna vinculación entre el atacante y estos clérigos, las sospechas occidentales de una islamización turca se verían más que confirmadas. 

Por último, otra consecuencia directa del incidente será una mayor complicación para lograr un cese del fuego en la guerra civil siria, pues ambos países tienen posiciones encontradas. Mientras Rusia apoya al sitiado Presidente sirio, Bashar al-Ásad, Turquía le ha comprado petroleo -probablemente en una cadena de favores mucho mayor- a sus enemigos más directos, el tristemente famoso Estado Islámico.

Finalmente, se puede concluir que este incidente ha desatado una serie de eventos que permanecen, aún, ocultos para nosotros. Pero, hay uno que destacar. El Presidente ruso, Vladimir Putin es un hombre formado en la inteligencia soviética y ha demostrado conocer y saber emplear las denominadas artes negras de esa especialidad en numerosas ocasiones. Nos preguntamos si no será esta una de ellas. 

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