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jueves, 16 de mayo de 2019

Ruido de Sables en el Medio Oriente.

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por Martin van Creveld


Una de las pocas cosas que me gustan de Trump es que, dos años y medio después de su presidencia, todavía no ha comenzado ninguna nueva guerra. En esto es muy diferente a algunos de sus predecesores. Incluyendo a Bill Clinton que, por razones que solo él y su Secretaria de Estado, Madeleine Albright entendieron, hicieron la guerra a Serbia. Incluyendo a George Bush Jr. que libró dos guerras, una en Afganistán y otra en Irak, de las cuales la primera fue estúpida y la segunda, fue tanto estúpida como gratuita. E incluyendo a Barack Obama, quien ayudó a convertir a Libia en un desastre sangriento del cual aún no se ha recuperado.











Como dijo el The New Yorker, los EEUU tienen una larga historia de provocación, instigación o lanzamiento de guerras basadas en amenazas dudosas, endebles o incluso fabricadas a las que supuestamente fueron sometidos por otros países. Solo hay que mirar lo que sucedió en 1846, cuando el presidente James Polk justificó la guerra entre México y los Estados Unidos al afirmar que México había invadido el territorio de los Estados Unidos; en ese momento, de hecho, la frontera aún no se había trazado y nadie sabía dónde se estaba ejecutando.

Cuando le llegó su turno, Abraham Lincoln, Woodrow Wilson y Franklin Delano Roosevelt usaron métodos similares. Como, de hecho, Lyndon Johnson pudo haberlo hecho cuando inventó los incidentes de la Bahía de Tonkín y los utilizó para iniciar su campaña contra Vietnam del Norte. Ahora Trump, por razones que solo él mismo conoce, está blandiendo su sable contra Irán. Incluyendo sanciones económicas renovadas y un aumento de sus fuerzas armadas en el Medio Oriente.

Como lo demuestran los misteriosos incidentes en el puerto emiratí de al-Fujairah, en todo esto hay un gran potencial para una escalada, deliberada o no. Cómo terminará nadie lo sabe. Lo que parece claro, sin embargo, son dos hechos básicos. Una es que primero Pakistán y luego Corea del Norte pudieron evitar las sanciones impuestas desde varios lugares y, sin embargo, adquirieron la bomba. Esto, al igual que la historia nuclear de algunos otros miembros del club nuclear, sugiere que, si Irán hubiera hecho que la creación de su arsenal fuera una prioridad absoluta como afirman los EEUU e Israel, habría tenido éxito hace mucho tiempo.

La otra es que la existencia de armas nucleares en manos de esos países, que tienen tradiciones bastante belicosas, han puesto fin a la guerra a gran escala entre ellos y sus vecinos. Siendo así, hay muchas razones hay para pensar que las mismas armas, como lo aseguran algunos  mulás que algún presidente estadounidense no les hará compartir el destino del coronel Gaddafi, por lo que harán lo mismo en el Medio Oriente.

¿Y dónde entran los aliados europeos de los Estados Unidos? Aquí solo puedo estar de acuerdo con Donald. No tiene sentido preocuparse por lo que Europa puede y o no puede hacer, quiere o no quiere hacer. Demasiado mezquina y demasiada desunida para desarrollar una verdadera fuerza militar, básicamente, todo lo que puede hacer es observar desde el costado mientras otros toman las decisiones vitales.
Como lo ha hecho tantas veces en el pasado.

Traducción: Carlos Pissolito.

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