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jueves, 19 de agosto de 2021

Afganistán: Preguntas que la gente se hace

As I please...





por Martin van Creveld

Galabiya afgana
Ahora que la retirada estadounidense de Afganistán se ha convertido en un hecho consumado, la gente de todo el mundo espera entender por qué y cómo sucedió. En particular, a juzgar por cualquier número de discusiones en la Red, las siguientes preguntas exigen respuestas.

¿Cómo se involucró Estados Unidos en Afganistán?

La participación de los Estados Unidos en Afganistán comenzó a principios de la década de 1980. Fue entonces cuando el presidente Reagan decidió ayudar a los muyahidines afganos (guerreros santos), que luchaban contra la ocupación soviética de su país, proporcionándoles armas, dinero y asesores. Utilizando métodos de guerrilla clásicos, durante casi una década los muyahidines acosaron al Ejército Rojo, que en ese momento muchos expertos consideraban el más poderoso del mundo. El número de víctimas afganas, incluidos los refugiados, se ha estimado en 2.000.000. Sin embargo, en 1989, habiendo sufrido quizás 13.000 muertos y sin nada que mostrar por sus esfuerzos, los soviéticos se rindieron y se retiraron al norte, a su propio país. Mientras lo hacían, los muyahidines ni siquiera se molestaron en dispararles.

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El vacío político resultante fue llenado por un grupo conocido como Talban (Estudiantes Religiosos). Ellos a su vez protegieron a Al Qaeda, una organización terrorista liderada por el saudita Osama Bin Laden y bien conocida por la comunidad de inteligencia estadounidense por otros ataques terroristas que había organizado. en varios lugares del mundo. Después del 11 de septiembre, cuando los talibanes se negaron a entregar a Bin Laden, el gobierno de los Estados Unidos de George W. Bush no tuvo otra opción que lanzar una ofensiva; cualquier otra decisión habría barrido, limpiamente, de su cargo.

¿Qué tan difícil fue el desafío que enfrentaron los estadounidenses

Afganistán ("país salvaje") ha presentado, durante mucho tiempo, a los aspirantes a conquistadores cuatro desafíos principales. Primero, el terreno, que es montañoso y, en muchos lugares, casi sin carreteras. En segundo lugar, el clima, que es continental y, en invierno, a menudo imposibilita el tránsito por semanas. En tercer lugar, el hecho de que no existe, ni ha existido nunca, un solo gobierno capaz de hacer la paz en nombre de toda la población con todas sus numerosas tribus, grupos y clanes.

Para empeorar las cosas para los estadounidenses, Afganistán es un país sin salida al mar ubicado en el otro lado del mundo de los EEUU. Si bien parte de la carga logística fue sostenida por el desarrollo de LOC (líneas de comunicación) a través de Pakistán, la consiguiente dependencia del transporte aéreo convirtió la invasión en una pesadilla logística enormemente costosa. No es que los estadounidenses no hicieran todo lo posible: invirtieron vastos recursos. En toda la historia, ningún otro país ha hecho nunca tanto. Al final, sin embargo, fue en vano.

Aun así, EEUU tenía las fuerzas armadas más poderosas del mundo, mientras que los talibanes no tenían un ejército regular, ni una fuerza aérea, ni un sistema de defensa aérea, ni computadoras, ni inteligencia artificial, ni ningún otro artilugio que se decía que era esencial para la modernidad de la guerra. Aparte de las minas, entre sus armas más importantes, estaban los rifles de asalto Kalashnikov, los morteros y los misiles antitanques, todos ellos baratos y fáciles de obtener y de operar. Muchos talibanes ni siquiera tenían uniformes y preferían usar sus tradicionales galabiyas (1). 

En cualquier caso, la galabiyas impedían, a menudo, a los estadounidenses distinguir entre los combatientes talibanes y la población civil, lo que a su vez no era raro que supusiera un gran número de bajas, eufemísticamente conocidas, como "daños colaterales", entre estos últimos.

En un nivel más profundo, fueron los talibanes y no los estadounidenses quienes tenían el factor más importante de todos: a saber, la voluntad de luchar por su país, por su religión y por sus tradiciones. Concretamente incluyendo aquella parte de ellos que regula todo lo referente a la mujer.

Vale la pena explorar este último punto con algo más de detalle. En cualquier sociedad que haya existido, las mujeres (y los niños) representan, con mucho, lo más importante que los guerreros tienen y por lo que luchan. Ergo, cualquier intento externo de interferir con las mujeres y los niños de los oponentes, seguramente, dará lugar a la resistencia más enérgica. ¡Es mejor morir que tener la esposa en los brazos de los conquistadores, dijo el héroe homérico Héctor! Al tratar de imponer el feminismo occidental en el país,  los Estados Unidos se aseguraron de que gran parte de la población nativa, tanto hombres como, a menudo, mujeres, resistieran con uñas y dientes. Que fue exactamente lo que hizo, especialmente en el campo.

¿Algo más?

Sí. Como dijo una vez el exasesor de seguridad nacional de Estados Unidos y secretario de Estado Henry Kissinger, los contrainsurgentes, mientras no ganen, pierden; la guerrilla, mientras no pierda, gana. En otras palabras, casi desde el principio del tiempo estuvo funcionando para los talibanes. En esencia, todo lo que tenían que hacer era esperar hasta que los estadounidenses se cansasen y se fueran. Lo cual, después de veinte años, lo hicieron.

¿Qué deberían haber hecho los estadounidenses de manera diferente?

Táctica y operativamente, uno puede pensar en muchas cosas que podrían haber hecho de manera diferente. Por ejemplo, al usar más borceguíes  en el terreno durante las primeras semanas del conflicto, podrían haber impedido que los talibanes, obligados por el bombardeo estadounidense a dispersarse en todas direcciones, escaparan y se reorganizaran. Como, entre muchos otros, lo hicieron Bin Laden y Mohamed Omar, el líder talibán directamente responsable de darle refugio.

Mucho más importante, a partir de 1945 ha habido una serie de conflictos armados en los que las fuerzas occidentales fueron derrotadas por las guerrillas locales. Piense en las luchas que derrocaron a los imperios holandés, británico, francés y portugués. Piense, sobre todo, en Vietnam. Después de esta experiencia, los estadounidenses deberían haber decidido, en secreto y con mucha antelación, cuánto debería durar la campaña, digamos, noventa días. Pasado ese período, deberían haber proclamado la victoria y retirarse. Aunque promete volver si es necesario, por supuesto.

Después de Bush, pero antes de Biden, vinieron los presidentes Obama y Trump. ¿Dónde encajaban?

Ambos heredaron una mala situación. Obama hizo lo mejor que pudo, enviando la “oleada” que registró algunos éxitos al principio, pero que terminó sin haber logrado nada. Trump, como de costumbre, hizo poco más que fanfarronear. En pocas palabras: ninguno de los dos tenía una oportunidad ni contra los talibanes ni contra su propia opinión pública, que durante mucho tiempo se había vuelto apática y, en la medida en que le importaba, no quería nada mejor que el fin del conflicto.

Para volver al principio, dado el número de derrotas occidentales que acabamos de mencionar, pensaría que debe haber habido voces de advertencia.

Había algunos. Algunos incluso predijeron que Afganistán terminaría como lo hizo Vietnam, con afganos pro estadounidenses aferrándose desesperadamente a los helicópteros de sus invitados. Sin embargo, se ahogaron en un poderoso coro de fervor patriótico y llamados a la venganza. Con el recuerdo de la "victoria" de 1999 sobre Serbia todavía fresco en la mente de la gente, el propio presidente Bush dio la pista. Afirmó que Estados Unidos había superado el llamado síndrome de Vietnam y estaba listo para tratar a sus enemigos como merecían ser tratados. Rara vez en la historia alguien ha demostrado estar más equivocado, supongo.

Pasemos del pasado al futuro. ¿Cuáles son las consecuencias más probables del fracaso de los Estados Unidos?

En el corto plazo, una pérdida significativa de prestigio que hará que los Estados Unidos vacile más antes invadir algunos países y que otros países tengan menos confianza en que los estadounidenses acudirán en su ayuda en su hora de necesidad. Esto, a su vez, afectará la posición de los Estados Unidos en todo el mundo. Incluida Europa, donde algunos países pueden comenzar a repensar su posición en la OTAN y con respecto a Rusia. Es mejor hacer un trato con Putin que confiar en Biden, dirán.

Mientras los Estados Unidos pierden, sus principales oponentes extranjeros, China y Rusia, se regodean por su fracaso. Con la esperanza de obtener ganancias, ambos le ponen el hombro a los talibanes, alegando que ellos mismos no son, ni han sido nunca, antiislámicos y prometiendo todo tipo de ayuda para reconstruir el país.

¿Y a la larga?

Como los británicos en la India, entre otros, aprendieron a su propia costa que Afganistán abandonado a sus propios dispositivos, nunca ha sido un vecino cómodo. Por un lado está el "gobierno" que, sin embargo, es corrupto de arriba abajo y no tiene el poder de controlar a los clanes y a ls tribus que viven en las provincias periféricas, en particular. Por otro lado, hay una población belicosa y, a menudo, bien armada, muchos de cuyos miembros hacen lo que les place, comportándose como si las fronteras no existieran. Agregue la ausencia de una burocracia adecuada para cerrar la brecha entre los dos, y todo lo que queda es un desastre espantoso.

Para usar una metáfora, actualmente la novia afgana, devastada por la guerra y, desesperadamente, pobre como es, está siendo cortejada no por uno sino por dos poderosos pretendientes. Quien gane, les deseo la mayor de las alegrías con ella.

Traducción y nota: Carlos Pissolito

Nota:

(1) La galabiya es un tipo de túnica blanca usada en países musulmanes, especialmente en Egipto y Sudán. Se utiliza tanto por hombres como por mujeres y es más habitual en regiones rurales. Como tal, el término no está admitido por la RAE. 

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