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domingo, 8 de julio de 2012

Paraguay: Inmediatez y apresuramiento.




Por Emilio Luis Magnaghi (*) - Domingo, 08 de julio de 2012 |A Fondo | emagnaghi


Ubicación geopolítica del bloque.
Las graves consecuencias que podría traer aparejada la decisión de suspender a la República del Paraguay como miembro pleno del Mercosur tienen que ver con el futuro de la región sudamericana. De no reverse esta situación, en la cumbre del 31 de julio próximo, los mediano y largo plazo de la región estarían seriamente comprometidos.
La falta de comprensión del enorme esfuerzo que representa un proceso de integración parece haber desbaratado un trabajo de años a partir de una decisión tomada en apenas unas horas. La inmediatez y el apresuramiento de las decisiones tomadas, primero en el ámbito del Mercosur y luego en el de la Unasur son, a mi entender, muy parecidas a las del procedimiento utilizado por el parlamento paraguayo para la destitución del presidente Fernando Lugo.



Me pregunto si se ha tenido en cuenta la importancia geopolítica del Paraguay con respecto al impulso de integración regional, claramente expresado por los países sudamericanos a partir de la constitución de un bloque como el Mercosur y luego la Unasur; también, si se han tenido en cuenta los intereses vitales compartidos que constituyen el fundamento de un proceso de “integración regional” como el que pretendemos construir.
La represa de la usina hidroeléctrica de Itaipú es el resultado de un arduo proceso de cooperación entre Paraguay y Brasil (1984), así como la represa de Yacyretá, emprendida entre el Paraguay y la Argentina (1994). Estos proyectos compartidos hicieron del Paraguay uno de los mayores exportadores de energía eléctrica del mundo; energía que consumen, en su gran mayoría, la Argentina y el Brasil. Para citar apenas un ejemplo de lo que significaría no contar hoy con este recurso estratégico compartido: en el año 2002 (22 de enero de 2002), la caída de tres líneas de transmisión provenientes de la usina de Itaipú dejó sin energía eléctrica a cien millones de personas en San Pablo, Río de Janeiro, Minas Gerais y Brasilia.
No es intención hacer una extensa exposición de los intereses vitales compartidos que se han puesto en peligro a raíz de esta inmediatez y apresuramiento en la toma de decisiones. Podemos mencionar, además del anterior caso, el sistema (hidrovía) Paraguay – Paraná – Plata, que nace en el Puerto Cáceres (El Pantanal), en Brasil, y llega al puerto Nueva Palmira, en Uruguay. Constituye uno de los mayores sistemas navegables del mundo, que une –no es casualidad– los cuatro países fundadores del Mercosur (Brasil, Paraguay, Uruguay y Argentina) y que ha sido, desde siempre, un factor de cohesión histórica, humana y económica de nuestras naciones.
El apresuramiento (y la inmediatez) tampoco hizo advertir a los mandatarios –ni a sus asesores– sobre los inconvenientes que traería, además, la inclusión de Venezuela al Mercosur que, a pesar de sus dificultades, aún sigue siendo el bloque más armónico de la región. ¿El hecho de que Paraguay esté suspendido, significa que tenga suspendidos también sus derechos dentro del bloque?
El canciller uruguayo, Luis Almagro, lo puso en duda esta semana, cuando aclaró que nada era definitivo, dado que si todos hubiesen estado seguros, Venezuela sería ya miembro del Mercosur desde el pasado viernes 29 de junio, cuando se decidió la suspensión de Paraguay. Sin embargo, se resolvió esperar hasta el 31 de julio para tratar esa cuestión. ¿Por qué el canciller de Uruguay dijo que, mientras el Senado paraguayo no lo apruebe, el ingreso de Venezuela al Mercosur no será posible?
Esta suspensión del Paraguay, que es uno de los miembros fundadores del bloque, sumada al ingreso por la ventana de Venezuela y el no esperar que se realicen las elecciones en Paraguay, para recién volver a tocar el tema, es a lo que me refiero cuando digo “inmediatez y apresuramiento”. Circunstancias que no se darían de seguir el veto del Senado paraguayo.
Las expresiones del vicepresidente uruguayo, Danilo Astori, sobre que con el ingreso de Venezuela se produce una “herida grave” al Mercosur, porque el ingreso de un miembro pleno debe ser aprobado por todos los miembros plenos ya existentes, pareciera no excluir al Paraguay aunque esté ahora suspendido, parecen dar a entender que, al menos, no hay una unanimidad de criterios. Esto ha producido, además, una controversia en el seno del gobierno uruguayo.
La renuncia, durante el desarrollo de la cumbre, del brasileño Samuel Pinheiro Guimaraes, un alto representante del Mercosur, fue también llamativa. Según los dichos de los periodistas brasileños acreditados, Pinheiro Guimaraes expresó que “no estaba de acuerdo en cómo se estaba planteando el tema de Paraguay” y que la exclusión de ese país era lo que había provocado su virtual “portazo”. Expresó también –y este no es un dato menor– “que las políticas europeas, estadounidenses y chinas contribuyen fuertemente a un proceso de desindustrialización de las economías del bloque, y que esto constituye un riesgo para el desarrollo de las economías nacionales que genera profundas consecuencias sociales”. Quién quiera entender, que entienda.
Alguien se ha preguntado qué pasará si Paraguay decide renunciar al Mercosur y “unir su destino” a una potencia extrarregional, ligando sus intereses vitales a una alianza estratégica que tenga intereses hegemónicos ajenos a nuestros propios intereses.
Sé que los dogmáticos –¡Ay de los dogmáticos!–, que en nuestra América subdesarrollada y meridional son tan exitosos como la indigencia, me responderán con una “norma”: la adopción de la “cláusula democrática” y la “Declaración de compromiso democrático en el Mercosur” (San Luis, 1996), la que estableció que “la plena vigencia de las instituciones democráticas es condición esencial para la cooperación en el ámbito del Tratado de Asunción, sus protocolos y demás actos subsidiarios” y que “toda alteración del orden democrático constituyen un obstáculo inaceptable para la continuidad del proceso de integración”, a la que adhiero, y que lleva a la suspensión del derecho de participar en los foros del Mercosur, como de los derechos y obligaciones emergentes de las normativa subregional.
A ellos, los dogmáticos, quiero decirles que, en la “América Latina” (como ellos gustan nombrarla), en los últimos 15 años –nada más y nada menos– 13 presidentes no terminaron sus mandatos, o por falta de gobernabilidad o por des-manejo del congreso (poder legislativo). Que siempre las caídas fueron precedidas por brotes de gran inestabilidad, producidas por carencias (siempre) de gobernabilidad.
Y que la decisión de separar al Paraguay del Mercosur y de la Unasur, poniendo en peligro el proceso de integración regional, me da la impresión de que se parece intrínsecamente al procedimiento utilizado por el parlamento paraguayo para la destitución del ex presidente Fernando Lugo.
Porque a Lugo no lo derrocó un golpe de Estado inconstitucional. Antes, estuvo el voto del pueblo, que diseñó un congreso (poder legislativo) al gusto del pueblo. ¿Que hubo errores de procedimientos? ¡Saltan a la vista!, pero las Naciones –y la Unasur se proyecta como una Nación para el siglo XXI– se construyen sobre bases sólidas, y las “bases sólidas” requieren pensamiento estratégico, lo que significa: “nada de dogmatismos”, “líderes inteligentes” y “mucho coraje”.
Sí, ya sé, el coraje es lo menos abundante en la naturaleza; seguro, mucho menos que la inteligencia.

(*) Abogado, analista en defensa nacional y empresario.

FUENTE: http://www.diariouno.com.ar/afondo/Inmediatez-y-apresuramiento-20120708-0033.html

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