Por
Steven Metz, 10 Oct 12.
El CCJO
es un documento ambicioso que intenta proveer una “visión superior de cómo las
fuerzas operarán en el futuro.” Su tema central son las, “operaciones globales
integradas”. De acuerdo con la idea de que las FFAA de los EE.UU. deben
aprender a, “combinar capacidades rápidamente entre sí y con otros actores a lo
largo de dominios, escalones, fronteras geográficas y afiliaciones
organizacionales.” Mientras las amenazas y los desafíos emergen, la red de los
EE.UU. y las fuerzas de sus colaboradores deberán, “formarse, evolucionar,
disolverse y reformarse.”
Los
conflictos del fututo estarán, también, impulsados por la “dinámica
transnacional,” con el espacio y el ciberespacio convirtiéndose crecientemente
en dominios importantes. Porque los medios de comunicación social, la
tecnología celular y de video harán posible la transmisión en vivo de las
operaciones militares, permitiendo a “la mayor parte del mundo observar a los
acontecimientos en tiempo real.” Para ser exitoso en este ambiente, las FFAA
del futuro de los EE.UU. usarán crecientemente capacidades de “baja firma o
bajo perfil” como operaciones espaciales y sistemas de ataque global. También, les
hará falta una “experiencia regional profunda” para operar en ambientes
culturales diversos.
Tanto por
lo nuevo enfatiza como por lo no discute, es que la CCJO es importante. Cuatro
aspectos saltan a la vista.
El
documento menciona la actual proliferación de las armas de destrucción masiva
(ADM) y habla sobre las operaciones “contra ADM”. Ello sugiere que las FFAA de
los EE.UU. deben estar en capacidad de destruir u obtener el control de las ADM
en manos enemigas. Pero la CCJO no discute cómo las FFAA de los EE.UU. podrían
operar en un ambiente contaminado por un intercambio nuclear, terrorismo
nuclear o el uso de armas químicas o epidemias a gran escala, en orden de
derrotar a un enemigo, estabilizar un área, ayudar a restablecer los servicios
básicos y la gobernabilidad o proveer ayuda humanitaria, si esto es lo que se
ordena. Aunque esto sea improbable, es concebible dada la proliferación de ADM.
Durante la Guerra Fría, los EE.UU. se preparó para las condiciones que seguirían
a un campo de combate después de un ataque químico o nuclear. A las tropas se
les entregaron equipos de protección y se las entrenó con el mismo. Hoy, hay
poco entrenamiento en situaciones en que las ADM son usadas. De hecho, hay solo
unas pocas unidades especializadas para responder a un incidente con ADM, pero esta carencia no está internalizada en
los militares, a pesar de las funestas tendencias de proliferación nuclear a lo
largo del mundo.
Segundo,
mientras que la CCJO admite que los adversarios del futuro tendrán
probablemente algunas capacidades avanzadas, no considera una situación en la
cual estos enemigos tengan una ventaja tecnológica, al menos en algunas áreas
importantes. Desde los años 50, el planeamiento de las FFAA de los EE.UU. ha
asumido una superioridad cualitativa y tecnológica respecto de sus adversarios.
Durante la Guerra Fría, por ejemplo, los militares creyeron que el Pacto de
Varsovia podría tener más tropas, tanques, aviones en una guerra con la OTAN,
pero todos ellos serían de menor calidad respecto de los de la alianza. La
actitud sigue. Pero, dado que la mayor innovación tecnológica hoy proviene no
de los laboratorios de defensa sino del sector privado y, en consecuencia, puede
caer en las manos de quien tenga el dinero para comprarlas, existe al menos la
posibilidad, de que en el futuro las FFAA de los EE.UU. puedan entrar en un
conflicto con un enemigo que tenga una ventaja tecnológica. Sería prudente
considerar esta posibilidad antes de enfrentarla en el campo de combate.
Lo
tercero, la CCJO no menciona la posibilidad de cambios revolucionarios en los conflictos
armados que emerjan de una innovación proveniente del sector privado. Con todo
lo que está pasando en los terrenos de la robótica, la computación por nube,
los nuevos materiales. Las nuevas fuentes de energía, la nanotecnología, la
impresión en 3D, la ingeniería genética y en muchas otras áreas, hay una
posibilidad razonable de que alguien pueda darse cuenta cómo integrar todas
estas ventajas en una forma radicalmente nueva de actividad militar. De nuevo,
sería mejor pensar en esto ahora.
Finalmente,
la CCJO no menciona la posibilidad de prolongadas guerras a gran escala entre
naciones. Mientras hay una creencia generalizada entre los militares
profesionales y en otros expertos de defensa de que esta forma de conflicto, la
cual estuvo en el foco de la estrategia en los últimos tres milenios, puede
haber desaparecido para bien; otros argumentan que puede ser peligroso
olvidarla del todo. Después de todo, los expertos de defensa han predicho, o al
menos han esperado, la extinción de las guerras entre potencias en el pasado;
ya sea por el desarrollo de organismos internacionales y la ley, la integración
económica, las armas nucleares o el rechazo popular a los costos de la guerra,
solo para probar que estaban equivocados.
¿Da en el
blanco la CCJO? Seguramente que representa el pensamiento de militares profesionales
inteligentes y aun brillantes y que no contiene errores evidentes. Pero, los
puntos centrales están en los énfasis que hace. ¿Son las cosas no mencionadas o
declaradas sin importancia importantes? O ¿La CCJO ha hecho bien en dejarlas
así? Solo el tiempo lo dirá, pero el documento merece la crítica pública, tanto
como un chequeo adicional como una validación que ayude a los norteamericanos a
entender hacia donde se dirigen sus FFAA.
Traducción: Carlos A. Pissolito.
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