por Gretel Ledo - 29 Ene 2013.
Bajo el
objetivo máximo de avanzar en un acuerdo birregional de intercambio, los
miembros de la CELAC (Comunidad de Estados Latinoamericanos y Caribeños) y la UE
(Unión Europea), se dieron cita el pasado 26 y 27 de enero en Santiago de
Chile.
La alianza
comercial existente entre la UE y la CELAC es relevante: la Unión es el
principal inversionista directo de Latinoamérica y el Caribe, el primer
cooperante y el segundo socio comercial. En su carácter de primer inversor en
América Latina, la UE arroja cifras de inversión extranjera directa de 385 mil
millones de euros en 2010. Según expresó el Embajador de la UE en Chile, Rafael
Dochao Moreno “… Europa está invirtiendo más en América Latina que lo que está
invirtiendo en Rusia, China e India juntas”.
La CELAC,
organización regional intergubernamental que reúne a los países de América
Latina y el Caribe, sin la injerencia de los Estados Unidos y Canadá, fue creada
en febrero de 2010 en México, como resultado del Grupo de Río y la Cumbre de
América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo (CALC). Su objetivo de
máxima: promover la integración y el desarrollo de los países
latinoamericanos.
La cumbre
presidencial de la que participaron los 33 miembros de la CELAC y los 27 de la
UE, sumado a los Presidentes del Consejo Europeo, el belga Herman Van Rompuy y
de la Comisión Europea, el portugués José Manuel Durão Barroso, tendió a la
búsqueda de una “Alianza para un Desarrollo Sustentable: Promoviendo Inversiones
de Calidad Social y Ambiental”.
Los
resultados de haber prosperado este gran evento se habrían hecho sentido para
ambas partes. Por un lado, la CELAC ampliaría su horizonte de intercambios; por
el otro, Europa, encontraría respuesta a tantos de los interrogantes que se han
suscitado en torno a la última crisis considerando que la situación económica y
financiera presenta grados de incertidumbre relevantes. Bajo esta visión,
América Latina y el Caribe podrían transformarse en el horizonte de
posibilidades de un esquema de integración mayúsculo de tipo económico y
energético.
Aspiraciones no
concretadas
Claramente
fueron dos los paradigmas enfrentados: a favor de la desregulación y en contra.
De un lado de la mesa de diálogo se sentaron cómodamente Alemania (Angela
Merkel), Brasil (Dilma Rousseff), Chile (Sebastián Piñera), México (Enrique Peña
Nieto) y Colombia (Juan Manuel Santos) en pos de liberar los mercados. Del otro,
Argentina (Cristina Fernández de Kirchner) y Venezuela (representada por el
vicepresidente Nicolás Maduro) en la defensa del proteccionismo.
Merkel fue
clara: “una competencia justa, es la mejor manera de desarrollar nuestra
relación birregional”. Abogando por esta visión, Piñera destacó que el rapporto UE-CELAC precisa de una mayor
libertad de comercio, innovación, emprendimiento y menos proteccionismo. Ésta es
la palabra clave en boca de figuras claves. Herman Van Rompuy lo criticó
ferozmente al elogiar a la eurozona como la mejor economía del mundo y declarar
al comercio como el vehículo imprescindible para favorecer la recuperación
económica.
En tanto
nuestra Presidenta, le cuestionó a las delegaciones europeas la ausencia de
contemplación de asimetrías comerciales. En este sentido, aseveró: “…el
desarrollo de industrias emergentes e incipientes que presentan algunos países
de nuestra región frente al consolidado desarrollo de la UE, exige que sean
consideradas esas asimetrías para evitar perjuicios a nuestros pueblos”.
Más allá de
la necesidad de modificar las premisas iniciales de negociación 2004-2010, el
punto más preocupante es la fragilidad intra-Mercosur. La situación actual del
Paraguay, abrió las puertas a nuestra Presidenta para solicitar la constitución
de una comisión ad-hoc a la espera de
elecciones presidenciales para agosto a los fines de elaborar una oferta a
presentarse el último trimestre de este año ante la UE. La hilacha institucional
de nuestra región se dejó ver. Sumado a ello, la misma Venezuela intentó hacer
la vista gorda a las expectativas de la UE: las garantías jurídicas para las
inversiones extranjeras. Este punto crucial defendido por los europeos , cual es
la seguridad jurídica en las inversiones, motivó una manifestación expresa de
Caracas oponiéndose a su inclusión en la declaración final. Pese a ello, el texto aprobado enfatiza que
las dos regiones reconocen la importancia de marcos reguladores “estables y
transparentes” que proporcionen “certidumbre legal para los operadores
económicos” en el contexto de impulsar inversiones de calidad social y
medioambiental, así como un firme respaldo a las inversiones y el comercio
internacional como fuente de desarrollo sostenible.
Es
fundamental la legalidad internacional. Respetar los acuerdos y guardar la
palabra empeñada, pacta sunt
servanda. Cuando se pierde la confianza, no hay marcha atrás para una
perspectiva inversionista. Esto va más allá del perjuicio económico y
financiero, alcanza la esfera de la credibilidad. La seguridad jurídica es la
base firme sobre la cual se tejen todo tipo de acuerdos, de pequeños a grandes.
Reglas de juego claras y precisas para ser respetadas por ambas partes. Ahí
nacen los pactos y se gana la confianza.
Por su
parte, la asunción de la presidencia pro-témpore de Cuba en la CELAC, coloca a
la isla bajo la lupa de muchos observadores que esperan con ansias vislumbrar
las tácticas de negociación a nivel birregional.
Actores
claves con un protagonismo singular. Sin duda nuestro gobierno sentó puntos
claros plantándose ante la misma Alemania.
Sería
plausible que en vez de tomar dos paradigmas contrapuestos, se bregue por un
punto intermedio, es decir, avanzar por un acuerdo de intercambio a partir de
una libración gradual. Las acusaciones cruzadas de proteccionismo mutuo, ha sido
el óbice para congelar cualquier tipo de acuerdo. Cuando hablamos de una
apertura gradual, hacemos referencia a la regulación de ciertos aspectos para
evitar la afección de la industria nacional.
La clave
para negociar con éxito en igualdad de condiciones, exige al menos una
consolidación institucional del Mercosur en tanto bloque dejando así el simple
estadio de unidad económica para elevarse al de unidad política. Desafiémonos a
abrazar en fe, antes de finalizar este 2013, un Mercosur diferente.
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