Estrategia - Relaciones Internacionales - Historia y Cultura de la Guerra - Hardware militar. Nuestro lema: "Conocer para obrar"
Nuestra finalidad es promover el conocimiento y el debate de temas vinculados con el arte y la ciencia militar. La elección de los artículos busca reflejar todas las opiniones. Al margen de su atribución ideológica. A los efectos de promover el pensamiento crítico de los lectores.

viernes, 6 de junio de 2014

Efemérides: El Desembarco de Normadía.




A 70 AÑOS DEL DESEMBARCO DE NORMANDIA.


Por Emilio Luis Magnaghi (*)

Siendo las guerras como han sido, un hecho cultural complejo, y que ha puesto a prueba a todas las cualidades humanas. No es de extrañar que la misma pueda ser relatada desde varios puntos de vista. Uno, el más común, es hacerlo desde la perspectiva de los comandante militares o de los soldados que hicieron la campaña.

Paracaidistas aliados se equipan frente a 
un C-47 antes del día "D".
Pero, no es extraño, tampoco, el hacerlo a través de los instrumentos que acompañaron a los actores de tan difíciles trances. Lejos de su valor meramente utilitarios, las armas, los equipos –cualquiera fuera su naturaleza- pasaron, también,   a ser estrellas, por derecho propio, de estas historias.

Por ejemplo, en este sentido, suponemos que un legionario romano recodaría con cariño a su escudo cuadrado y a su espada falcada. También, a su casco, el que más allá de protegerlo en las batallas, alguna vez, le habrá servido de palangana improvisada o de olla para el guiso del día.


Saltando las eras históricas y posicionándonos en el tema que nos ocupa. Vale decir en las vísperas de un nuevo aniversario del Desembarco de Normandía. Podríamos mencionar a algunas de las armas y equipos más emblemáticas del ajuar guerrero Aliado. Por ejemplo, icónico jeep 4x4, el tanque Sherman, la pistola Colt calibre. 45 y el avión de transporte C-47 Skytrain.

Este último, el C-47, es quien será la estrella en esta historia. Nació civil, ya que era en realidad, una modificación militar del popular avión de transporte comercial conocido como DC-3. Un bimotor de ala baja con una capacidad para 28 soldados equipados o 2.700 kilos de carga. Como tal se convirtió en el caballito de batalla para el transporte de tropas y carga y para su lanzamiento mediante paracaídas.

Tan grande fue su popularidad que se produjeron más de 10.000 de ellos. Constituyéndose en un elemento vital para el apoyo de las campañas aliadas, en las inaccesibles selvas de Nueva Guinea y Burma, entre otros lugares remotos. Pero, fue un 6 de junio de 1944, conocido como el famoso Día “D” o el Desembarco de Normandía. La jornada que marcó el comienzo del fin del dominio nazi sobre Europa. En el que el C-47 entró en el hall de la fama.

Como tal, el Desembarco de Normandía es considerada la operación anfibia más grande de la historia. Pero, estos desembarcos debieron ser precedidos por un asalto aerotransportado que tomara a las muy preparadas defensas alemanas por sorpresa, impidiéndoles reaccionar contra los vulnerables buques y lanchas que se aproximarían a las costas de Normandía ese día. No en vano, a esta operación de cobertura se le daría el nombre de clave de “Guardaespaldas”.

La meteorología de la jornada elegida distó de ser la ideal para las actividades de vuelo y lanzamiento. Pero, contribuyó a lograr la sorpresa; ya que los defensores nunca estimaron que los Aliados se animarían a volar y a navegar con ese clima.

“Utah”, “Omaha”, “Gold”, “Juno” y “Sword” fueron los nombres claves seleccionados en los cuales unos 24.000 soldados aliados tocarían tierra. Pero, antes que ellos, más precisamente a las 00:13 de ese día, unos 13.000 paracaidistas de las divisiones aerotransportadas norteamericanas 82 y 101 se lanzaron al vacío desde sus C-47 y detrás de la líneas alemanas en la Península de Cotentin. Una saliente perteneciente a la región de La Mancha, que se extiende entre el estuario del río Vire y la desembocadura del río Ay, al noreste de Normandía.

La gran presencia de nubes obligó a los aviones a volar dispersos. Perdidos en la densa niebla muchos paracaidistas fueron lanzados lejos de las zonas de lanzamiento previstas. Incluso algunos de ellos perecerían ahogados al caer en zonas pantanosas. Otros, por debajo de las alturas mínimas de lanzamiento, sin que sus paracaídas pudieran abrirse siquiera.

Pero, repuestos del desconcierto inicial. Los paracaidistas se reagruparon, atacaron y conquistaron los objetivos previstos. En su mayoría estos eran puentes sobre los ríos Douve y Merderet. Ambos a las espaldas de los defensores alemanes. De allí su importancia estratégica. Ya que nadie combate bien cuando sabe que sus vías de escape se encuentran en poder de su enemigo.

En una segunda ola, llegaron los refuerzos de tropas y el equipo pesado a bordo de planeadores remolcados por los C-47 que habían sobrevivido al castigo de la primera.

A las 24 horas de los lanzamientos iniciales, unos 2.500 paracaidistas, solo un tercio de la fuerza inicialmente prevista, seguían combatiendo en forma organizada. Paradójicamente, esta falta de coordinación y dispersión desorientó a los alemanes, quienes no supieron reaccionar adecuadamente ante la invasión. Perdiendo un tiempo valioso, el que fue aprovechado por los Aliados para reforzar sus respectivas cabezas de playa y avanzar hacia el interior. La operación Guardaespaldas había cumplido su labor. La liberación de Europa estaba iniciada.


El autor de la nota en los mandos del T-104.
Muchos C-47 no volverían del día “D” ni de sus empleos subsiguientes. Otros, sobrevivirían, pese al duro castigo recibido durante esas jornadas de gloria e infortunio. Entre estos últimos supervivientes se encontraba nuestro T-104. Y digo nuestro porque uno de esos C-47, veteranos del desembarco de Normandía, pidió y se le dio ciudadanía argentina. Primero, como avión de nuestra aerolínea de bandera, Aerolíneas Argentinas. Y luego, como integrante de la Vta Brigada Aérea de nuestra Fuerza Aérea.

Extrañando seguramente sus días de gloria, nuestro T-104 se dio, aún, algunos gustos. Fue avión presidencial y hasta llegó a hacer tareas de enlace y patrullaje costero durante la Guerra de Malvinas. Hoy descansa de sus azarosos años de servicio en nuestro museo de Santa Romana. Como un mudo testigo del mayor desembarco de la historia militar y de la última guerra convencional del siglo XX librada por nuestro país.

(*) El Dr. Emilio L. Magnaghi es Director del Centro de Estudios Estratégicos para la Defensa Nacional “Santa Romana”.

No hay comentarios: