Estrategia - Relaciones Internacionales - Historia y Cultura de la Guerra - Hardware militar. Nuestro lema: "Conocer para obrar"
Nuestra finalidad es promover el conocimiento y el debate de temas vinculados con el arte y la ciencia militar. La elección de los artículos busca reflejar todas las opiniones. Al margen de su atribución ideológica. A los efectos de promover el pensamiento crítico de los lectores.

lunes, 23 de enero de 2017

FRASES SANMARTINIANAS...





















por Carlos Pissolito

Hasta donde conocemos el General don José de San Martín fue un buen dibujante. Así los prueban su completo equipo de dibujo y su diseño de la bandera del Perú que pueden verse en nuestro Museo Histórico Nacional.
Sin embargo, no fue muy afecto a la escritura. A diferencia de Simón Bolívar o George Washington, entre otros próceres de esa magnitud, no nos ha dejado una extensa colección de escritos. Solo cartas a sus pocos amigos y breves directivas a sus subordinados.

Para colmo de males, la boba historiografía que lo rodeó por mucho tiempo, pareció concentrarse en la imagen del abuelito bueno. Nunca en la del estratega, en la del conductor político y militar.

Al efecto, se han citado hasta el hartazgo, por ejemplo, sus máximas a su hija Merceditas. 

Por este motivo, pero por otros que explicaremos más adelante, queremos traer a la memoria sus duras palabras volcadas en su ordenanza al Ejército Libertador, emitidas en el cuartel general de El Plumerillo, unos meses antes de la gran campaña:
Estas rezan así:

"La patria no hace al soldado para que la deshonre con sus crímenes, ni le da armas para que cometa la bajeza de abusar de estas ventajas ofendiendo a los ciudadanos con cuyos sacrificios se sostiene. La tropa debe ser tanto más virtuosa y honesta, cuanto es creada para conservar el orden, afianzar el poder de las leyes y dar fuerza al gobierno para ejecutarlas y hacerse respetar de los malvados que serían más insolentes con el mal ejemplo de los criminales. La Patria no es abrigadora de crímenes."

No cabe duda de que hay que leer la cita varias veces para calibrarla con serenidad. A la par de analizar el contexto en el que fue escrita.

Corría el año de 1916. Uno lleno de definiciones forzadas. Y decimos forzadas, porque fue -precisamente- San Martín quien se vio en la postura de tener que impulsar la declaración de nuestra Independencia. En circunstancias en las que nuestro destino parecía pender de un hilo.

A los pocos días del aquel recordado 9 de julio, San Martín sugirió que se le agregara a la famosa acta: "y de toda dominación extranjera." Pues, solo el Reino de España amenazaba nuestra naciente independencia, también el de Portugal, entre otros. 

Solo su voluntad política, sumada a su maestría estratégica fueron la principal causa eficiente que todo terminara, más o menos, bien para nosotros. Por supuesto, que hubo quienes lo apoyaron, como don Juan Martín de Pueyrredón; también, una legión de opositores.

Nos preguntamos por qué este párrafo nos sigue llamando la atención, aún, hoy, a 200 años de haber visto la luz.

Muy sencillo, pues sus advertencias siguen vigentes. Lamentablemente, lo que San Martín supo hacer en forma sutil. Vale decir influir en las decisiones de sus mandantes civiles. Otros, lo convirtieron en casi una práctica deportiva. La de los planteos y asonadas militares. Llegando, incluso, durante el Proceso de Reorganización Militar a conformar aquello de "deshonrar con sus crímenes."

Para colmo de males, como reza el dicho, aquí la culpa no ha sido solo del chancho, sino de quien le ha dado de comer. Porque si los militares no supieron sujetarse al control civil, tampoco hubo uno que superara los prejuicios y los celos y que los mandara en función de un fin superior.

En nuestro pasado reciente supimos sufrir tres rebeliones militares. Su origen, no fue como muchos creen, un intento de golpe de estado. Sino una muestra de insatisfacción militar contra su propia cadena de mando. Por aquello de que los subordinados pierden el respeto a sus superiores cuando, éstos pierden la vergüenza.

Me dicen que hoy como ayer los que mandan carecen del respeto de los que obedecen. Mal augurio. Pues, lo que mantiene unido a un cuerpo militar, no es su soldada ni su equipamiento.
Sino dos cosas muy baratas, pero invaluables. La primera, una misión. De preferencia difícil. Y segundo, la ejemplaridad de los que mandan.

Sin estos elementos, los ejércitos mejor pagados y equipados del mundo no son más que una banda y no valen  gran cosa. 

No hay comentarios: