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miércoles, 31 de mayo de 2017

La soberanía bien entendida empieza por los puertos.


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Por  FERNANDO MORALES

CIUDAD DE BUENOS AIRES. Tal como lo explican sin tapujos los funcionarios más allegados al presidente Mauricio Macri, el mandatario no es afecto a tener “superministros” que concentren demasiado poder. De allí que en este momento el país cuente con la mayor cantidad de ministros y secretarios de Estado en toda su historia, al punto que la tradicional cartera de Economía está partida en 3. Pero "lo esencial es invisible a los ojos", le enseñó el zorro al Principito. ¿Habrá hablado él de Guillermo Dietrich, ministro de Transportes de la Nación?


En teoría al menos, el accionar de todas las carteras es coordinado y armonizado por el trío que encabeza el Jefe de Gabinete, Marcos Peña, y sus dos vice ministros y –de funcionar bien- esa coordinación debería hacer que algunas barbaridades que se pergeñan en alguna cartera o terminen siendo un búmeran que atente contra el conjunto de la gestión o lo que es peor contra la Patria misma.

Sabido es que, desde su llegada a la cartera de Transportes, el ministro Guillermo Dietrich, la emprendió contra todo lo que, a su parecer, podría esconder algún nicho corporativo o sesgo sectorial que atentara contra una mayor competitividad a la marca “Argentina”.

Y, si bien nadie puede culpar a un funcionario por querer convertir en productiva y eficiente al área puesta bajo su responsabilidad, este particular funcionario parece no entender que algunas cosas se pueden hacer, y otras no.

En especial que... algunas que se pueden hacer, no se deberían hacer.

Resulta ser, entonces, que dentro de la 'herencia recibida' el apodado “Guillo” se hizo cargo de una deteriorada (por no decir inexistente) política en materia de transporte fluvial y marítimo, con una paupérrima industria naval y un sector portuario donde todo estaba por hacerse.

Siguiendo la partitura oficial, él cargó todas o casi todas las culpas contra el mega empresario sindicalista, Omar Suárez; aplaudió su detención y se asoció con otro gremialista más empresario que el hoy detenido “Caballo” en su afán de demostrar que “sí se puede”.

En su afán por romper los negocios del “Caballo en cautiverio” la emprendió, en primer término, contra lo que denominó “pool empresario” relacionado con la actividad del remolque de buques.

Esto es, la asistencia que embarcaciones de menor porte le brindan a los grandes navíos que ingresan o egresan de nuestros puertos durante sus maniobras de amarre o desamarre y durante su navegación en aguas restringidas.

El ministro centró su accionar en el estratégico tema de los buques que traen el gas para las redes domiciliarias, y mediante una licitación más digna de la gestión K que de la de Cambiemos, terminó entregando el estratégico servicio a una empresa de capitales daneses que, hasta el presente, se encuentra cuestionada por la Justicia a causa de violar la legislación que prohíbe a empresas que operan en islas Malvinas hacerlo en el país, con el agravante que esta firma se asoció a nivel local con la misma firma que utilizaba el “Caballo en cautiverio” para llevar adelante sus supuestos ilícitos. Alguien dirá: "¿Raro, no?"

Más raro aún es que cuando la Justicia restringió el accionar de estos buques traídos por “Guillo”, la operadora local de los mismos, contrató como refuerzo un remolcador propiedad de una de las empresas que se le reputan a Omar Suárez como 'propias'.

Sin lugar a dudas, ver finalmente zarpar al rompehielos Almirante Irizar fue emocionante. Ahora… salió remolcado por remolcador interdicto por la Justicia por supuesta violación a una legislación que protege la soberanía en Malvinas…. Otro también dira: "¿Mucho, no?".

Pero, en su incesante afán por bajar y bajar costos, (aunque esa baja de costos no se refleja en la baja de ninguna tarifa sino que sólo es un alivio para las empresas extranjeras que operan en el país), ahora “Guillo” está a punto de dar otro paso.

Él se encuentra por autorizar el ingreso de una naviera chilena para sumar su flota de remolcadores al servicio de asistencia a la entrada y salida de buques cargueros en varios puertos del país.

Todo bien con la ausencia de hipótesis de conflicto, la hermandad latinoamericana y la Patria Grande. Pero hay algunas cuestiones denominadas “estratégicas” que los países suelen reservarse para sí.

Alguno podría afirmar que una flota petrolera de capital trasandino mueve la mayor cantidad de combustible entre nuestros pozos petroleros y nuestras destilerías, y una flota que trabaja para la corona británica pelea en la Justicia por seguir siendo la que ingrese a los vitales buques gaseros, y ahora también en manos de capitales extranjeros, estará la llave del comercio exterior nacional y -¿por qué no decirlo?- de la eventual entrada y salida de buques tal vez un poco más sensibles a nuestra soberanía.

Otro podría desafiar a que intenten que una empresa argentina consiga similar negocio en Chile, a ver qué le responden.

Todo parece apuntar a poner en caja a las navieras nacionales a las que tal vez se las podría “reconvenir” sin necesidad de llevarlas tal como parece ser la idea a la desaparición.

Esta obsesión con la baja de costos parece no calar tan profundo cuando se sigue demorando el tratamiento del proyecto de ley sobre fomento a la Marina Mercante que el Senado aprobó por unanimidad y que prevé algunos mecanismos que procuran casualmente dar competitividad al sector.

El propio Estado Nacional que “Guillo” representa sigue sin entender que, si a un remolcador que navega la hidrovía con bandera paraguaya se lo exime del IVA al cargar combustible, mientras que a uno igual pero de bandera argentina se le cobra, la competitividad se va al lugar más alto de los viejos navíos a vela (el carajo).

Si por cada $100 que gana un marino, el armador paga $53 adicionales al Fisco y por otra parte ese mismo Fisco le quita $35 al trabajador, mientras que el resto del Mercosur maneja una relación salario/tributo totalmente distinta, por mucho que "Guillo" se esfuerce en dejarnos al borde del abismo en materia de soberanía, no va a obtener grandes resultados.

Curiosamente, mientras poco expertos periodistas analizan la implicancia social de un simple desfile militar, con armas sin balas y un puñado de aviones de carga sobrevolando Palermo, mientras el Comandante en Jefe de las FF.AA. twittea que está jugando al ping-pong en un centro de jubilados en Villa Devoto y por eso envió al evento del Ejércitio a su jefe de Gabinete, nadie parece darse cuenta que, tal vez, en poco tiempo, la entrada o salida de un buque a nuestros puertos, será decidido del otro lado de la Cordillera de los Andes

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