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sábado, 6 de mayo de 2017

FUE UNA PESADILLA, HOY ES UN TEATRO SIN JUSTICIA.

















por Carlos Pissolito

Lo hemos dicho siempre y lo repetimos: la buena literatura explica mejor una realidad compleja que varias ciencias juntas. Se llamen esta Sociología o Psicología.

Y cuando se trata de una tragedia tenemos a un reconocido especialista en ellas. William Shakespeare, quien a cinco siglos de la muerte, se erige como uno de los dos los mejores literatos que el mundo occidental ha conocido. El otro es Cervantes con quien guarda extrañas sincronicidades.

Volviendo al inglés, tenemos entre sus obras una que nos viene como anillo al dedo a la hora de analizar a nuestra Argentina de hoy.



"Tito Andrónico" es su tragedia más violenta. Lleva el nombre de un gran general romano, quien regresa victorioso a Roma tras una larga guerra contra los bárbaros del norte, en la cual ha perdido a varios de sus hijos.

Tito, para celebrar la ceremonia en honor a la victoria, no tiene mejor idea que hacer un sacrificio humano . Para ello elige al hijo mayor de Tamora, reina de los  bárbaros vencidos.

La trama gira dramáticamente cuando Tamora se convierte en la nueva emperatriz al casarse con Saturnino, el nuevo y débil  emperador de Roma. Un honor que, previamente, había rechazado el propio Tito.

Aprovechándose de su nueva situación, Tamora engaña y manipula a Saturnino para infligirle toda serie de desgracias a sus vencedores.

Por ejemplo,  sus  hijos violan a la hija de Tito. A quien le corten sus manos y lengua para que no pueda decir quién la violó.

Lucio, hijo de Tito, emprende una revuelta contra el emperador. Por su parte,  Tito captura a los hijos de Tamora y los cocina como el plato principal de la cena que -supuestamente- debe marcar la reconciliación de los participantes.

Advertida Tamora de los verdaderos ingredientes servidos es asesinada por Tito, quien, también mata a su hija para evitarle la deshonra de seguir viviendo sin manos ni lengua.

En la reyerta, también perecen  Tito y el emperador. Finalmente, Lucio es coronado emperador, trayendo a la paz y el orden a Roma.

¿Demasiado sangriento? Tal vez, pero veamos que no son pocas las enseñanzas que nos deja; a saber:

1ro La venganza: no cabe duda que la recíproca sed de venganza es el motor principal de la trama. Primero de Tito por la muerte de sus hijos en la guerra y luego de Tamora por el sacrifico del suyo en manos de Tito. Y así sucesivamente en una larga cadena de agravios y represalias.

Pues, que otra cosa puede pensarse de los excesos en la represión del terrorismo cometidos por los militares  y los posteriores incurridos por los sucesivos gobiernos democráticos -especialmente durante el de los Kirchner- por vengar y compensar esos excesos con sanciones jurídicas y políticas contra los militares.

2do La violencia: Es el lógico que la violencia sea el lenguaje de la venganza. La que va adquiriendo formas ritualizadas que les permite a sus protagonistas banalizar sus respectivas responsabilidades. Desde quienes torturaron para obtener información y evitar futuros atentados hasta los que secuestraron y mataron en nombre de sus ideales.

3ro la Ruptura del orden político: la ruptura del orden constituido es lo que ambos bandos tienen en común. Ya sea porque unos lo quieren eficiente, seguro y estable o porque los otros, lo vislumbran nuevo y revolucionario. Pero, ambos coinciden en que el orden constitucional vigente no sirve y que puede ser alterado sin consecuencia alguna.

4to Civilización y barbarie: termina siendo, finalmente, el tema central de la obra. Roma siendo la cuna de la civilización, sin embargo ha generado líderes como Tito que no se detienen ante los crímenes de guerra para defenderla. Por su parte, los bárbaros bien pueden mimetizarse y meterse bajo las alas de un emperador débil para vengarse de las legiones que los derrotaron.

En pocas palabras: para combatir el canibalismo nos hemos comido a los caníbales. En nombre del orden hemos destruido ese mismo orden y en nombre de los DDHH los hemos violado cuando se trató de aplicarlos a nuestros enemigos.

Nos faltaría rematar la historia con el rol desempeñado por Lucio, el hijo de Tito. Uno que todavía no se vislumbra, aún,  en el desarrollo de la pesadilla argentina.  Una de la que no logramos despertarnos.  También el rol del pueblo, representado en las obras de Shakespeare por Coro.  Pues, como lo sostuviera el genial Calderón:

¿Qué es la vida? Un frenesí.
¿Qué es la vida? Una ilusión,
una sombra, una ficción,
y el mayor bien es pequeño;
que toda la vida es sueño,
y los sueños, sueños con.

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