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jueves, 22 de marzo de 2018

La lucha por la opinión pública: ¿Nos traerá al Terminator?










por Carlos Pissolito

Resultado de imagenEl testigo privilegiado de la evolución de los medios de comunicación que fuera, en vida Giovanni Sartori, sostenía que sucesivamente, habíamos involucionado del ‘homo sapien’ que se informaba mediante la lectura de libros y de los diarios de la mañana, fue reemplazado por el ‘homo videns’ de la era televisiva, para llegar, finalmente, al ‘homo cretinus’ de las redes sociales.
Las recientes revelaciones respecto a varias manipulaciones de la opinión pública por parte del gigante de las redes, Facebook, no hacen más de confirmar las clasificaciones de Sartori.



Sin embargo, el tratamiento que hacen los medios de comunicación tradicionales, básicamente escritos y televisivos, correspondientes a la etapas de involución previas a la que vivimos, se quedan cortos en comprender la profundidad del fenómeno que nos afecta actualmente.

Lo primero que hay que reconocer es que estos medios no hacen más que reprocharle al recién llegado de Facebook aquello por lo que vienen luchando desde la invención de la imprenta en el siglo XVI hasta nuestros días. Vale decir que su opinión publicada sea la que moldea y conduce a la opinión pública.

Lo segundo, es que no advierten el surgimiento de varios hechos nuevos. Tales como que, hoy, cualquier persona -medianamente pensante- tiene en su smartphone más poder de comunicación que un gerente de un multimedios de solo unos pocos años atrás. No en vano se habla del rol de las redes sociales en la promoción de fenómenos masivos como la Primavera árabe.

Lo tercero y, aún más importante, es que el poder de Facebook no está solo su acceso a una base de datos de características planetarias, sino que el manejo de esa información no está en manos humanas sino de la denominada inteligencia artificial, vale decir: en supercomputadoras.

Lo cuarto y último es que Facebook no responde a ningún Estado. Sabemos que junto con otros gigantes como Google está mudando sus servidores a lugares sin jurisdicción estatal como el alta mar.

Finalmente, si tenemos la audacia suficiente de unir toda esta información y sacar conclusiones lógicas, no podemos menos que, tal vez, asustarnos un poco. Tal como nos previniera, antes de su muerte, otro genio como Stephen Hawkings. En el sentido de que Terminator ya está entre nosotros.

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