El Arcón de la Estrategia
por Carlos A. PISSOLITO
El dilema de la separación absoluta entre la Defensa y la Seguridad representa una mentalidad de la Guerra Fría que expiró con el colapso de la Unión Soviética. (1) Y que fue destruido por el ingreso de actores no estatales, tales como el terrorismo en el Hemisferio Norte y el bandolerismo en el Sur que desafían al Estado en el monopolio del uso de la violencia.
Hoy por hoy, mientras la Seguridad se impone como una condición necesaria para la existencia de un ambiente social estable y seguro. Por su parte, la Defensa son las acciones propias del Estado para conquistar y mantener dicho ambiente seguro mediante el uso legítimo de la fuerza. Ambos conceptos se enlazan, puesto que para poder desarrollarse, se necesita una condición de seguridad y una acción de defensa si fuera necesario.
Técnicamente, lo expresado -sencillamente- en el párrafo anterior, se denomina como el concepto de seguridad ampliada. Como tal, expresa una respuesta integral del Estado a los desafíos de seguridad que debe enfrentar, tanto en su marco interno como en el externo. Todo ello, enmarcado en un contexto regional e internacional.
Tradicionalmente, la primera tarea de la Defensa fue la de disuadir. Vale decir evitar que los conflictos potenciales, que todo Estado por el simple hecho de existir tiene, se transformaran en agresiones reales. Pero, como la intención pacífica no es suficiente para disuadir a otros, especialmente, si éste es más poderoso, el sistema de Defensa debe estar en condiciones de resolver el conflicto de la forma más breve y favorable posible. Para ello, necesita contar con FFAA de carácter expedicionario que puedan actuar en forma potente, rápida y flexible, aún, afuera de sus fronteras, ya sea en la defensa de sus propios intereses o como parte de una coalición internacional que busque preservar la paz y la seguridad global.
Por su parte, las amenazas a la Seguridad han cambiado, ya que se han vuelto multidimensionales, no estatales y transnacionales. Como tales se destacan la siguientes: el narcotráfico, el terrorismo, las migraciones en masa, el tráfico de personas y mercancías (especialmente el contrabando y al venta ilegal de armas), la piratería en aguas internacionales, el cibercrimen, los crímenes ecológicos, etc.
Esta multiplicación de necesidades ha llevado a que se establezcan prioridades para un empleo más eficiente de los medios estatales. Como consecuencia de lo expresado, el resolver el dilema Defensa/Seguridad exige de una estrategia integral destinada al restablecimiento de un ambiente estable y seguro. Esta estrategia se articula de la siguiente manera:
Una idea central: La idea central consiste en el empleo integral y coordinado de los recursos del Estado para restablecer un ambiente estable de paz y de tranquilidad mediante el uso conjunto y combinado de los recursos disponibles.
La autoridad de aplicación: La autoridad de aplicación será, por lo general, la máxima autoridad ejecutiva del Estado, quien ejercerá la conducción suprema de la tarea. La que tendrá una ejecución descentralizada a cargo de las distintas autoridades ejecutivas federales. También, se contará con la participación de los otros poderes del Estado, como el Legislativo y el Judicial.
Los niveles de conducción: la conducción de las actividades se realizará a través de tres niveles, a saber:
El nivel político: Tiene la responsabilidad de la conducción integral de la tarea. Está a cargo de la autoridad política ejecutiva con responsabilidad territorial (presidente, gobernador, intendente).
El nivel estratégico: Tiene la responsabilidad de la conducción de los medios operativos que ejecutan las acciones ordenadas por el nivel político. Si fuera necesario podrán sumarse dirigentes de ONGs (como uniones vecinales, asociaciones de víctimas, etc.) vinculadas con la tarea.
El nivel táctico: Es el nivel responsable de ejecutar las acciones concretas, la que se materializan en el nivel físico. Estará conformado por las unidades tácticas (policiales, militares y civiles integradas) desplegadas sobre el terreno.
Es en el nivel estratégico donde el dilema Defensa/Seguridad manifiesta su mayor grado de complejidad, al ser este nivel el responsable de traducir en objetivos concretos los efectos requeridos por el nivel político. El problema comienza cuando comprobamos que la mayor parte de las acciones que ayudan a conformar un ambiente estable y seguro son de carácter intangible; tales como: recobrar la lealtad de la población, negar la influencia de organizaciones mafiosas, etc. Y en consecuencia muy difíciles de materializar.
Aun cuando hayan sido individualizados y operacionalizados, el problema continuará con la comprobación de que varios de ellos no sólo se encuentren en diferentes niveles de conducción, sino que -también- pueden encontrarse en contradicción entre sí.
En pocas palabras: todas las acciones, todos los niveles deberán trabajar bajo un ideal común y convocante. El de lograr un ambiente social seguro y estable.
Los objetivos: Como ya lo hemos expresado, el objetivo general será el de restablecer un ambiente seguro y estable que asegure una vida social plena y sana mediante la presencia del Estado que garantice la seguridad del ciudadano común (Seguridad). A la par, de que se salvaguarden los supremos intereses de la Nación (Defensa).
Los principios de empleo: la conducción de las operaciones se regirá por claros principios de empleo:
Una clara legitimidad moral y legal: La legitimidad tendrá su origen en la misión primordial de todo Estado, cual es la de monopolizar el uso legítimo de la fuerza y se sostendrá en un apego constante al imperio de la ley durante el desarrollo de las tareas derivadas de brindar las condiciones de Defensa y de Seguridad. Por su parte, la legalidad se obtendrá con una legislación que establezca la misión, las funciones y las limitaciones para el empleo de cada una de las fuerzas y con reglas de empeñamiento claras que reflejen esa legalidad.
La preeminencia de lo político: Más allá del carácter multidisciplinario de la tarea, se debe reconocer que lo político tendrá un carácter preeminente y arquitectónico sobre todo el resto.
La unidad de esfuerzo: la propia complejidad de la tarea llevará implícita la unidad de los esfuerzos de las fuerzas disponibles; por un lado, las unidades tácticas que estarán distribuidas en el terreno; con las autoridades locales, por el otro. Se buscará que todos obren en forma coordinada y cooperante a los efectos de sincronizar las acciones de todos los actores en pos de un objetivo común.
Su carácter subsidiario: El principio que regulará la asignación de tareas para la Defensa y, especialmente, para la Seguridad será que el menor elemento en capacidad de cumplirla será el que la tenga asignada. Solo ante una manifiesta incapacidad de alguna de las fuerzas para cumplir con una tarea específica es que la misma deberá ser reforzada o reemplazada. Para lo cual, será vital una clara definición de las responsabilidades y las relaciones de comando.
El uso adecuado de la inteligencia: los elementos específicos con los que cuenta el Estado para la producción de inteligencia política y estratégica serán los responsables de generar la inteligencia necesaria para la orientación de las tareas de la Defensa y de la Seguridad. Por su parte la información táctica, especialmente aquella recolectada sobre el terreno será analizada por los elementos de inteligencia especializados del Estado y difundida para su uso por parte de todos los niveles. Si se cumple con esta difusión, no aparece como necesario que el componente militar realice tareas de inteligencia interna.
Fuerzas con capacidades adecuadas: En condiciones ideales las fuerzas propias deberán estar proporcionadas y tener las capacidades adecuadas para el cumplimiento de las tareas derivadas de la tarea. Sin embargo, serán normales las situaciones que por diversas causas esto no sea siempre alcanzable. En consecuencia, la habilidad para hacer mucho con poco y la de adaptarse en forma permanente a las cambiantes exigencias de la tarea redundarán en un efecto multiplicador de las propias acciones. En ese sentido, será de vital importancia un mando descentralizado que permita a los menores niveles operar sin órdenes detalladas y en función de una orientación general.
Un uso adecuado de la comunicación institucional El mantenimiento del consenso entre la población local, así como la difusión de acciones de administración y gobierno exigirán el uso adecuado de los MCS disponibles. En este sentido, será importante no despertar expectativas exageradas, las que al verse incumplidas puedan generar descontento entre la población. En forma paralela, una adecuada campaña institucional deberá orientarse a desacreditar a las acciones negativas de los arruinadores.
Notas:
(1) El plexo legal sancionado en la República Argentina sobre Defensa y Seguridad refleja esta situación. La de Defensa, fue promulgada por el gobierno de Raúl Alfonsín en 1983 y sostiene que las FFAA erans solo aptas para combatir enemigos externos. La de Seguridad, fue sancionada por Carlos Menem en 1991 y permitió que estas fuerzas puedan intervenir sin mayores problemas en tareas de apoyo a las fuerzas de seguridad y policiales y estableció la condición - in extremis- del estado de sitio para que lo hagan en forma efectiva mediante operaciones de combate. Por su parte, la de Inteligencia fue promulgada por la administración de Fernando de la Rúa en el 2001 y le prohíbe a las FFAA toda forma de inteligencia interior.
por Carlos A. PISSOLITO
El dilema de la separación absoluta entre la Defensa y la Seguridad representa una mentalidad de la Guerra Fría que expiró con el colapso de la Unión Soviética. (1) Y que fue destruido por el ingreso de actores no estatales, tales como el terrorismo en el Hemisferio Norte y el bandolerismo en el Sur que desafían al Estado en el monopolio del uso de la violencia.
Hoy por hoy, mientras la Seguridad se impone como una condición necesaria para la existencia de un ambiente social estable y seguro. Por su parte, la Defensa son las acciones propias del Estado para conquistar y mantener dicho ambiente seguro mediante el uso legítimo de la fuerza. Ambos conceptos se enlazan, puesto que para poder desarrollarse, se necesita una condición de seguridad y una acción de defensa si fuera necesario.
Técnicamente, lo expresado -sencillamente- en el párrafo anterior, se denomina como el concepto de seguridad ampliada. Como tal, expresa una respuesta integral del Estado a los desafíos de seguridad que debe enfrentar, tanto en su marco interno como en el externo. Todo ello, enmarcado en un contexto regional e internacional.
Tradicionalmente, la primera tarea de la Defensa fue la de disuadir. Vale decir evitar que los conflictos potenciales, que todo Estado por el simple hecho de existir tiene, se transformaran en agresiones reales. Pero, como la intención pacífica no es suficiente para disuadir a otros, especialmente, si éste es más poderoso, el sistema de Defensa debe estar en condiciones de resolver el conflicto de la forma más breve y favorable posible. Para ello, necesita contar con FFAA de carácter expedicionario que puedan actuar en forma potente, rápida y flexible, aún, afuera de sus fronteras, ya sea en la defensa de sus propios intereses o como parte de una coalición internacional que busque preservar la paz y la seguridad global.
Por su parte, las amenazas a la Seguridad han cambiado, ya que se han vuelto multidimensionales, no estatales y transnacionales. Como tales se destacan la siguientes: el narcotráfico, el terrorismo, las migraciones en masa, el tráfico de personas y mercancías (especialmente el contrabando y al venta ilegal de armas), la piratería en aguas internacionales, el cibercrimen, los crímenes ecológicos, etc.
Esta multiplicación de necesidades ha llevado a que se establezcan prioridades para un empleo más eficiente de los medios estatales. Como consecuencia de lo expresado, el resolver el dilema Defensa/Seguridad exige de una estrategia integral destinada al restablecimiento de un ambiente estable y seguro. Esta estrategia se articula de la siguiente manera:
Una idea central: La idea central consiste en el empleo integral y coordinado de los recursos del Estado para restablecer un ambiente estable de paz y de tranquilidad mediante el uso conjunto y combinado de los recursos disponibles.
La autoridad de aplicación: La autoridad de aplicación será, por lo general, la máxima autoridad ejecutiva del Estado, quien ejercerá la conducción suprema de la tarea. La que tendrá una ejecución descentralizada a cargo de las distintas autoridades ejecutivas federales. También, se contará con la participación de los otros poderes del Estado, como el Legislativo y el Judicial.
Los niveles de conducción: la conducción de las actividades se realizará a través de tres niveles, a saber:
El nivel político: Tiene la responsabilidad de la conducción integral de la tarea. Está a cargo de la autoridad política ejecutiva con responsabilidad territorial (presidente, gobernador, intendente).
El nivel estratégico: Tiene la responsabilidad de la conducción de los medios operativos que ejecutan las acciones ordenadas por el nivel político. Si fuera necesario podrán sumarse dirigentes de ONGs (como uniones vecinales, asociaciones de víctimas, etc.) vinculadas con la tarea.
El nivel táctico: Es el nivel responsable de ejecutar las acciones concretas, la que se materializan en el nivel físico. Estará conformado por las unidades tácticas (policiales, militares y civiles integradas) desplegadas sobre el terreno.
Es en el nivel estratégico donde el dilema Defensa/Seguridad manifiesta su mayor grado de complejidad, al ser este nivel el responsable de traducir en objetivos concretos los efectos requeridos por el nivel político. El problema comienza cuando comprobamos que la mayor parte de las acciones que ayudan a conformar un ambiente estable y seguro son de carácter intangible; tales como: recobrar la lealtad de la población, negar la influencia de organizaciones mafiosas, etc. Y en consecuencia muy difíciles de materializar.
Aun cuando hayan sido individualizados y operacionalizados, el problema continuará con la comprobación de que varios de ellos no sólo se encuentren en diferentes niveles de conducción, sino que -también- pueden encontrarse en contradicción entre sí.
En pocas palabras: todas las acciones, todos los niveles deberán trabajar bajo un ideal común y convocante. El de lograr un ambiente social seguro y estable.
Los objetivos: Como ya lo hemos expresado, el objetivo general será el de restablecer un ambiente seguro y estable que asegure una vida social plena y sana mediante la presencia del Estado que garantice la seguridad del ciudadano común (Seguridad). A la par, de que se salvaguarden los supremos intereses de la Nación (Defensa).
Los principios de empleo: la conducción de las operaciones se regirá por claros principios de empleo:
Una clara legitimidad moral y legal: La legitimidad tendrá su origen en la misión primordial de todo Estado, cual es la de monopolizar el uso legítimo de la fuerza y se sostendrá en un apego constante al imperio de la ley durante el desarrollo de las tareas derivadas de brindar las condiciones de Defensa y de Seguridad. Por su parte, la legalidad se obtendrá con una legislación que establezca la misión, las funciones y las limitaciones para el empleo de cada una de las fuerzas y con reglas de empeñamiento claras que reflejen esa legalidad.
La preeminencia de lo político: Más allá del carácter multidisciplinario de la tarea, se debe reconocer que lo político tendrá un carácter preeminente y arquitectónico sobre todo el resto.
La unidad de esfuerzo: la propia complejidad de la tarea llevará implícita la unidad de los esfuerzos de las fuerzas disponibles; por un lado, las unidades tácticas que estarán distribuidas en el terreno; con las autoridades locales, por el otro. Se buscará que todos obren en forma coordinada y cooperante a los efectos de sincronizar las acciones de todos los actores en pos de un objetivo común.
Su carácter subsidiario: El principio que regulará la asignación de tareas para la Defensa y, especialmente, para la Seguridad será que el menor elemento en capacidad de cumplirla será el que la tenga asignada. Solo ante una manifiesta incapacidad de alguna de las fuerzas para cumplir con una tarea específica es que la misma deberá ser reforzada o reemplazada. Para lo cual, será vital una clara definición de las responsabilidades y las relaciones de comando.
El uso adecuado de la inteligencia: los elementos específicos con los que cuenta el Estado para la producción de inteligencia política y estratégica serán los responsables de generar la inteligencia necesaria para la orientación de las tareas de la Defensa y de la Seguridad. Por su parte la información táctica, especialmente aquella recolectada sobre el terreno será analizada por los elementos de inteligencia especializados del Estado y difundida para su uso por parte de todos los niveles. Si se cumple con esta difusión, no aparece como necesario que el componente militar realice tareas de inteligencia interna.
Fuerzas con capacidades adecuadas: En condiciones ideales las fuerzas propias deberán estar proporcionadas y tener las capacidades adecuadas para el cumplimiento de las tareas derivadas de la tarea. Sin embargo, serán normales las situaciones que por diversas causas esto no sea siempre alcanzable. En consecuencia, la habilidad para hacer mucho con poco y la de adaptarse en forma permanente a las cambiantes exigencias de la tarea redundarán en un efecto multiplicador de las propias acciones. En ese sentido, será de vital importancia un mando descentralizado que permita a los menores niveles operar sin órdenes detalladas y en función de una orientación general.
Un uso adecuado de la comunicación institucional El mantenimiento del consenso entre la población local, así como la difusión de acciones de administración y gobierno exigirán el uso adecuado de los MCS disponibles. En este sentido, será importante no despertar expectativas exageradas, las que al verse incumplidas puedan generar descontento entre la población. En forma paralela, una adecuada campaña institucional deberá orientarse a desacreditar a las acciones negativas de los arruinadores.
Notas:
(1) El plexo legal sancionado en la República Argentina sobre Defensa y Seguridad refleja esta situación. La de Defensa, fue promulgada por el gobierno de Raúl Alfonsín en 1983 y sostiene que las FFAA erans solo aptas para combatir enemigos externos. La de Seguridad, fue sancionada por Carlos Menem en 1991 y permitió que estas fuerzas puedan intervenir sin mayores problemas en tareas de apoyo a las fuerzas de seguridad y policiales y estableció la condición - in extremis- del estado de sitio para que lo hagan en forma efectiva mediante operaciones de combate. Por su parte, la de Inteligencia fue promulgada por la administración de Fernando de la Rúa en el 2001 y le prohíbe a las FFAA toda forma de inteligencia interior.
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