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viernes, 20 de septiembre de 2019

Cuando los drones vienen marchando.








por Martin van Creveld


Contrariamente a la sabiduría común, los drones no son nuevos. Quizás los primeros en construirlos y usarlos fueron los austriacos en 1849; sitiando Venecia, que se había rebelado contra el dominio de los Habsburgo, cuando lanzaron doscientos globos que transportaban 33 libras de explosivos incendiarios cada uno.

Hasta el momento, se discute cuán efectivos fueron y qué papel desempeñaron en la rendición final de la ciudad. Los aviones no tripulados, en forma de planeadores y aviones piloteados a distancia, también fueron empleados por la Luftwaffe alemana durante los últimos años de la 2da GM. Obtuvieron su mayor éxito el 9 de septiembre de 1943, cuando un artilugio conocido, cariñosamente, como Fritz-X golpeó al nuevo acorazado italiano, "Roma", en las aguas entre Cerdeña y Córcega y lo hundió. Otros se utilizaron contra instalaciones como puentes, con resultados mixtos.


Durante las siguientes décadas, los drones solo jugaron un papel marginal en la guerra. Eso, sin embargo, comenzó a cambiar en 1982 cuando los israelíes los emplearon, con considerable éxito, durante su invasión al Líbano. Algunos se utilizaron para realizar reconocimientos frente a las divisiones blindadas que avanzaban; otros, para confundir y atacar las defensas antiaéreas de Siria, hasta que literalmente no quedara ninguno. Desde entonces, los drones se han multiplicado y desarrollado. Como aquellos que los que los construyen y los venden nunca se cansan de señalar, su alcance, su resistencia, su velocidad, su maniobrabilidad, su carga útil, su precisión, etc., han mejorado más allá de todo reconocimiento.

Sin embargo, los desarrollos más importantes sobre el terreno rara vez se mencionan. En primer lugar, es el hecho de que los drones tienden a ser mucho más pequeños, más baratos (algunos cuestan menos de U$ 200) y más prescindibles que los aviones tripulados. Y en segundo lugar, al ser más pequeños, más baratos y más prescindibles, son capaces de ser utilizados y, a veces, incluso producidos, no solo por los Estados y sus fuerzas armadas, sino también por muchos otros grupos y organizaciones. Especialmente desde la llegada del GPS, casi cualquier persona puede construir un drone en su garaje. Y, de hecho, mucha gente ha estado haciendo exactamente eso.

Para obtener una perspectiva completa sobre el asunto, considere lo siguiente. Comenzando al menos desde la Guerra del Peloponeso, las guerras más grandes y sangrientas siempre fueron libradas por las grandes potencias entre sí. En 1949, el año en que la Unión Soviética se convirtió en la segunda potencia en poseer armas nucleares, este tipo de guerra se volvió obsoleta. A medida que otros países adquirieron armas nucleares durante las siguientes décadas, también, se les impidió luchar en serio. Con el tiempo, fue este desarrollo el que llevó a muchos politólogos a lo llamaron "La larga paz".

Pero esa es solo una cara de la moneda. Si bien las armas nucleares han evitado que las grandes potencias luchen seriamente entre sí, los drones han estado trabajando en la dirección opuesta. Como lo demuestra la experiencia estadounidense en la lucha contra los talibanes, así como la israelí contra organizaciones combatientes como Hamas y Hezbollah, cuando se trata de luchar contra guerrillas y terroristas, los aviones no tripulados son de uso limitado. Ni en Afganistán, ni en Gaza, ni en Líbano, permitieron a sus dueños romper el espíritu de lucha del otro lado y ganar la guerra. Quizás, por el contrario: como los eventos recientes en el Golfo ilustran muy bien, hicieron posible que estas y otras organizaciones similares extendieran su alcance, atacando objetivos a docenas y quizás incluso a cientos de millas de distancia. El efecto de los drones, en otras palabras, ha sido ayudar a nivelar el terreno en el que los beligerantes no estatales y estatales luchan entre sí. Es en esto, sobre todo, donde radica su importancia.

¿Y el futuro? No estoy diciendo que los drones sean invencibles. Con la posible excepción de las armas nucleares, ninguna arma lo es. Los drones pueden ser derribados por defensas antiaéreas o por otros drones. Y, también, se pueden combatir mediante métodos electrónicos, lo que significa que se puede interferir con los sistemas de comando y control de los que dependen. Esto, por ejemplo, es lo que hicieron los iraníes en 2011 cuando capturaron un Lockheed Martin RQ-170 Sentinel estadounidense cerca de la ciudad de Kashmar.

Pero no te confundas. Por lo que cualquiera puede ver, las armas nucleares continuarán limitando la guerra entre las potencias más importantes. Mientras tanto, los drones, cada vez más sofisticados, ayudarán a facilitar que las organizaciones no estatales confronten a los poderes en cuestión, presentando así al mundo un nuevo desafío, que no es solo militar, sino también político. Y uno en que los Estados y sus ejércitos deben tomar en serio antes de que sea demasiado tarde.

Traducción: Carlos Pissolito

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