Violencia de género: algunas soluciones

 

Marin van Creveld

Mientras escribo estas líneas, el resultado de las audiencias de Brett Kavanaugh (1) permanece en la duda. Lo que no está en duda es que han sido una vergüenza nacional. Desde que la esposa de Putifar no se ha tomado una decisión importante sobre un asunto de este tipo basándose en lo que una mujer dice recordar que pensó que le podría suceder (pero no lo hizo) hace treinta y cinco años, cuando ella y el acusado estaban en la escuela secundaria. No hace falta decirlo: sin absolutamente ninguna prueba excepto su palabra. 

Como “MeToo” ha demostrado con demasiada claridad, las mujeres son demasiado débiles para resistir a los hombres o demasiado estúpidas para comprender lo que se les ha hecho desde hace décadas después del evento. O ambos. Para ayudar a estas miserables criaturas a hacer frente, propongo las siguientes medidas:

1. Para que no sean acosadas, lo que podría resultar en un trauma psicológico profundo y dejarlas incapacitadas de por vida, se debe prohibir a las mujeres que abandonen el hogar. (*) Este sistema se usaba a menudo en las sociedades islámicas e hindúes; hoy, los talibanes son un buen ejemplo de cómo hacerlo. Si las paredes no son suficientes, ¿qué tal las cadenas? Y, para evitar que hagan lo que hizo la Sra. Ford, quizás también bozales, del tipo que ya usan algunas mujeres árabes.

2. Si, no obstante, abandonan la casa y para evitar que las miren (lo que también podría resultar en un trauma psicológico profundo y dejarlas incapacitadas de por vida), las mujeres deben usar un velo completo con solo una rendija para los ojos. Una vez más, observen a los talibanes.

3. A menos que sean parientes cercanos: esposo, esposas, madres, padres, madres, hermanos, hijos, hijas, mujeres y hombres deben tener prohibido estar juntos en la misma habitación, automóvil y otros lugares apartados. Como ya es el caso entre algunos judíos ortodoxos. Aun así, para estar seguros, siempre deben estar acompañados. Incluyendo al menos una cámara y una grabadora de sonido en cada dormitorio y debajo de cada colchón.

4. Debería prohibirse a las mujeres utilizar las mismas instalaciones públicas y aceras que los hombres. Para ver cómo se hace, puede visitar Jerusalén y algunas otras ciudades israelíes.

5. La coeducación debería prohibirse, como de hecho solía estarlo en la mayoría de los países durante la mayor parte de la historia humana.

6. Debería prohibirse a los médicos varones tratar a pacientes femeninas, y al revés. Lo mismo para con psiquiatras, psicólogos, trabajadores sociales, etc.

7. Debería prohibirse a los profesores varones tener alumnas, y al revés. Lo mismo ocurre con los entrenadores, las niñeras y similares.

8. Para que no se distraigan, se debe prohibir a hombres y a las mujeres que adoren juntos. Este ha sido el caso durante mucho tiempo en los países islámicos y también entre los judíos.

9. Para que no visiten lugares donde puedan ser acosadas, se debería prohibir a las mujeres conducir, como era el caso hasta hace poco en Arabia Saudita.

10. Para que los jefes, compañeros o subordinados guapos y viriles no intenten burlarse de ellas, se debería prohibir a las mujeres trabajar fuera de casa.

11. Para que no se lastime su alma sensible, se debe prohibir a las mujeres asistir a ciertos tipos de programas, leer ciertos tipos de literatura, ver ciertos tipos de películas, etc. Para asegurarse de que se cumpla con la prohibición, también, debe extenderse a los hombres. Al final, todas las personas de ambos sexos podrán ver a "Bambi".

12. Para que todas estas prohibiciones se mantengan, no hay más alternativa que privar a las mujeres del derecho al voto. Si eso significa, como probablemente suceda, que los hombres, también, perderán el voto y las campanas sonarán la muerte de la democracia, entonces, quizás ese sea un precio que valga la pena pagar.

Bienvenido a la República de Gilead. (2)

Como se señaló, en muchos lugares, algunos de los métodos antes mencionados se han implementado durante mucho tiempo o se están introduciendo en este momento. Ya sea de manera informal, como cuando los hombres, siguiendo el sagaz consejo de Mike Pence, simplemente se niegan a estar a solas con otras mujeres que no sean sus esposas o, cada vez más, por ley.

A los setenta y tres años, puede que no viva para ver que suceda. Tampoco, estando muy felizmente casado con una mujer y como padre de dos hijas y abuelo de tres niñas, estoy seguro de que me gustaría que esto sucediera. Sin embargo, para bien o para mal, no tengo ninguna duda de que mis hijos y nietos, que ahora están en la cuarentena o están avanzando hacia la pubertad respectivamente, lo experimentarán.

* Si las mujeres no deben soportar la peor parte de esta y de las siguientes prohibiciones, es porque, si se obligara a los hombres a hacerlo, las mujeres morirían de hambre.

Traducción notas: Carlos Pissolito

Notas:

(1) Brett Kavanaugh es un jurista estadounidense que ejerce como juez en la Corte Suprema, quien fue denunciado por Christine Ford, la que argumentó que mientras ella y Kavanaugh eran estudiantes de la secundaria, ambos asistieron a una fiesta. En la cual, Ford alegó que durante la misma, fue empujada a un dormitorio por un  Kavanaugh ebrio, que la inmovilizó en una cama mientras su amigo Mark Judge la miraba y se creía.

(2) La República de Gilead forma parte de "El cuento de la criada", una novela distópica publicada en 1985, por la escritora canadiense Margaret Atwood. En esa república ha sido suspendida la vigencia de la Constitución, existe la censura de la prensa y el poder es ejercido por una dictadura militar.