por Carlos Pissolito
Vestido como un dandy francés, no creyó en nosotros. |
"Los argentinos seguiremos engordando carneros, cosechando cereales y, si se quiere, mucha gente hará dinero, y pare usted de contar. Jamás gravitaremos en el equilibrio universal".
Seguro que quien ha escrito estas líneas nos conoce bien y sabe de nuestra larga decadencia. Pero, sucede que quien lo ha hecho ha sido Lucio V. Mansilla, un porteño al que le tocó vivir la época de oro de la República Argentina, cuando teníamos el uno de los mayores PBI per capita del mundo, una amplia red ferroviaria y un avanzado sistema educativo.
Los biógrafos de Mansilla sostienen que él era un conocedor del gran pesimista alemán que supo ser Arthur Schopenhauer. Nos preguntamos si esa fue la razón de su pesimismo respecto del futuro de la Argentina.
No queremos pensar lo que diría si viviera por estos días. Seguramente, nada muy diferente a lo que se escucha en muchos medios de comunicación de masas y hasta por boca de reputados pensadores de élite.
“La Argentina es un país de m…” medio en chiste, medio en serio parece ser el santo y seña que identifica a los portadores del pesimismo nacional.
Pero, al menos a mí, no deja de sorprenderme. ¿Por qué la Argentina? ¿Por qué nosotros somos peores que cualquier país de la región y del mundo?
Aunque debo admitir que no tengo una respuesta clara a este misterio. No importa que crea conocer bien a mi país ya que he vivido en varios lugares de nuestro Interior y, también, lo he podido contemplar desde el exterior varias veces.
Por ejemplo, desde el punto de vista de la conflictividad social. La que está de moda por estos tiempos. La Argentina ha mantenido una cierta calma desde los sucesos del 2001. Mientras que otros, entre los que se cuentan Chile, Ecuador y Colombia, no han tenido tanta suerte.
Otro tema que se cita habitualmente, es el de nuestra endémica inseguridad. No importa que nuestra tasa de homicidios cada cien mil habitantes sea varias veces menor a la del Brasil o la de México.
Creo que en la Argentina existe un vago clima de autodenigración y que flota en el ambiente como un gas venenoso. Cualquiera puede verlo, basta que sintonice cualquier noticiero nacional para que pueda ver la permanente obsesión de sus periodistas de opinión, economistas, sociólogos y filósofos de moda pasar la mayor parte de su tiempo comparando a la Argentina otros países de la región y del mundo, con el simple objetivo de menospreciarnos.
Por lo general alcanza con contrastar a la Argentina con países de la región, como Chile, Brasil o hasta la RO del Uruguay. Pero, si esto no alcanza, no dudan en apelar a los EEUU o hasta los tranquilos y ordenados Países Nórdicos.
Por supuesto, que cualquiera que sea el tema del que se hable, siempre será posible descubrir un país que sea mejor al nuestro. Pero, el placer parece estar en el masoquismo de la autoflagelación.
Por eso, estos comunicadores muchas veces me recuerdan a esas personas hipocondríacas que no dejan de imaginarse enfermos. Tanto que logran concretar sus fantasías quebrantando su salud mental.
No hay comentarios:
Publicar un comentario
Deje su comentario: