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martes, 27 de septiembre de 2011

Operaciones de paz: ¿hay un estilo sudamericano?

Carlos A. Pissolito

Si quieres atrapar a un lobo afgano, utiliza un galgo afgano.
Proverbio afgano

1.                  INTRODUCCIÓN

Foto: Jorge Muga.


Cuando el 30 de abril de 2004 el Consejo de Seguridad de la ONU estableció el mandato para el despliegue de la 6ta misión de paz en Haití. En reemplazo de la MIF[1] que había sido desplegada seis meses antes. Muchas fueron las expresiones expertas cargadas de escepticismo. Para empezar, los memoriosos recordaron las imágenes del Force Commander de UNAMIR, el Tte Grl Roméo Dallaire, con pilas de cadáveres como telón de fondo en Ruanda. O a las de la CNN trasmitiendo como los pilotos de los Black Hawk norteamericanos, que apoyaban a UNOSOM II, eran desmembrados por una turba en Mogadiscio. Concluyeron que las misiones de paz habían –probablemente- alcanzado su nivel de ineptitud. Y que, en consonancia con ello, no eran adecuadas para lidiar con la complejidad que presentaban los Estados fallidos. El hecho, de que un grupo de naciones sudamericanas, se hicieran cargo de la difícil misión de Haití. Tampoco, pareció llevarles más tranquilidad. Sin embargo, esta vez el resultado sería muy distinto al esperado. Una misión de paz compleja tendría éxito. Las causas para ello, como en todo proceso, serían múltiples. Pero, una entre ellas, fue tomando cuerpo entre quienes estudiaban el fenómeno: había surgido un estilo sudamericano en operaciones de paz. Más allá de lo pretensiosa que pueda sonar esta afirmación trataremos de fundamentarla. Creo que ella, no sólo encierra conceptos nuevos; sino la semilla para grandes empresas futuras.

2.                  DESARROLLO
Foto: Jorge Muga.

a.                  Un poco de historia:
El proceso que desembocaría en la consolidación del estilo sudamericano en OP se inició varios años atrás. Diversas naciones de la región venían participando desde hace medio siglo en OP. Lo hacían por diversas razones, pero básicamente lo hacían en soledad. Pero, fue a partir de los 90, que varías de ellas se dieron cuenta de la necesidad de aunar esfuerzos. Tal como, hacía muchos años, lo venían haciendo los europeos. Los comienzos serían humildes, pero promisorios. Por ejemplo, grupos de soldados chilenos, bolivianos, paraguayos comenzaron a integrarse con el contingente argentino en UNFICYP. Por otro lado, oficiales argentinos sirvieron como observadores en fuerzas brasileñas en las sucesivas misiones de la ONU en Timor Oriental. Con el tiempo, el CAECOPAZ, se convertiría en el punto neurálgico de este proceso. En su carácter de primer centro regional de entrenamiento, convergerían en él los oficiales instructores de Chile, Brasil y Bolivia. Quienes trabajarían en conjunto con otros provenientes de los EEUU, de Francia y de la Gran Bretaña. También, el CAECOPAZ haría lo propio, enviando sus representantes a los centros de estos países. Incrementando de esta forma el conocimiento y el respeto mutuo. No me cabe duda que de este conjunto, similar y heterogéneo a la vez, surgirían las ideas, el lenguaje y las relaciones personales que servirían de base para los proyectos más ambiciosos que estaban por venir.
Por ejemplo, la creación de la Fuerza Binacional Cruz del Sur entre las FFAA de Argentina y Chile.[2] Y la más reciente Compañía Binacional “Grl San Martín”[3] entre las de Argentina y Perú. También, tuvieron su lugar las asociaciones, que como el ALCOPAZ [4] buscaron dar contención a la necesidad de tener algo que fuera nuestro. Y que pudiera distinguirse de los otros estilos. Levantando su propia voz en congresos y seminarios internacionales.

b.                 El Regionalismo natural:
El surgimiento de OP cada vez más complejas, al par de poner en evidencia algunas de las limitaciones operativas de la ONU, fue impulsando un sano regionalismo. Con este concepto se pretendía que los países que conformaban una región o un bloque se hicieran cargo, o al menos colaboraran, con las OP que tenían lugar en sus respectivos espacios de influencia. No era un concepto nuevo. De hecho, alianzas como la OTAN existían desde hacía muchos años. Por eso no fue raro que se incorporaran rápidamente a esta idea. Menos evidente, fue el caso de la ECOWAS[5] africana que, luego de recibir un gran volumen de ayuda internacional, comenzó a colaborar en las numerosas  misiones de tenían por escenario su castigado continente.
Por su parte, la región sudamericana, tenía todas las características necesarias para incorporarse a este proceso. Pero no lo había hecho aún. Su organización regional, la OEA, era incluso más antiguo que la propia ONU. Pero, por sobre todo, era una amalgama de países con una cultura, y casi con un idioma común. Ni el portugués ni el castellano serían una barrera en ese sentido. Por ello, cuando llegó la oportunidad y estuvo presente la voluntad política todo estaba en su lugar para que las cosas funcionaran correctamente.
La oportunidad catalizadora fue la creación de la MINUSTAH. En principio, se trataba de un país de la región. Por lo tanto, era percibida como una responsabilidad muy cercana a nosotros, los sudamericanos. Por otro lado, estaban diversos aspectos operativos que colaboraron: Brasil estaba dispuesto a liderar la operación; a la par que Chile tenía el importante antecedente de estar presente en la MIF; mientras que Argentina tenía la expertise del CAECOPAZ y de muchos años de participación en OP. En pocas palabras, el regionalismo sudamericano en OP surgía como un producto legítimo, impulsado por diversas causas, condiciones y circunstancias positivas.

c.                  La doctrina para Operaciones de Paz Complejas:
Si el regionalismo natural constituyó el envase del nuevo producto. Las ideas fueron, sin lugar a dudas, su contenido. Las mismas se habían venido madurando a la luz de las nuevas misiones para las fuerzas armadas bajo el imperio de la ley y de las instituciones que regía en todos los países de la región. Los soldados habíamos aprendido que la fuerza sólo podía ser usada bajo el principio de legitimidad moral y en un contexto de legalidad. Pero, más importante aún, habíamos comprendido que la clave de la legitimidad residía en la proporcionalidad. Por ejemplo, una fuerza armada poderosa que se viera obligada a enfrentarse con una mucho más débil estaba condenada a fracasar, casi de antemano. Ya que si bien podría ganar fácilmente el combate físico, estaba destinada a perder –la mucho más trascendente- batalla moral. . A estas situaciones difíciles las bautizamos como el “Síndrome de Goliat”. [6] Sabíamos que una fuerza poderosa, necesariamente, cometería excesos. Y que su intervención sería vista como un abuso; y en consecuencia, sufrirá una condena moral. Por lo tanto, el operar para nosotros en un marco de legalidad no era sólo un imperativo moral; también, uno operacional.
En el caso concreto de las OP en las que nos tocaba participar. No queríamos ser Goliat. Para ello sabíamos que teníamos que desarmarnos.  Ya que no tendríamos éxito por nuestra potencia de fuego, sino a pesar de ella.  Queríamos ser parte de la solución, no del problema. En ese sentido, era esencial no ser percibidos como enemigos por parte de la población local. Ya que si se daba esta situación habríamos fracasado.
Por otro lado, el ambiente operacional de la MINUSTAH distaba de ser un sencillo. En principio, había que comprender que Haití era un Estado fallido,[7] en el que el monopolio de la violencia había pasado a manos de bandas armadas. Sin dejar de mencionar, el hecho de que la población vivía privada de servicios esenciales desde hacía años. Por lo tanto, no era extraño que su lealtad estuviera con las denominadas gangs antes que con los recién llegados peacekeepers.
En el marco de estas ideas fue tomando forma la necesidad de operar en forma distinta. Se las denominó, en general: Operaciones de Paz Complejas. Y se fue perfeccionado a medida que los contingentes pasaban por Haití. No era ésta, bajo ningún concepto, una misión tradicional de interposición entre dos fuerzas armadas convencionales que habían acordado un cese al fuego. Ahora, el objetivo principal, era devolverle a una sociedad muy dañada; primero la sensación de seguridad y; segundo, la esperanza de que sus viejos problemas podrían comenzar a ser solucionados. Por ejemplo, ante un episodio concreto era más importante manejarlo, desescalar que imponer la propia voluntad. En función de ello se patrullaban los centros urbanos, en busca de los denominados spoilers[8], a quienes se los detenía para ser entregados a las autoridades locales. Pero nos quedábamos en la zona. Queríamos ser la cara visible de un nuevo Haití. No nos íbamos a nuestras bases. No privilegiamos la protección de nuestras fuerzas por sobre el cumplimiento de la misión. También, en forma paralela se realizaban acciones humanitarias que tenían la doble intención de solucionar problemas concretos; a la par de retomar las lealtades perdidas de los locales por sus instituciones.
Por supuesto, que nada de lo anterior hubiera sido efectivo sin una cosmovisión común del problema.  Obviamente, que los integrantes de los contingentes de paz de Argentina, Brasil y Chile no hubieran operado como lo hicieron si no hubieran tenido una disposición interior en sus integrantes para hacerlo. Esta disposición interior, que es lo más importante, pero a su vez lo más difícil de definir conceptualmente. Creo que se enmarca en una particular característica de una personalidad común, que nosotros los sudamericanos, tenemos. Por supuesto, que hay trabajos excelentes sobre las motivaciones políticas de la participación sudamericana en Haití.[9] Otros que creemos que nos dan la razón en este sentido.[10] Sin embargo no hay uno que trate este tema directamente. Por ello y sin entrar en un tema que excede los límites de este trabajo y mis conocimientos. Puedo afirmar que los peacekeepers sudamericanos tienen rasgos de personalidad comunes que los hacen especialmente aptos para estas misiones. A saber: en principio, los fenómenos como la pobreza, la marginación y la inseguridad no les resultan tan extraños como a otros provenientes de regiones más desarrolladas. Por otro lado,  nuestra común herencia latina, nos predispone mejor para el dialogo y el entendimiento.
Todo ello fue la materia prima. Pero, que convenientemente conducida por un liderazgo militar prudente, que se sentía apoyado por claras directivas políticas, fue el responsable de lo que hoy orgullosamente denominamos como el estilo sudamericano en OP. Con certeza como todo estilo. El denominado estilo sudamericano en OP seguirá su camino, enriqueciéndose y creciendo. Lo importante es que si queremos que lo haga en forma armónica y positiva. El primer paso es reconocer su existencia y las condiciones que lo llevaron a su surgimiento. Solo así podremos seguir gozando de sus beneficios. Otorgándole a nuestras fuerzas de paz un sentido superior de su misión.

d.                 Los resultados:
Obviamente, que los resultados son importantes a la hora de juzgar cualquier emprendimiento. Al margen de las buenas intenciones. Par empezar podemos citar el Reporte del Consejo de Seguridad de la ONU sobre Haití de marzo de 2009. En este documento se establece claramente los roles benéficos jugados para el éxito de la misión de la excelente cooperación regional. También, enfatiza que la presencia militar de la MINUSTAH como la única herramienta útil y disponible para mantener un ambiente de seguridad; que permita –entre otras cosas- la formación de la Policía Nacional Haitiana. [11] Una de las condiciones necesarias para que la MINUSTAH pueda cumplir con su mandato. Y, eventualmente, abandonar Haití, habiendo cumplido con su misión.
Por otro lado, y dejando de lado los informes oficiales. Sabemos que para sus críticos la historia de las OP no es una precisamente llena de laureles.  En razón de ello, son varios los expertos que insisten en la necesidad previa de definir la palabra éxito. Antes de atreverse a clasificar a una de ellas como exitosa o no exitosa. Hoy, la tendencia parecería ser la de incluir en la primera categoría a todas aquellas que al menos no ha fracasado estrepitosamente. Con certeza la MINUSTAH ingresa holgadamente en esta categoría. Sin ser una misión que pueda mostrar avances espectaculares. Todo esto dicho, admitiendo que una situación de pobreza e inseguridad endémica no puede ser solucionada de la noche a la mañana. Especialmente, cuando se pretende que el cambio de tales situaciones tenga carácter duradero. La MINUSTAH no sólo no ha fracasado. Se puede agregar en su favor, que pese a todo, sus resultados positivos están a la vista. Por ejemplo, Haití pudo desarrollar un proceso electoral exitoso y limpio. Por el cual su actual gobierno goza de la legitimidad de origen que muchos de sus predecesores carecieron. También, ha crecido económicamente, poco, pero lo ha hecho. [12] Además, ha mejorado en casi todos los indicadores que lo colocan en la lista de los Estados fallidos.[13]
Como colofón sobre los resultados concretos de la MINUSTAH baste resaltar lo siguiente. En Haití, se acaba de producir una tragedia –el terremoto- adentro de una situación ya catastrófica. Es difícil imaginar, cuanto peor hubiera sido los resultados, si la MINSUTAH no hubiera estado presente.

3.                  CONCLUSIONES

La palabra estilo deriva de la voz latina stylus. Un instrumento puntiagudo con el que los romanos escribían en sus tabillas enceradas. En forma análoga nuestro estilo sudamericano puede constituirse en el instrumento de una nueva escritura. No ya meramente formal. Si no aquella que capture los caracteres de nuestra personalidad común. Y que nos permita grabar en el presente la páginas que mañana serán historia. Porque estoy seguro, que así como cuando se tuvo que escribir la historia de nuestro pasado. Las campañas del Ejército Libertador fueron exhumadas para llenar estas páginas. Sucederá lo mismo con nuestras OP. Cuando se deba trazar la historia de nuestro tiempo.

Bibliografía:
¾             EMCOFFAA, CAECOPAZ. Guía Doctrinaria para Operaciones de Paz Complejas, Buenos Aires, Dunken, 2007.
¾             EMCOFFAA, CAECOPAZ. “Assessment on MINUSTAH”. International Association for Peacekeeping Training Centers (IAPTC), Estocolmo, octubre 2007.
¾             HIRST, Mónica. “La Intervención Sudamericana en Haití”. Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), Madrid, abril 2007.
¾             RIBEIRO PEREIRA, Heleno Roberto. “El Componente Militar de la MINUSTAH.”  Military Review, Edición hispanoamericana, Fort Leavenworth, enero-febrero 2007.
¾             SANCHEZ MARIÑO, Horacio. “La Campaña de Haití una Experiencia Sudamericana.”  Una agenda para la región, compilado por Fabián Bosoer y Fabián Calle, Buenos Aires, Taeda, noviembre 2007.
¾             UNITED NATIONS, SECURITY COUNCIL. “Report of the Security Council Mission to Haiti”.  New York, abril 2009.



[1] En febrero de 2004, tras la renuncia del Presidente Jean-Bertrand Aristide, el Consejo de Seguridad de la ONU autorizó el despliegue de la MIF (Multinational Interim Force) para mantener la paz y la seguridad en Haití. Las 2.700 tropas estaban integradas por contingentes de Canadá, los EEUU y Chile. Fue relevada en el lugar por la MINUSTAH.
[2] La Fuerza de Paz Binacional Cruz del Sur es una fuerza de paz conjunta y combinada, conformada por contingentes militares de Argenina y Chile. Está previsto que forme parte de las fuerzas en alistamiento permanente o stand by forces de las Naciones Unidas. Su composición prevista es la de componente terrestre de magnitud Brigada; uno naval, compuesto por una fragata, dos corbetas, cuatro lanchas patrulleras y un buque de transporte; y uno aéreo, a cuatro secciones de helicópteros. Se comenzó a conformar en agosto de 2005, cuando los ministros de defensa de los dos países iniciaron conversaciones. Posteriormente, el 4 de diciembre de 2006 se firmó el memorando de entendimiento que formalizó su creación. En febrero de 2007, su estado mayor comenzó sus tareas en el Edificio Libertador, en Buenos Aires. Luego, en marzo de 2008, la sede del organismo pasó al Edificio Diego Portales, en Santiago.
[3] La Compañía Binacional "Grl José de San Martín",  es una fuerza de paz combinada con componente provenientes de las Fuerzas Armadas de Argentina y Perú. Inicialmente estará conformada por una Compañía de Ingenieros a desplegar en el marco de la MINUSTAH. Esta compañía se especializará, principalmente, en la construcción de obras de infraestructura vial, obtención de agua potable, edificación de obras públicas necesarias para la reconstrucción de Haití. El acuerdo para su conformación fue firmado el 17 de octubre 2008 por los ministros de defensa de ambos países.
[4] ALCOPAZ (Asociación Latinoamericana de Centros de Operaciones de Paz) es una entidad que nuclea a los directores de los distintos centros nacionales de entrenamiento de fuerzas de paz de América Latina y el Caribe. Fue creada el año 2008 con el fin de cooperar en los sistemas de preparación de los países para la participación en Operaciones de Paz bajo las normas de Naciones Unidas, estableciendo el contacto entre quienes aportan con personal civil, militar y policial a estas Misiones complejas, destinadas a cooperar con la paz en los países en conflicto.
[5] ECOWAS (Economic Community of West African States) es una asociación regional conformada por 15 países del África Occidental. Fue fundada en mayo de 1975, mediante el Tratado de Lagos que tiene por objetivo principal promover la integración económica entre sus países miembros. Posteriormente, en su seno se formó el ECOMOG ( Economic Community of West African States Monitoring Group). Una fuerza militar multilateral conformada por contingentes aportados por sus países miembros destinada a tareas de mantenimiento de la paz en la región. La fuerza principal, así como los recursos financieros son proporcionados, mayoritariamente, por Nigeria. También, contribuyen otros países; como:  Ghana, Guninea, Sierra León, Liberia, Mali, Burkina Faso y Níger.
[6] La doctrina que contiene a la explicación completa del denominado Síndrome de Goliat se encuentra contenida en la “Guía Doctrinaria para Operaciones de Paz Complejas”, editado por el CAECOPAZ, en mayo de 2007.
[7] El término Estado fallido es usado en las relaciones internacionales para describir a Estados que han perdido sus capacidades básicas para el auto-gobierno. En orden de hacer esta definición más precisa se considera que un Estado fallido tiene una o más de las siguientes características:
¾                 Ha perdido el monopolio en el uso de la violencia sobre extensas zonas de su territorio.
¾                 Es incapaz de proveer servicios básicos esenciales a partes sustanciales de su población.
¾                 Eventualmente, su territorio puede transformarse en base para actividades ilegales en gran escala que pueden amenazar a la paz y la estabilidad regional.
[8] Los spoilers, o desestabilizadores, son aquellas personas o grupos de persona cuyas conductas interfieren con el proceso de paz. Nótese que la definición hace hincapié en la conducta y no en las personas en sí. Porque se entiende que éstas, eventualmente, y ante condiciones favorables pueden decidir participar del proceso de paz. Y en consecuencia, dejar de ser un spoiler.
[9] Nos referimos al trabajo de Mónica Hirst, La Intervención Sudamericana en Haití, editado por la Fundación para las Relaciones Internacionales y el Diálogo Exterior (FRIDE), Madrid, abril 2007.
[10] CAECOPAZ. Seminario “¿Existe un estilo sudamericano de operaciones de paz complejas?”. Campo de Mayo, 12 de julio de 2007.
[11] United Nations, Security Council. Report of the Security Council mission to Haiti (11 to 14 March 2009).  New York, 3 de abril 2009.

“Regional cooperation:
62. The Latin America and Caribbean region plays an important role in helping Haiti insert itself fully within its broader regional context. It should be commended for its commitment to support Haiti on its path towards greater security and development.
United Nations role:
63. Given the further progress needed before the Haitian National Police is in a position to fully assume its responsibilities, the continued presence of MINUSTAH currently remains essential. The eventual drawdown of MINUSTAH troops and police will need to take place gradually to reflect the progressive strengthening of Haitian institutional capacity and the changing circumstances on the ground. It is also important to strengthen the capacity of the Haitian authorities to ensure socio-economic stability and development for the future of the country and to consider the role of the United Nations in this regard. While the support provided by the United Nations remains critical, the long-term engagement of other bilateral and multilateral partners, including regional organizations, private foundations and non-traditional donors, will be required to ensure that Haiti remains on the path to stability and sustainable development.” (resaltado del autor) (http://www.un.org/ga/search/view_doc.asp?symbol=S/2009/175)

[12] Haití es el país más pobre de las tres Américas. La masa de su población depende del sector agrícola para sobrevivir. Por su parte, basado éste en pequeñas granjas familiares. Un programada de ayuda desarrollado en 2005 por el FMI produjo un crecimiento económico del 1,8%, el más alto desde 1999. En 2006 con otros planes de ayuda internacional se logró un crecimiento del 2,8%. El que se mantuvo hasta el 2009. Obviamente, los graves problemas económicos, como una alta tasa de inflación, la falta de inversiones y severo déficit fiscal se mantienen. En forma parelela a altísimas tasas de desempleo y a un muy bajo ingreso per capita.
[13] Por ejemplo el grupo Found for Peace que estudia la evolución de los denominados Estados fallidos, patrocinado por la revista Foreign Policy considera que todos los indicadores, políticos, sociales, económicos y de seguridad está mejorando. (http://www.fundforpeace.org/web/index.php?option=com_content&task=view&id=409&Itemid=572)

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