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domingo, 6 de diciembre de 2015

Europa cede ante el autoritarismo de Erdogan para frenar la yihad











MIKEL AYESTARAN - Corresponsal En Jerusalén - 06/12/2015.

Tras cinco meses de incertidumbre, Recep Tayyip Erdogan (Estambul, 1954) respiró más tranquilo después de que el Partido de la Justicia y el Desarrollo (AKP) recuperara la mayoría absoluta en las urnas el 1 de noviembre. Fueron cinco meses en los que se acabó la tregua entre Turquía y el Partido de los Trabajadores del Kurdistán (PKK), los refugiados salieron por miles desde las costas turcas con dirección a Europa, y Ankara sufrió el peor atentado de la historia reciente del país con más de cien muertos. Todo en cinco meses. Desde su faraónico palacio de Ankara, un complejo de mil habitaciones, el exalcalde de Estambul vuelve a tener el control doméstico de un país que se ha convertido en una pieza clave en la guerra de Siria, donde su frontera ha sido durante los últimos cinco años un coladero para yihadistas, y en la crisis de refugiados que llegan a Europa.

El islamista AKP tiene la mayoría absoluta en una Turquía dividida, «la mitad del país adora al presidente, ensalza su labor en los últimos doce años y le ve como la única persona capaz de traer seguridad, la otra mitad le aborrece y tiene miedo de sus fuerzas de seguridad y servicios de inteligencia. Ha dejado de ser una figura integradora y por momento el país parece abocado a una guerra civil», señala Cesim Soylu, copresidente en Estambul del pro kurdoPartido Democrático de los Pueblos (HDP). Los kurdos son la tercera fuerza política de Turquía.


Contra el islamismo radical
La división que se vive en las calles turcas se ha trasladado a la comunidad internacional donde ven a Erdogan como un socio necesario, pero censuran el creciente autoritarismo de su política y el recorte en materias como la libertad de prensa. La guerra en Siria ha cambiado las prioridades y la relación con el nuevo Erdogan se basa en el apoyo que precisa la alianza que lidera Estados Unidos en la guerra contra los yihadistas de Daesh y en la necesidad de la Unión Europea de que controle el flujo de refugiados.

«Erdogan y otros destacados dirigentes del AKP lo han dicho con claridad: su primer enemigo es el PKK y en segundo lugar Daesh. En el fondo, nos encontramos ante dos planteamientos ideológicos opuestos. Erdogan busca, como buen integrista musulmán, la islamización total no solo de la sociedad turca, sino de todo Oriente Medio. Para el PKK y para las otras grandes organizaciones kurdas, el objetivo es mantener la diversidad cultural y religiosa de Oriente Medio, porque ellos serían los principales beneficiados de esa coexistencia», apunta el analista Manuel Martorell, autor del libro «Kurdistán. Viaje al país prohibido». Martorell, que viaja de forma regular a la región, opina que «ha existido complicidad entre el Gobierno turco y las diferentes versiones del islamismo radical en Siria porque ambos coinciden en que el factor kurdo es un obstáculo para la islamización y, por lo tanto, hay que eliminarlo. El problema es que se trata de una ecuación inversa a la que defiende Occidente, para el que el objetivo fundamental es derrotar al islamismo radical y preservar la presencia de otras religiones distintas al islam en la zona». Esa complicidad se traduce en las acusaciones de la compra de petróleo a los yihadistas o en el envío de armas a determinadas facciones.

Las milicias kurdas son las principales aliadas de EE.UU. contra Daesh. La política europea y estadounidense de «no poner botas sobre el terreno» ha convertido a los kurdos en imprescindibles y el precio que han puesto a esta cooperación militar es su autonomía tanto en Irak como en Siria, lo que Turquía percibe como una amenaza y provoca que «siga siendo ambivalente en la guerra contra Daesh aunque desde julio se han producido más detenciones y parece que es más complicado para los yihadistas cruzar la frontera», señala Gallia Lindenstrauss, investigadora especializada en Turquía del Institute for National Security Studies (INSS) de Tel Aviv. Esta experta israelí recuerda que la guerra contra Daesh «ocupa el tercer lugar en la lista de prioridades de Erdogan, por detrás del derrocamiento de Assad y el debilitamiento de los kurdos».

Ankara apuesta por establecer una zona de seguridad a lo largo de su frontera con Siria, en manos de rebeldes moderados, pero se ha quedado sin aliados fuertes en un tablero sirio donde los opositores han acabado absorbidos por yihadistas.

Control de refugiados
Los últimos datos de Naciones Unidas reflejan un fuerte descenso en la llegada de refugiados a Grecia. En la isla de Lesbos, principal puerta de entrada para los que dan el salto desde Turquía, recibieron en noviembre a 86.711 personas, por las 135.021 del mes anterior. Es la primera estadística que ve la luz desde la firma del acuerdo entre la UE y Turquía por el que Ankara se compromete a controlar los flujos de refugiados hacia territorio comunitario a cambio de la liberalización de los visados y un paquete de ayudas de hasta 3.000 millones de euros. Una «propuesta indecente», en opinión del columnista Cengiz Çandar, que en la publicación Al Monitor denunció que «Europa sacrifica sus principios de democracia y derechos humanos por los imperativos de la realpolitik. Esto hará que la UE pierda la confianza de los círculos más pro europeístas del país».

Ahmet İçduygu, director del Centro de Investigación de Migraciones de la Universidad de Koç, en Estambul, advierte que «este acuerdo va a lograr que baje el número de refugiados que llegan a Europa, pero el control total de la frontera no es posible». Este experto, que acaba de publicar una investigación sobre el impacto en Turquía de los más de dos millones de sirios que viven como refugiados, señala que «el descenso de noviembre se explica porque Turquía se toma ahora más en serio la vigilancia de sus costas, pero también por la llegada del invierno, que hace más complicados unos viajes que en verano se podían hacer en una semana». Para İçduygu estamos ante un nuevo caso de «uso de refugiados como arma política, un arma empleada por todas las partes y que desde 2003 ha estado presente en las negociaciones entre Turquía y la UE. Turquía necesita a la UE y la UE necesita a Turquía, ahora hay que ver si ambas partes cumplen lo acordado, tengo mis dudas».

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