http://es.insightcrime.org/analisis/muchos-colombianos-oponen-paz-farc
por James Bargent Miércoles, 10 Agosto 2016
Los contradictorios resultados de las encuestas en Colombia han llamado la atención sobre uno de los principales obstáculos para un acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC: convencer a los colombianos de que voten por él.
En las últimas semanas ha habido tres encuestas sobre el proceso de paz entre el gobierno colombiano y los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Cada una presenta un panorama muy diferente del apoyo popular al proceso y de la probabilidad de que un voto por el ‘sí’ en el referéndum que el gobierno está planeando ratifique públicamente el acuerdo final. Se espera que las dos partes firmen dicho acuerdo en los próximos meses.
En la encuesta más reciente, encargada por el gobierno y a la cual El Tiempo tuvo acceso, los resultados son tranquilizadores para los partidarios del proceso de paz. Según El Tiempo, la encuesta mostró que el 57 por ciento de los encuestados votarían durante el referéndum, y de esos posibles votantes, el 65 por ciento votaría por el ‘sí’, el 26 por ciento por el ‘no’, y el 8 por ciento dicen estar indecisos. Además, el 54 por ciento dijeron que creían que es probable que las FARC y el gobierno lleguen a un acuerdo final de paz.
Estos datos contrastan con otra encuesta publicada poco antes, que fue encargada por los medios de comunicación Semana, RCN y La FM. En esta encuesta, el 63 por ciento de los encuestados se siente pesimista en cuanto a las perspectivas de un acuerdo final de paz, mientras que un 35 por ciento que se siente optimista. La mitad de los encuestados dijeron que en el referéndum votarían en contra del acuerdo, mientras que sólo un 39 por ciento lo aprobaría, y el 11 por ciento se siente indeciso.
Estas encuestas se presentaron después de otra encargada por el periódico El Tiempo y la W Radio, que presenta opiniones aún más encontradas en cuanto a la suerte del proceso de paz. En esta encuesta, el 34 por ciento dijo que rechazaría el acuerdo, el 29 por ciento que lo aprobaría, el 27 por ciento que se abstendrían de votar, el 8 por ciento dijeron que estaban indecisos y el 2 por ciento no respondió.
Análisis de InSight Crime
Ahora que las FARC y el gobierno colombiano se encuentran más cerca de llegar a un acuerdo final después de casi cuatro años de negociaciones, el voto ciudadano sobre el acuerdo será uno de los últimos obstáculos que deberá sortear el proceso de paz en Colombia. Aunque sigue siendo incierto cuál sería la reacción del gobierno y la guerrilla ante un rechazo, es claro que tal decisión tendría un impacto enorme para el conflicto de Colombia y para el crimen organizado en el país.
Si bien las encuestas de opinión parecen mostrar un electorado con profundas diferencias a la hora de votar, hay varias razones para no prestar demasiada atención a las encuestas que se están realizando en Colombia en esta etapa.
En primer lugar, las FARC y el gobierno aún tienen que firmar un acuerdo final de paz, y aunque es muy probable que esto suceda, los resultados de las encuestas demuestran que entre la población sigue existiendo un alto grado de escepticismo en cuanto a que se llegará a un acuerdo final —escepticismo que puede disminuir una vez que el acuerdo sea un hecho—. Además, aunque gran parte del contenido del acuerdo es de conocimiento público, todavía se desconoce el contenido exacto y completo. Esto también puede estar promoviendo cierto cinismo entre la población colombiana que tiene poca confianza en ambas partes de la mesa de negociaciones.
Aparte de estas incertidumbres, la relevancia de los resultados con respecto a la votación también es cuestionable. Los primeros datos que arrojan las encuestas suelen ser variables y sujetos a fluctuaciones a medida que se desarrollan las campañas en pro y en contra del proceso. Esta imprevisibilidad se agrava por el hecho de que en Colombia no suelen ser fiables las encuestas, las cuales buscan reflejar con precisión las opiniones de una nación bastante diversa.
Sin embargo, algo está claro. La aprobación popular al acuerdo de paz está lejos de ser una conclusión previsible, y la campaña por el ‘sí’ enfrenta un serio desafío, que tiene que ver con convencer a los colombianos de que voten para poner fin al conflicto de más de medio siglo entre el Estado y las FARC.
Los partidarios del ‘sí’ y del ‘no’ están apenas empezando a lanzar sus campañas, y mucho dependerá de lo bien que articulen sus mensajes y de la manera como apunten a las preocupaciones de los votantes en los próximos meses.
La oposición al acuerdo se ha concentrado alrededor del partido político Centro Democrático y de su controvertido líder, el expresidente Álvaro Uribe, quien todavía goza de mucha popularidad. A lo largo de las negociaciones, Uribe ha sido el mayor crítico del proceso de paz y ha acusado al presidente Juan Manuel Santos de “entregar el país al terrorismo”.
En los últimos años, Uribe ha sido acosado por escándalos de supuestos vínculos de sus aliados y miembros de su administración con paramilitares y criminales, y actualmente es una figura mucho más divisoria y menos popular que en el año 2011, cuando abandonó el cargo con altos índices de popularidad. Sin embargo, él aún conserva el incondicional apoyo de una gran parte de la población, y el candidato que el mismo nombró, y que estaba en contra del proceso de paz, estuvo a punto de derrotar a Santos en las últimas elecciones presidenciales. Su campaña por el ‘no’ también cuenta con el respaldo tácito de varios medios noticiosos importantes que no ocultan su decidida oposición al proceso de paz.
Durante todo el proceso, Uribe ha sabido utilizar los miedos y resentimientos de muchos colombianos, especialmente en cuanto a que la guerrilla saldrá bien librada por los crímenes cometidos durante la guerra y a los temores sobre su futuro papel en la política colombiana. En la reciente encuesta de Semana, RCN y La FM, el 88 por ciento de los encuestados consideraba que las FARC deben pagar penas de prisión después de la desmovilización, y el 75 por ciento dijo que no deberían poder participar en política. Actualmente, el acuerdo indica que los guerrilleros desmovilizados no irán a prisión si cooperan totalmente con las autoridades de la justicia transicional.
Aunque Uribe declaró en público recientemente que se opondrá de manera activa al acuerdo, él ya había realizado una campaña de “resistencia civil” contra el acuerdo.
Mientras que la campaña por el ‘no’ está fuertemente unida bajo la bandera de Uribe y el Centro Democrático, la campaña por el ‘sí’ es una frágil coalición que incluye a una amplia gama de corrientes políticas, entre las que se encuentran los partidos de izquierda, que son los críticos más duros del gobierno en muchos aspectos. En contraste con el papel de Uribe para los activistas por el ‘no’, la figura insigne de esta coalición —el presidente Santos— podría ser su punto débil.
Las FARC tienen poca credibilidad entre gran parte del electorado colombiano, que se encuentra cansado de la guerra, lo que puede hacer sentir confiado al gobierno de que puede cumplir sus promesas de paz, que son claves para la campaña por el ‘sí’. Esto se ha reflejado durante todo el proceso, pues durante mucho tiempo ha habido una correlación entre las percepciones negativas del presidente y su gobierno y el pesimismo por el proceso de paz. Recuperado de varias crisis políticas no relacionadas con el proceso de paz, el índice de popularidad de Santos recientemente fue de sólo el 25 por ciento, en comparación con el 54 por ciento de Uribe en la encuesta de Semana, RCN y La FM.
Los partidarios del ‘sí’ y del ‘no’ tienen por delante una larga campaña, y la votación final dependerá de mucho más que un enfrentamiento por la popularidad entre el actual presidente y su predecesor. Sin embargo, los fluctuantes resultados de las encuestas sirven como una advertencia para los partidarios del proceso de paz: ellos se enfrentan a una poderosa oposición y a un electorado indeciso. Sin embargo, puede haber algunos giros inesperados en el camino de Colombia hacia la paz.
por James Bargent Miércoles, 10 Agosto 2016
Los contradictorios resultados de las encuestas en Colombia han llamado la atención sobre uno de los principales obstáculos para un acuerdo de paz con la guerrilla de las FARC: convencer a los colombianos de que voten por él.
En las últimas semanas ha habido tres encuestas sobre el proceso de paz entre el gobierno colombiano y los guerrilleros de las Fuerzas Armadas Revolucionarias de Colombia (FARC). Cada una presenta un panorama muy diferente del apoyo popular al proceso y de la probabilidad de que un voto por el ‘sí’ en el referéndum que el gobierno está planeando ratifique públicamente el acuerdo final. Se espera que las dos partes firmen dicho acuerdo en los próximos meses.
En la encuesta más reciente, encargada por el gobierno y a la cual El Tiempo tuvo acceso, los resultados son tranquilizadores para los partidarios del proceso de paz. Según El Tiempo, la encuesta mostró que el 57 por ciento de los encuestados votarían durante el referéndum, y de esos posibles votantes, el 65 por ciento votaría por el ‘sí’, el 26 por ciento por el ‘no’, y el 8 por ciento dicen estar indecisos. Además, el 54 por ciento dijeron que creían que es probable que las FARC y el gobierno lleguen a un acuerdo final de paz.
Estos datos contrastan con otra encuesta publicada poco antes, que fue encargada por los medios de comunicación Semana, RCN y La FM. En esta encuesta, el 63 por ciento de los encuestados se siente pesimista en cuanto a las perspectivas de un acuerdo final de paz, mientras que un 35 por ciento que se siente optimista. La mitad de los encuestados dijeron que en el referéndum votarían en contra del acuerdo, mientras que sólo un 39 por ciento lo aprobaría, y el 11 por ciento se siente indeciso.
Estas encuestas se presentaron después de otra encargada por el periódico El Tiempo y la W Radio, que presenta opiniones aún más encontradas en cuanto a la suerte del proceso de paz. En esta encuesta, el 34 por ciento dijo que rechazaría el acuerdo, el 29 por ciento que lo aprobaría, el 27 por ciento que se abstendrían de votar, el 8 por ciento dijeron que estaban indecisos y el 2 por ciento no respondió.
Análisis de InSight Crime
Ahora que las FARC y el gobierno colombiano se encuentran más cerca de llegar a un acuerdo final después de casi cuatro años de negociaciones, el voto ciudadano sobre el acuerdo será uno de los últimos obstáculos que deberá sortear el proceso de paz en Colombia. Aunque sigue siendo incierto cuál sería la reacción del gobierno y la guerrilla ante un rechazo, es claro que tal decisión tendría un impacto enorme para el conflicto de Colombia y para el crimen organizado en el país.
Si bien las encuestas de opinión parecen mostrar un electorado con profundas diferencias a la hora de votar, hay varias razones para no prestar demasiada atención a las encuestas que se están realizando en Colombia en esta etapa.
En primer lugar, las FARC y el gobierno aún tienen que firmar un acuerdo final de paz, y aunque es muy probable que esto suceda, los resultados de las encuestas demuestran que entre la población sigue existiendo un alto grado de escepticismo en cuanto a que se llegará a un acuerdo final —escepticismo que puede disminuir una vez que el acuerdo sea un hecho—. Además, aunque gran parte del contenido del acuerdo es de conocimiento público, todavía se desconoce el contenido exacto y completo. Esto también puede estar promoviendo cierto cinismo entre la población colombiana que tiene poca confianza en ambas partes de la mesa de negociaciones.
Aparte de estas incertidumbres, la relevancia de los resultados con respecto a la votación también es cuestionable. Los primeros datos que arrojan las encuestas suelen ser variables y sujetos a fluctuaciones a medida que se desarrollan las campañas en pro y en contra del proceso. Esta imprevisibilidad se agrava por el hecho de que en Colombia no suelen ser fiables las encuestas, las cuales buscan reflejar con precisión las opiniones de una nación bastante diversa.
Sin embargo, algo está claro. La aprobación popular al acuerdo de paz está lejos de ser una conclusión previsible, y la campaña por el ‘sí’ enfrenta un serio desafío, que tiene que ver con convencer a los colombianos de que voten para poner fin al conflicto de más de medio siglo entre el Estado y las FARC.
Los partidarios del ‘sí’ y del ‘no’ están apenas empezando a lanzar sus campañas, y mucho dependerá de lo bien que articulen sus mensajes y de la manera como apunten a las preocupaciones de los votantes en los próximos meses.
La oposición al acuerdo se ha concentrado alrededor del partido político Centro Democrático y de su controvertido líder, el expresidente Álvaro Uribe, quien todavía goza de mucha popularidad. A lo largo de las negociaciones, Uribe ha sido el mayor crítico del proceso de paz y ha acusado al presidente Juan Manuel Santos de “entregar el país al terrorismo”.
En los últimos años, Uribe ha sido acosado por escándalos de supuestos vínculos de sus aliados y miembros de su administración con paramilitares y criminales, y actualmente es una figura mucho más divisoria y menos popular que en el año 2011, cuando abandonó el cargo con altos índices de popularidad. Sin embargo, él aún conserva el incondicional apoyo de una gran parte de la población, y el candidato que el mismo nombró, y que estaba en contra del proceso de paz, estuvo a punto de derrotar a Santos en las últimas elecciones presidenciales. Su campaña por el ‘no’ también cuenta con el respaldo tácito de varios medios noticiosos importantes que no ocultan su decidida oposición al proceso de paz.
Durante todo el proceso, Uribe ha sabido utilizar los miedos y resentimientos de muchos colombianos, especialmente en cuanto a que la guerrilla saldrá bien librada por los crímenes cometidos durante la guerra y a los temores sobre su futuro papel en la política colombiana. En la reciente encuesta de Semana, RCN y La FM, el 88 por ciento de los encuestados consideraba que las FARC deben pagar penas de prisión después de la desmovilización, y el 75 por ciento dijo que no deberían poder participar en política. Actualmente, el acuerdo indica que los guerrilleros desmovilizados no irán a prisión si cooperan totalmente con las autoridades de la justicia transicional.
Aunque Uribe declaró en público recientemente que se opondrá de manera activa al acuerdo, él ya había realizado una campaña de “resistencia civil” contra el acuerdo.
Mientras que la campaña por el ‘no’ está fuertemente unida bajo la bandera de Uribe y el Centro Democrático, la campaña por el ‘sí’ es una frágil coalición que incluye a una amplia gama de corrientes políticas, entre las que se encuentran los partidos de izquierda, que son los críticos más duros del gobierno en muchos aspectos. En contraste con el papel de Uribe para los activistas por el ‘no’, la figura insigne de esta coalición —el presidente Santos— podría ser su punto débil.
Las FARC tienen poca credibilidad entre gran parte del electorado colombiano, que se encuentra cansado de la guerra, lo que puede hacer sentir confiado al gobierno de que puede cumplir sus promesas de paz, que son claves para la campaña por el ‘sí’. Esto se ha reflejado durante todo el proceso, pues durante mucho tiempo ha habido una correlación entre las percepciones negativas del presidente y su gobierno y el pesimismo por el proceso de paz. Recuperado de varias crisis políticas no relacionadas con el proceso de paz, el índice de popularidad de Santos recientemente fue de sólo el 25 por ciento, en comparación con el 54 por ciento de Uribe en la encuesta de Semana, RCN y La FM.
Los partidarios del ‘sí’ y del ‘no’ tienen por delante una larga campaña, y la votación final dependerá de mucho más que un enfrentamiento por la popularidad entre el actual presidente y su predecesor. Sin embargo, los fluctuantes resultados de las encuestas sirven como una advertencia para los partidarios del proceso de paz: ellos se enfrentan a una poderosa oposición y a un electorado indeciso. Sin embargo, puede haber algunos giros inesperados en el camino de Colombia hacia la paz.
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