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sábado, 19 de enero de 2019

El MITO del PODER AÉREO.

El Arcón de la Estrategia







por Carlos Pissolito


1911: primer empleo registrado
del poder aéreo. 
Para muchos legos, ajenos al arte de la guerra y a la Historia militar, las acciones de la 2da invasión de Irak por parte de los EEUU fue una doble sorpresa. Por un lado, se vieron inicialmente sorprendidos, por la rapidez de la campaña. Un hecho atribuido a las bondades del poder aéreo. Pero, posteriormente y por otro lado, no comprendieron que esas mismas fuerzas se mostraran incapaces para terminar de destruir los restos de las fuerzas iraquíes que desarrollaron una eficaz y, nunca totalmente suprimida, resistencia armada a la ocupación. 


Sin embargo, la historia estaba allí para quien quisiera aprender de ella. Pues, estas paradojas ya estaban presente en la primera oportunidad en la que el denominado poder aéreo fue empleado. 


Concretamente, ya en un lejano 1911, Italia fue a la guerra contra el Imperio Otomano cuando invadió Libia. Como parte de su ejército (todavía no existían fuerzas aéreas independientes) los italianos trajeron con ellos una docena de aviones y de dirigibles. 

Desde un primer momento de la campaña, este incipiente poder aéreo estableció el control absoluto del aire, el cual, dado que el otro bando nunca fue capaz de volar un solo avión ni disparar una sola arma antiaérea, no fue difícil de conseguir. No en vano, los italianos pueden ser considerados los pioneros del poder aéreo, ya que italiano Giulio Douhet es considerado su primer teórico. (1)

Los  aviones y los dirigibles realizaron tareas de enlace, reconocimiento y lanzaron las primeras bombas desde el aire. En realidad, granadas de artillería modificadas. 

La prensa de la época sorprendida mostraba fotos de nativos descalzos, huyendo con sus mujeres, niños, camellos, burros y cabras. No habiendo visto nunca algo de esta clase, los soldados enemigos corrían tan pronto como las máquinas voladoras hacían su aparición.

Pero, más adelante, cuando los sobrevivientes otomanos y sus aliados árabes recurrieron a la guerra de guerrillas, las cosas cambiaron. A pesar del dominio italiano del aire, un año después del comienzo de la guerra, no menos de 100.000 soldados italianos estaban peleando en Libia – dos veces y media más de lo originalmente previsto. Incluso las hostilidades se prolongaron por los siguientes siete años. 

Finalmente, les llevó a los italianos, veintiún años, así como un cuarto de millón de soldados de infantería complementados con artillería y tanques para pacificar el país. Lo hicieron, principalmente, cerrando la frontera con Egipto y confinando a la población en campos de concentración en los cuales decenas de miles murieron de hambre y de enfermedades. En este proceso su comandante, el posteriormente Mariscal Rodolfo Graziani, se ganó el apodo de “el carnicero del Fezzan.”(2)

Llegado a este punto, nos podemos preguntar si se está repitiendo la historia. O es que el poder aéreo ha prometido mucho más de lo que puede dar. 

En estos años, la tecnología aérea ha avanzado enormemente. De pequeños aviones de tela y madera a poderosos jets supersónicos, de granadas arrojadas a ojo a las denominadas bombas inteligentes que buscan solas y por sí  mismas sus objetivos. 

Pero, el marco general y el balance de fuerzas no parece haber variado mucho. Por ejemplo, volviendo al presente, las fuerza aérea norteamericana, no tuvo mayores inconvenientes en neutralizar y destruir, mayormente, en tierra al poder aŕeo iraquí remanente. Igualmente, los mismos factores que limitaron el uso de su superioridad aérea a los italianos, parecen haber afectado a los norteamericanos. Estos incluyen problemas tales como las malas condiciones de visibilidad producidas, por ejemplo,  por tormentas de arena o la necesidad de no poder volar a baja altura por la amenaza que representan las armas en tierra. 

En pocas palabras, ambas fuerzas aéreas, separadas por 70 años de avance tecnológico, pelearon en condiciones de total impunidad. Lo que llevaron a muchos a preguntarse si se trataba, realmente, de una guerra o de una simple matanza.

Sin embargo, luego de proclamar sendos comunicados de victoria. Las respectivas campañas terrestres parecieron estancarse, aún, luego de haber conquistado y aplastados sus objetivos estratégicos, entre los cuales estaba la conquista de la ciudad capital de sus territorios conquistados. 

Pero, juzgando ambas campañas desde un punto de vista estratégico, nos preguntamos si los impulsores  del poder aéreo han engañado a los políticos y al público, en general, respecto de una corta y fácil  e incruenta guerra sin sangre?

Cuando la realidad sobre el terreno ha sido bien distinta. Con las fuerzas nativas buscando mimetizarse con la población civil,  evitando combatir a campo abierto y hacerlo en el interior de sus ciudades, no usando, siquiera, uniformes militares. Creando con ello una gran dificultad para las aeronaves para encontrarlas e identificarlas, incrementando, de paso, la probabilidad de bajas civiles. Las que, posteriormente,  serán usadas para la condena moral de la invasión. 

Este cuadro de situación está lejos de circunscribirse a los ejemplos que hemos elegido. Lo mismo podría decirse de Argelia en 1954-62, de Vietnam en 1965-75, de Somalia en 1993, de Afganistán e Irak en 2002 y 2003 respectivamente, del Líbano en 2006 y de Gaza en 2009-11. 

En conclusión, las sucesivas campañas que hemos citado y que se extienden por un lapso de un siglo, parecen confirmar la lección de que el poder aéreo. Respecto de que fue absolutamente esencial cuando concurrió en el pasado a apoyar las operaciones de fuerzas regulares tanto en la tierra como en el mar,  como fue el caso de la Guerra de las Malvinas, en 1982. Probablemente, la última guerra convencional. Pero, que muchas de sus capacidades y virtudes no solo se diluyen, también, pueden, ser una desventaja a la hora de enfrentar fuerzas irregulares, no convencionales. 

Notas:

(1) Giulio Douhet fue un general italiano conocido por enunciar los principios y ventajas de la utilización del poder aéreo en la organización táctica de las operaciones militares. La obra por la que es más conocido fue "El dominio del aire" (1921), En ella preconiza que la función de la fuerza aérea es dirigir su potencial destructor al corazón del adversario para de esa forma quebrar su capacidad de lucha.

(2) Región desértica en el suroeste de Libia.










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