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viernes, 23 de febrero de 2024

EEUU: el PANORAMA GENERAL

 









por William Lind


Es natural que las guerras atraigan a los observadores a estudios cada vez más detallados de sus acontecimientos y de las posibles lecciones que se derivan de ellos. Pero el resultado puede ser un instinto para los detalles que deja de lado los problemas más importantes de la guerra. Creo que eso está ocurriendo ahora con las guerras de Ucrania y Gaza. Si nos alejamos de los detalles y miramos el panorama general desde una perspectiva estadounidense, ¿qué vemos?

Vemos a este país asumiendo riesgos potencialmente fatales de los que Washington parece no ser consciente. Los Estados Unidos se está involucrado indirectamente en dos guerras, las de Ucrania y la de Gaza. En ambos casos, uno de los jugadores tiene armas nucleares, Rusia en Ucrania e Israel en Gaza. Al mismo tiempo, estamos directamente involucrados en dos posibles guerras, una nueva en Corea y una confrontación directa con China por Taiwán. Una vez más, dos de los participantes potenciales son potencias nucleares, Corea del Norte y China. En efecto, los Estados Unidos está jugando dos juegos de ruleta rusa y desafiando a otros países a unirse a nosotros en dos juegos adicionales. ¿Cuál es la probabilidad de que en uno de esos cuatro juegos nuestra suerte no se mantenga y nos volemos los sesos? Más alto de lo que nadie de nuestro establishment de política exterior, parece darse cuenta.

Para poner esto en perspectiva, imagínese lo que sucedería si se utiliza una sola arma nuclear en cualquier conflicto. La economía mundial ya está en el filo de la navaja. Todo el mundo sabe que se avecina una crisis financiera y de deuda mundial. El uso en la guerra de una sola bomba nuclear podría desencadenar fácilmente ese evento. El crédito se agotaría de la noche a la mañana, el comercio internacional cesaría y las economías domésticas de muchos países se hundirían en profundas depresiones. A su vez, una crisis económica mundial de este tipo traería consigo el caos político. Los partidos y políticos del establishment serían barridos (lo que no es del todo malo) y los propios Estados colapsarían, creando nuevas regiones sin Estado con toda la disfunción y el desorden que eso implica. La guerra de cuarta generación se extendería como los incendios forestales canadienses.

¿Por qué este país se enfrenta a cuatro conflictos o posibles conflictos que involucran a potencias nucleares? Una gran parte de la respuesta es la arrogancia y la insularidad del establishment. Pero también trae a la mente una observación que John Boyd hacía a menudo. Dijo que Washington es el hogar de diez mil analistas y ningún sintetizador. Gastamos miles de millones de dólares para obtener información a nivel micro, pero prácticamente nada para ver el panorama macro. En la actualidad, ese panorama macroeconómico debería asustarnos y obligarnos a reducir los compromisos en el extranjero, especialmente aquellos que podrían empujarnos a un intercambio nuclear. Pero la única voz política prominente que insta a ese curso es el presidente Trump. Como de costumbre, en el valle de los ciegos se odia al tuerto.

La prudencia, es la más alta de las virtudes políticas conservadoras, la que nos aconseja retroceder mientras podamos. Una vez que el comunismo cayó en Europa, solo había una razón para que la OTAN continuara, a saber; llevar a Rusia a lo que se habría convertido en una alianza del hemisferio norte. El presidente ruso, Vladímir Putin, dijo en su entrevista con Tucker Carlson que Rusia había pedido unirse, pero fue rechazada. Ahora, debemos decirle a Europa que es totalmente capaz de defenderse a sí misma y nos vamos a casa. En la guerra por Gaza, deberíamos decirle a Netanyahu que si usa armas nucleares (Irán es el objetivo potencial obvio) cortaremos todo apoyo a Israel. Con respecto a Taiwán, deberíamos intentar llegar a un acuerdo con China en el que esa isla se reincorpore a China continental, pero no haya ningún fracción del Ejército Popular Chino o de su ´policía nacional estacionadas allí, por lo que se mantienen las libertades internas de Taiwán. Y el presidente Trump, una vez reelegido, debería intentar restablecer las relaciones que tuvimos con Corea del Norte después de su primera cumbre con Kim Jong-un (el neoconservador John Bolton saboteó la segunda cumbre). Eso conduciría lógicamente a un tratado de paz con Corea del Norte y a la retirada de las tropas estadounidenses del Sur.

Juntos, estos pasos conducirían a un Estados Unidos más seguro, más seguro porque tendría menos compromisos extranjeros que podrían conducir a una guerra con una potencia nuclear (o, en el caso de Israel, atada a una potencia nuclear). Si eso lleva a un desempleo masivo dentro del establishment, bueno, ¿no es una vergüenza?

Traducción: Carlos Pissolito

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