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viernes, 28 de octubre de 2011

Haitianos se entrenan para un futuro con Fuerzas Armadas.

Nuevamente la gran repercusión de un artículo publicado en su inglés original nos lleva a hacerlo en nuestra lengua.

Haitianos se entrenan para un futuro con Fuerzas Armadas.

 

Por Randal C. ARCHIVOLD (The New York Times)
El look del Presidente M. Martelly.

Por horas Robeson Arthiste se ha arrastrado a través de la basura como un comando, ha marchado “izquierdo, derecho, izquierdo,” se ha zambullido detrás de los arbustos apuntando con un arma imaginaria y ha hecho un gesto de dolor mientras una hoja de afeitar removía cada penacho de cabello de su cabeza, dejando un chorrito de sangre. Cubierto de transpiración y suciedad después de ejercitarse con otros esperanzados amigos del ejército, dijo que estaba listo para unirse a las fuerzas armadas haitianas - esto es, si las hubiese. “Las cosas no están  fáciles acá en Haití,” dijo el señor Robeson, de 35 años, y, que como varios de los candidatos, es un desempleado. “Necesitamos algo para hacer.”Si ese algo para hacer son las nuevas fuerzas armadas, ha hecho sonar las alarmas tanto acá como en el exterior. Las fuerzas armadas fueron disueltas por los abusos a los derechos humanos en 1995 por el Presidente Jean-Bertrand Aristide, después de años de convulsión política, incorporando a Haití al puñado de países sin ejército.


Pero ahora el Presidente Michel Martelly ha prometido restablecerlas, impulsando un plan para reconstituir las fuerzas militares haitianas bajo la forma de una guardia nacional o de una fuerza de defensa civil para complementar a la débil policía nacional. Su propuesta de 95 millones de dólares es para convocar a una fuerza inicial de 3.500 hombres para patrullar las fronteras, ayudar a reducir los disturbios civiles y proveerle de un empleo a legiones de gente joven. Deja aparte 15 millones de dólares para compensar a los antiguos soldados que se vienen quejando desde hace tiempo de que se les debe una pensión. Un borrador enviado el último mes a los diplomáticos de las naciones garantes fue rápidamente hecho público, como una señal de inquietud  entre aquellos que recuerdan la participación de las fuerzas armadas en golpes de estado y que cuestionan su prioridad en un país que todavía  sufre las consecuencias del terremoto de enero de 2010. Incluso miembros del Parlamento que apoyan la idea como un asunto de orgullo nacional – y, que como muchos ciudadanos, están frustrados por la alta criminalidad – dudan en dar su apoyo para financiar la propuesta. La Constitución prevé una fuerza armada de defensa, por lo que el Presidente Martelly tiene ya la autoridad legal que necesita. En efecto, antiguos miembros del ejército argumentan que técnicamente ellos están aún en servicio. Pero los integrantes del parlamento creen que deberían controlar algo que señalan como igualmente importante: sus billeteras.  “Nuestros generales fundaron el país en 1804,” dijo Jean Rodolph Joazile, un antiguo oficial militar y Presidente del Senado, refiriéndose a la rebelión de los esclavos que dio nacimiento a la independencia de Francia. “Pero el ejército al que yo pertenecí no era profesional. Ahora tenemos que ver cuáles son nuestras necesidades. ¿Es prioritario tener un ejército ahora?”

Las Naciones Unidas tienen planeado desde hace tiempo reemplazar en algún momento a sus fuerzas de paz por una fuerza de policía nacional reforzada; y este mes el Consejo de Seguridad recortó el máximo del contingente de fuerzas de paz de 13.331 a 10.581. Pero el terremoto demoró el desarrollo de la fuerza policial, la que solo llega a 10.200 efectivos para una población de 10 millones, menos de la mitad del tamaño que debería tener, dijo el jefe de policía, Mario Andresol. El Jefe Andresol, también un antiguo oficial del ejército, declinó decir si apoya el plan del Señor Martelly, pero dijo que “necesitamos desarrollar la fuerza policial para ver cuán lejos podemos ir con lo que tenemos.”

Las Naciones Unidas han decidido reducir sus fuerzas de paz a los niveles anteriores al terremoto – una decisión a la que el señor Martelly se opuso, dados los persistentes problemas criminales – y  el sentimiento popular de desencanto que los acompaña. Una unidad de Nepal se cree que trajo el cólera al país, mientras que miembros de las fuerzas de paz del Uruguay están acusados de abuso sexual contra un haitiano de 18 años. Ambos temas han provocado protestas. Esta corriente de desconfianza y animosidad ayuda a alimentar a los grupos  ad hoc de antiguos soldados y a los aspirantes y que pueden incluso servir de apoyo al señor Martelly, quien hizo campaña con promesas como reducir la influencia internacional y restaurar el orgullo haitiano. Le dijo al parlamento que planea nombrar un estado mayor general el 18 de noviembre, una celebración militar(1), aunque formalmente no ha anunciado su plan. El señor Martelly,  quien fue cadete pero que no llegó a egresar de la academia militar nacional, cuando visitaba a uno de estos grupos como candidato presidencial, en noviembre fue agasajado con una ceremonia militar con desfile incluido; contó Néstor Appolon, el comandante del mismo. “Vino a alentarnos y a estimularnos,  dijo que apoya el tener un ejército” manifestó el señor Appolon, de la “Coordinadora Nacional de Fuerzas Armadas Reestructuradas”, la que comenzó como un campo para sobrevivientes del terremoto manejado por antiguos oficiales militares y que ahora es uno de los varios grupos, que aunque escasamente conectados, presionan todos por un nuevo ejército.

El señor Arthiste pertenece a otro grupo, la “Organización de Soldados Desmovilizados para la Reconstrucción de Haití”, el cual se entrena semanalmente en los terrenos de un night-club abandonado en las afueras de Puerto Príncipe, la capital, Este también está dirigido por antiguos oficiales militares, los que insisten  en que su único fin es ayudar a reconstruir y a asegurar el país, no desestabilizarlo. Ellos tienen apenas proyectada la cuestión de armamento. No se vio ningún arma en la sesión de entrenamiento durante el último fin de semana, pero uno de los líderes del grupo, Daniel Esperance, de 53 años, un antiguo cabo, dijo: “No tenemos armas ahora, pero un día, si estamos en peligro, las encontraremos.”El entrenamiento con armas no aparece como una preocupación cercana durante las sesiones de entrenamiento de fin de semana. Los reclutas tienen suficientes problemas marcando el paso, haciendo cuerpo a tierra y  flexiones de brazos para pagar sus errores.

Viendo sus cabezas afeitadas, ya que solo unos pocos resistieron antes de sucumbir a la navaja, dijo uno de los peluqueros: “Este es un movimiento de los “Tet Kale”, usando el término haitiano para cabezas rapadas, el que también parece ser el apodo del señor Martelly. El señor Esperance sostuvo que los miembros del grupo – a los que estimó en alrededor de unos 2.000, aunque solo cerca de 100 estaban presentes en el entrenamiento del sábado – donan lo que pueden para almuerzo y para comprar uniformes y pantalones camuflados, remeras grises y borceguíes. Los reclutas parecen estar tan interesados en el futuro empleo como en defender al país. Varios han salido de la escuela no hace mucho y dicen que nunca han tenido un trabajo formal, lo que es común en un país donde cerca de dos tercios de la población está desempleada. “Somos gente pobre, necesitamos un salario,” dijo Frederic Markendy, de 28 años, un aspirante. “El ejército es solo una forma. ¿Qué hace a un país? Eso mismo: un ejército.”

(1)    Aniversario de la batalla de Vertières en la que los rebeldes haitianos vencieron al ejército francés el 18 de noviembre de 1803, posibilitando la Declaración de la Independencia el 1ro de enero 1804.
Traducción y nota: J.L.U.

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