La red terrorista busca influir en el conflicto
Por Karen Maron | Para LA NACION - Jueves 23 de febrero de 2012 | Publicado en edición impresa
La amenaza de Al-Qaeda es concreta. Tras los atentados, el 11 de febrero fue difundido un video donde el sucesor de Osama ben Laden, Ayman al Zawahiri, hace un llamado a derrocar al gobierno de Bashar al-Assad.
En el mensaje, Zawahiri convocó a los musulmanes de los países vecinos de Jordania, Turquía y Líbano a levantarse y apoyar la rebelión.
Los atentados suicidas son también una respuesta a la detención de cientos de jihadistas sirios y de su líder del Levante, Abu Musab Al Suri -cuyo verdadero nombre es Mustafá Setmariam-, preso en una cárcel de esta capital en la sección 215, reservada a prisioneros provenientes de la inteligencia militar islámica.
Al Suri fue el fundador de las primeras células jihadistas en España, se trasladó a Afganistán en los años 90, donde trabajó en el Ministerio de Defensa talibán con el mullah Omar, alcanzó la cúpula de Al-Qaeda y dirigió un campo de entrenamiento terrorista para sirios. En 2001, después de que Estados Unidos invadiera Afganistán, Ben Laden le encargó que diseñara la nueva jihad, la denominada guerra química y bacteriológica.
"Las fuerzas de seguridad sirias han arrestado en los enfrentamientos con los grupos armados a tres oficiales cataríes, a 47 militares turcos y también a jordanos, iraquíes, pastunes y chechenos que han traído desde Afganistán y los han infiltrado en Siria", confirma Bassam Abu Abdullah, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Damasco.
Abdullah cree que las manifestaciones que comenzaron en Daraa en marzo de 2011 fueron utilizadas por fuerzas externas para desatar y azuzar un conflicto interno en Siria, con el empleo, incluso, de mercenarios y comandos bien entrenados de organizaciones radicales de salafistas, wahabitas y miembros de la Hermandad Musulmana.
Además de que el líder ideológico de Al-Qaeda convocó específicamente a los musulmanes de Irak para apoyar el levantamiento, en Jordania la influyente Hermandad Musulmana emitió un llamado a las armas alegando que es un deber para los musulmanes en todas partes del mundo oponerse al gobierno de Al-Assad.
Según información clasificada, desde Irak están llegando morteros, granadas y fusiles que han aumentado su precio considerablemente. Pero también llegan hombres para combatir. La mayoría son procedentes de Mosul, considerada la sede de Al-Qaeda en Irak -cuyos miembros se ha reducido sustancialmente en los últimos años-, pero que está tratando de tomar ventaja de la violencia en Siria.
Logo de al-Queda. |
DAMASCO.- "Al-Qaeda nunca ingresará en Siria. Eso significaría la destrucción de nuestra cultura y convivencia. Son monstruos fanáticos. Mashnun , mashnun (locos)", le dice a La Nacion Nabeel, que junto a su familia visita el monte Casiún, que se eleva imponente en esta capital.
Después de la explosión de dos coches bomba frente al cuartel de seguridad y una comisaría en la norteña ciudad de Aleppo, que dejó un saldo de 28 personas fallecidas y 235 heridos, las fuerzas opositoras al gobierno comprobaron que pueden atacar al régimen en sus bastiones más preciados y creció el temor al accionar del extremismo islámico.La amenaza de Al-Qaeda es concreta. Tras los atentados, el 11 de febrero fue difundido un video donde el sucesor de Osama ben Laden, Ayman al Zawahiri, hace un llamado a derrocar al gobierno de Bashar al-Assad.
En el mensaje, Zawahiri convocó a los musulmanes de los países vecinos de Jordania, Turquía y Líbano a levantarse y apoyar la rebelión.
Los atentados suicidas son también una respuesta a la detención de cientos de jihadistas sirios y de su líder del Levante, Abu Musab Al Suri -cuyo verdadero nombre es Mustafá Setmariam-, preso en una cárcel de esta capital en la sección 215, reservada a prisioneros provenientes de la inteligencia militar islámica.
Al Suri fue el fundador de las primeras células jihadistas en España, se trasladó a Afganistán en los años 90, donde trabajó en el Ministerio de Defensa talibán con el mullah Omar, alcanzó la cúpula de Al-Qaeda y dirigió un campo de entrenamiento terrorista para sirios. En 2001, después de que Estados Unidos invadiera Afganistán, Ben Laden le encargó que diseñara la nueva jihad, la denominada guerra química y bacteriológica.
"Las fuerzas de seguridad sirias han arrestado en los enfrentamientos con los grupos armados a tres oficiales cataríes, a 47 militares turcos y también a jordanos, iraquíes, pastunes y chechenos que han traído desde Afganistán y los han infiltrado en Siria", confirma Bassam Abu Abdullah, profesor de Relaciones Internacionales en la Universidad de Damasco.
Abdullah cree que las manifestaciones que comenzaron en Daraa en marzo de 2011 fueron utilizadas por fuerzas externas para desatar y azuzar un conflicto interno en Siria, con el empleo, incluso, de mercenarios y comandos bien entrenados de organizaciones radicales de salafistas, wahabitas y miembros de la Hermandad Musulmana.
Regionalización
Cada vez es más claro que la guerra sectaria se está convirtiendo en un conflicto regional temido durante mucho tiempo. Al igual que Irak y Afganistán, es probable que este país se esté convirtiendo en el campo de entrenamiento para una nueva era de conflicto internacional y los jihadistas se están preparando para ello.Además de que el líder ideológico de Al-Qaeda convocó específicamente a los musulmanes de Irak para apoyar el levantamiento, en Jordania la influyente Hermandad Musulmana emitió un llamado a las armas alegando que es un deber para los musulmanes en todas partes del mundo oponerse al gobierno de Al-Assad.
Según información clasificada, desde Irak están llegando morteros, granadas y fusiles que han aumentado su precio considerablemente. Pero también llegan hombres para combatir. La mayoría son procedentes de Mosul, considerada la sede de Al-Qaeda en Irak -cuyos miembros se ha reducido sustancialmente en los últimos años-, pero que está tratando de tomar ventaja de la violencia en Siria.
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