por el Coronel Carlos A. Pissolito (*)
En todas la escuelas de guerra del mundo, profesores y alumnos, se preguntan qué es
la estrategia, qué la diferencia de la táctica, en qué consiste lo realmente
estratégico. Creo que estamos asistiendo a una clase magistral que responde con
claridad a nuestras preguntas. Esta clase no se desarrolla en otra aula que no
sea el escenario mundial actual. Sus profesores involuntarios son aquellos que están
aprovechando los hechos que se suceden en cadena en el mundo islámico, los que ayudados
por los “vientos de la historia”, conducen y aprovechan los acontecimientos en
curso.
Veamos. Siempre se ha sostenido que la estrategia operacional es la bisagra entre la política y lo meramente táctico. Esto ha sido casi siempre fácil verlo en las operaciones convencionales, donde las fuerzas militares de un Estado se enfrentan con a las de otro Estado. Por ejemplo, cuando en la IIGM los alemanes irrumpieron por las Ardenas lograron una sorpresa estratégica al utilizar una vía de invasión de baja expectativa, una descartada por los Aliados por considerarla impracticable. Específicamente, cuando el cuerpo blindado del general alemán Heinz Guderian, que era la vanguardia de este ataque, cruzó el río Mosa, recibió la novedad enviada por su exploración, de que una poderosa fuerza franco-inglesa se aproximaba por el sur en su busca. Un comandante menos audaz que Guderian hubiera detenido su avance y se hubiera hecho fuerte en su posición para esperar el ataque enemigo, protegiendo los puentes que acababa de conquistar. En vez de esto, le ordenó a su cuerpo blindado que girara hacia el norte en dirección al Canal de la Mancha. Si bien con este movimiento se alejaba del enemigo que lo buscaba desde el sur; lo que produjo -en realidad- fue un efecto psicológico tremendo en sus perseguidores. Ya que sus fuerzas, pequeñas pero poderosas y móviles, se movían hacia su retaguardia, hacia los puertos que sobre ese canal les aseguraban a los ingleses sus abastecimientos y su regreso a casa. Así, casi sin disparar un tiro Guderian transformó un hecho táctico (el cruce de un río) en uno de consecuencias estratégicas (la desmoralización de las fuerzas del enemigo).
Una analogía similar y casera podríamos hacer respecto del Plan Continental del General José de San Martín. Quien, en lugar de atacar su objetivo estratégico que era Lima (centro del poder español en América del Sur), por el camino del norte que era el más directo. Lo hizo por mar, para lo cual debía cruzar los Andes, conquistar y liberar Chile y organizar una flota naval que lo transportara hacia su objetivo. Con esta maniobra estratégica, si bien se enfrentaba a la mole formidable de la Cordillera de los Andes. Colocaba a su adversario en un dilema. ¿Dónde y cómo San Martín cruzaría a Chile? Para aprovechar estas dudas, como sabemos, dividió a sus fuerzas en dos columnas principales y en tres destacamentos secundarios. Lo que obligó a los españoles a dispersarse. Reunidas sus fuerzas en la Cuesta de Chacabuco pudo librar una batalla contra un enemigo desprevenido y mal parado.
Esto que suena sencillo de ver y de hacer en una guerra convencional no lo
es tanto en una no convencional, como son los que caracterizan a este siglo
XXI, donde actores no estatales se enfrentan entre sí y contra Estados o hasta contra
poderosas ligas de Estados, como es el caso de la OTAN. Sin embargo, al parecer
los distintos movimientos fundamentalistas islámicos le han encontrado el
agujero al mate. ¿Cómo? Pegándoles a los norteamericanos en donde más les duele
y en el momento oportuno. Tal como hicieron Guderian y San Martín, pero aun con menos medios tácticos.
Ellos no tienen divisiones blindadas a su disposición. ¿Qué es lo que tienen? Dos
cosas fundamentales: gente dispuesta a morir por sus ideas y mucha paciencia.
¿Cuál es su plan? Sacar a los EE.UU. de su ritmo y estilo estratégico,
obligándolo a cometer errores. Para ello eligen pelear en el campo moral, el
que es eminentemente estratégico. Sin descartar el psicológico y con algunas
pocas acciones físicas, las que son mayormente tácticas; pero muy audaces y
decididas. Por ejemplo, analicemos el reciente incidente de la muerte del Embajador
de los EE.UU. en Libia.
En primer lugar, ellos levantan y hacen suyas una bandera moral: la defensa de su religión.
Todo un tema para analizar desde la paradoja: sociedad moderna vs sociedad
tradicional. Así se colocan desde el inicio en un terreno llave. Superior y
mejor ubicado que el de su adversario. No pelean por el petróleo, ni por las
cosas que Occidente dice que le interesa como la democracia o los DDHH; lo
hacen en defensa del honor de su Profeta. En segundo lugar, se rodean de un
supuesto o real apoyo popular, que queda representado por las masas musulmanas
que asaltaron las embajadas. En tercer lugar, infiltran un pequeño grupo de
combatientes que con armas de circunstancias, en este caso granadas antitanques
(las que han estado siempre disponibles en la zona), y matan a un embajador del Gran Satán,
la potencia que pretende humillarlos en su fuero íntimo, en su religión. Para
colmo de males, lo filman todo, reproduciendo un tremendo “efecto CNN” en todo
los televisores del mundo. Finalmente, multiplican sus acciones con campañas de
propaganda y acción psicológica, muy baratas pero muy efectivas, mediante el
uso de las redes sociales de Twitter y Facebook.
Pero, ¿por qué decimos que esto es estratégico? Porque obliga a los EE.UU.
a reaccionar frente a un dilema: si no actúa, el Presidente Obama pierde su
frente interno y los deja a ellos impunes y victoriosos; si sobreactúa enviando
una flota con Marines y lanza misiles y ataques con aviones sin piloto, lo que
casi con certeza producirá las lógicas bajas colaterales; los fundamentalistas,
también, ganan porque logran con ello más apoyo popular para su causa. En otras
palabras, hagan lo que hagan los norteamericanos no puede hacer otra cosa que
beneficiar a los fundamentalistas.
Todos estos hechos se ven reforzados por la oportunidad en los que los
mismos fueron ejecutados. Lo que revela un excelente timing estratégico.
Se sirvieron de una fecha emblemática, el 10mo aniversario del 11S; y –para colmo
de males- a dos meses de las elecciones presidenciales de su enemigo
estratégico. Con todo lo que ello implica desde el punto de vista
político-estratégico. Como si todo esto fuera poco, creo que hay una yapa. Cuál
es la deslegitimación de los gobiernos árabes que se pongan del lado de los
EE.UU. Gobiernos, que ellos los fundamentalistas, quieren derribar.
Como verán no es necesario haber aprobado ninguna escuela de guerra para
hacer estrategia de la buena.
(*) Resumen de la clase impartida el 11 Set 12 al curso de 2do Año de la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino.
(*) Resumen de la clase impartida el 11 Set 12 al curso de 2do Año de la Escuela Superior de Guerra del Ejército Argentino.
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