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Panorama devastador en Medio Oriente
Israel ocupó la llamada Franja de Gaza durante la Guerra de los Seis Días. En 1967. No obstante, se retiró de ella en 2005. Pero desde entonces ha debido mantener siempre a sus tropas en estado de alerta en su derredor.
Ahora, en rigor, el alerta comprende a todo su territorio. Porque los nuevos misiles que disparan las milicias de Hamas desde el interior de Gaza tienen hoy capacidad de golpear en cualquiera de sus rincones. Israel controla, además, las fronteras y el espacio aéreo y marítimo de Gaza. Esta es la situación, nueve años después de que Israel decidiera unilateralmente abandonar el territorio de Gaza.Ocurre que en Gaza gobierna Hamas, el movimiento extremista y terrorista palestino que -con el apoyo de Irán y de la Hermandad Musulmana egipcia- no acepta la presencia del Estado de Israel en Medio Oriente. Y que, intransigente, no concibe que -a través de negociaciones de paz- se pueda edificar una solución, como la de los dos Estados, que permita una coexistencia pacífica entre judíos y palestinos.
Mientras tanto, en la pequeña franja de tierra viven -hacinados y en condiciones lamentables- nada menos que un millón ochocientos mil palestinos. Por el momento, sin futuro. Y casi en la miseria. Además, sumergidos en el resentimiento. Y no sin razones. Gaza es casi una gran prisión, con una población que vive mal, al aire libre.
Desde 2005, Israel y Hamas se han enfrentado abiertamente en Gaza, en tres oportunidades. En la guerra de 2008-2009, en 2012 y ahora.
En cada oportunidad, las acciones fueron relativamente breves. Pero siempre han sido devastadoras, dejando un saldo de destrucción y muchos muertos y heridos palestinos, a los que se suele llamar eufemísticamente: "bajas colaterales". Israel también ha tenido -y sigue teniendo- sus bajas. Pero muchas menos, atento a su enorme superioridad militar.
Las acciones bélicas en Gaza han sido siempre reacción -y consecuencia directa- de la ola de misiles que, de pronto, comienza a volar indiscriminadamente desde Gaza hacia Israel. Lo que es claramente inaceptable para cualquier gobierno israelí. Porque existe el derecho inmanente a la propia defensa. No obstante, esa reacción está sometida a la obligación de que ella sea proporcional al peligro al que responde, criterio nunca fácil de precisar.
La reacción está sometida a la obligación de que ella sea proporcional al peligro al que responde, criterio nunca fácil de precisar
Hasta ahora, cada uno de los enfrentamientos abiertos librados entre Israel y Hamas terminó en un cese el fuego alcanzado como consecuencia de la presión internacional, aunque sin que el riesgo de los misiles se eliminara. Nunca. El cese el fuego, propuesto nuevamente por Egipto acaba de ser rechazado expresamente por Hamas.
A la luz de lo sucedido en los últimos días, parece evidente que la paz y seguridad de la región están en peligro. Exponencialmente. Por el mayor alcance de los misiles de que ahora dispone Hamas y por la existencia comprobada de un enorme inventario -realmente de pesadilla- que ha permitido que, en tan sólo cinco días de conflicto, las milicias de Hamas hayan disparado nada menos que 1500 misiles contra Israel. Gracias a la eficacia defensiva del milagroso Domo de Hierro, muchos de los misiles disparados desde Gaza pudieron ser interceptados en el aire, antes de dar en sus blancos.
Esta vez la reacción militar de Israel tiene algunas características diferentes. Veámoslas.
Primero, Israel tiene una agenda militar con objetivos concretos. Precisos y públicos. Desplegada contra una serie de blancos emplazados en un territorio bien delimitado. Se trata de destruir lo sustancial de la extensa red de túneles que cruza la frontera de Gaza con Egipto por la que circulan los misiles y todo el aparato de guerra de Hamas. Los principales y más activos proveedores del arsenal en poder de Hamas son, claro está, Irán y su aliada, Siria.
En el primer día de las operaciones militares israelíes en Gaza, se descubrieron e inutilizaron diez túneles y se alcanzaron 240 blancos, en su mayoría rampas de lanzamiento de misiles. Desde entonces, el número de túneles descubiertos -y desarticulados- se ha más que duplicado.
Segundo, a diferencia de 2012, esta vez Egipto no está gobernado por la Hermandad Musulmana, como en tiempos de Mohamed Morsi, hoy en prisión. Sino por los militares. Ya no hay entonces "manga ancha" de ningún tipo para el tráfico de armamentos hacia Gaza, al menos en principio.
Tercero, los objetivos tácticos que Israel persiguió de inicio no estaban en zonas urbanas, sino en territorio eminentemente rural. Menos poblado, entonces. Con la posibilidad de disminuir sustancialmente el número de víctimas de las acciones militares y evitar combates callejeros.
Pero el domingo pasado esto cambió ante la decisión israelí de atacar asimismo objetivos ubicados en el barrio de Shejaiya, en las afueras de Gaza City. Y el número de víctimas fatales creció velozmente. Más de 500 palestinos y decenas de israelíes. El 75% de ellos son civiles inocentes.
Pese a esto último, alcanzado que sea el objetivo específico perseguido, Israel podría retirarse de Gaza, sin mayores dificultades. Aunque sin que esto signifique que no haya ocurrido -una vez más- un desastre humanitario. Prueba de ello es que ya hay más de 50.000 desplazados internos, en la propia Franja Gaza. Esto es gente que, huyendo precariamente de la muerte, dejó atrás sus hogares y pertenencias. Y, con frecuencia, también a parte de su familia. Lo que es siempre trágico.
Ya hay más de 50.000 desplazados internos, en la propia Franja Gaza. Esto es gente que, huyendo precariamente de la muerte, dejó atrás sus hogares y pertenencias
Cuarto, el premier Netanyahu, a diferencia de Hamas que la rechazó, aceptó la propuesta egipcia de cese el fuego y concedió, además, las pausas humanitarias (de seis horas y dos horas) que le pidieran las Naciones Unidas. Mostró así una disposición distinta a la intransigencia propia de Hamas.
Quinto, Irán está hoy sobreextendido, con tropas propias y milicias de Hezbollah combatiendo en Siria e Irak contra el fundamentalismo violento sunni.
Pese a las diferencias apuntadas, este es un nuevo módulo de violencia dentro de un ciclo que, cuando se enciende, se transforma en una lamentable espiral de horror. Esa espiral contiene siempre la expresión de irracionalidad que parece mover a Hamas, exteriorizada por su rechazo al ofrecimiento egipcio de mediar para un cese el fuego inmediato.
Nuestra Cancillería acaba de hacer conocer su posición particular sobre este difícil tema. Lo hizo el domingo, mediante un mensaje duro respecto de Tel Aviv.
Ella puede sintetizarse como sigue: (i) el uso de la fuerza por parte de Israel ha sido desproporcionado y excesivo; (ii) la ofensiva terrestre de Israel ha "escalado" la crisis y sólo generará más inestabilidad en la región, más víctimas y más sufrimiento. Esto supone sostener que sólo debió actuarse desde el aire, como única reacción posible en ejercicio del derecho inmanente de defensa. Lo que es controvertible, por lo menos. Porque no asegura la destrucción de las rampas de lanzamiento de los misiles. Ni permite la destrucción de los túneles por los que ingresan ilegalmente a Gaza; (iii) el continuo e indiscriminado lanzamiento de misiles desde Gaza hacia Israel es también condenable; (iv) nuestro país apoya todas las gestiones que procuran un cese del fuego inmediato y duradero; (v) es necesario reanudar el proceso de paz en Medio Oriente, sobre la base de la solución de los dos Estados; (vi) es vital permitir el flujo de la ayuda humanitaria; (vii) debe garantizarse un flujo -sostenido y regular- de bienes y personas a través de los pasos fronterizos de Gaza. Nada se dice, sin embargo, sobre el uso -y abuso- de la frontera para ingresar ilegalmente a Gaza la montaña de misiles que conforma el inventario de los milicianos de "Hamas". Ni respecto de quienes siguen siendo los proveedores de misiles para "Hamas"; y (viii) los responsables de tanta muerte, destrucción y futuro truncado, no pueden quedar impunes. Sin justicia, sostiene nuestra Cancillería, no habrá paz duradera. Se sobreentiende que esto último se refiere a todos.
La angustia crece y, más allá de las declaraciones, no se advierte la existencia de una vía diplomática expeditiva que pueda poner fin a las hostilidades
Ante lo que sucede, la angustia crece y, más allá de las declaraciones, no se advierte la existencia de una vía diplomática expeditiva que pueda poner fin a las hostilidades, asegurando que sus causas no se repitan. Encontrarla rápido es el gran desafío.
Hasta ahora, los actores centrales en la búsqueda del cese el fuego son: las Naciones Unidas, los Estados Unidos y Egipto.
El otro movimiento palestino, Fatah, que ha condenado la violencia de Hamas, ha quedado a un costado, evidenciando irrelevancia.
Las demás "potencias" no están activas en el esfuerzo por lograr un cese el fuego. En algunos casos (como el de Rusia) sumergidas en sus propios conflictos, en otros (como el de China) por falta de protagonismo real.
Los esfuerzos en pro del cese el fuego deben ser apoyados, por todos. No es tiempo de mostrar indiferencia, sino de ayudar -cada uno de acuerdo a sus posibilidades- a interrumpir las hostilidades. Lo que es bien distinto
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