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Villa Corea: La fortaleza.
por Laura Etcharren
Villa Corea tiene algo del México profundo. El narco es el ideal. La traición es el peor de los pecados. Candela, el silencio perverso. Y las Maras, la nueva modalidad.
Villa Corea. Partido de San Martín.
No hay distinción entre el día y la noche. La madrugada es tan móvil como el corazón de la tarde.
Los subordinados del narcotráfico patrullan las inmediaciones en simulación de paseo.
La droga pasa con jactancia. No hay reparos. Una cara desconocida siempre amenaza.
Ocurre, que Villa Corea, ubicada en el partido de San Martín, es una fortaleza sin murallas en donde la ley externa ha sido declarada inexistente. Allí, reina la propia ley amparada en la premisa de saber, que el peor de los pecados, es la traición.
Lejos de ser la Villa que todos imaginamos, Villa Corea es, en realidad, un barrio de casas bajas de material. Tiene la dinámica de una Villa y la arquitectura de un barrio obrero. De un aparente bajo poder adquisitivo en donde hay un estado de zozobra permanente a pesar de ser, para el afuera, un fuerte abierto e impenetrable en donde la paradoja, es la espera de lo peor.
Lo que quedo de Candela Rodríguez
Si algo quedo de Candela, en Villa Corea, es el silencio. También, el terror de algunos, la culpa de otros, y la complicidad siniestra.
Se percibe, en el lugar, un tácito y estremecedor "pacto" de silencio.
Cada pregunta, cada duda o afirmación, parecen fastidiar. Como sí Candela hubiese sido una construcción criminal de una ficción encuadrada en los policiales de Agatha Christie.
Nadie quiere hablar de Candela. Merodea una molesta negación de la barbarie interna mientras la droga circula, ya naturalizada, entre las miradas de los niños que conviven en el ostracismo de la marginalidad impuesta.
Candela Rodríguez encarna, en el silencio riguroso de la Villa, la sospecha del saber bajo la cláusula inamovible del "desconocimiento". Sin embargo, el nombre de la niña retumba al divisarse menores, que casi como zombies, caminan por los recovecos en los que la menor, tal vez estuvo, o no. O quizás estuvo omnipresente, mientras se ideaba, macabramente, el plan de destrucción.
El de Candela es un caso que tuvo impericias y desinteligencias constantes. Desde arriba, fundamentalmente.
Hasta las emociones de sus familiares fueron sometidas a dudas. La niñez a destiempo merodeaba en los imaginarios. Los vínculos con la mala policía, el narco, la cárcel y una familia extrañamente ensamblada.
Los años pasan y cada día, cada mes, a Candela, con la impunidad casi connivente con la mafia, la vuelven a matar.
Del México profundo a Villa Corea
El partido de San Martín es uno de los partidos más peligrosos del Conurbano en lo que a violencia y delincuencia respecta.
Las zonas más conflictivas del mismo son:
Villa 18.
Villa Corea.
Villa La Tranquila.
Villa La Rana.
Villa La Valle.
No obstante, Villa Corea, tiene algo del México profundo en donde el ideal está atravesado por el narco.
La actividad delictiva en dicha villa, no solo constata la línea Mexicana que Argentina sigue en Narco Maras sino que también, eleva el principio de la propia ley más allá de la ley.
Como una de las grandes construcciones de la Provincia de Buenos Aires; en la Corea circula el paco corrientemente así como también, todo tipo de estupefacientes que se encuentran diseminados entre las viviendas.
Se estima, que de cada 20 casas, 16 guardan droga. Ya sea para consumo o comercialización. O bien, por la máxima de la extorsión. Es que en Villa Corea, la extorsión es una de las tendencias mejor importadas de México. También del Triángulo Mara Norte. (Guatemala, Honduras, El Salvador).
Esto significa, que en algunos casos, para sobrevivir en el espacio, los habitantes de trabajo que quedaron atados al flagelo, deben oficiar de “tenedores” de todo aquello que el capo o designado por el capo les indique. Droga, armas y en casos excepcionales, según informantes consultados, algún rehén.
No hay opción para la negatividad. Estar allí, es como estar en medio de una conspiración sin límites.
Final marero
Argentina no sólo supo crear la suficiente marginalidad para forjar un espacio propicio para la formación de bandas de narcotraficantes sino que también, por la permeabilidad fronteriza y el déficit en la ley migratoria, favoreció la penetración de células criminales internacionales.
De esta manera, con base local, Argentina alberga sobre el final de la Década Ganada, clicas de carteles mexicanos, colombianos, peruanos y paraguayos. Y cuenta, increíblemente, con la primera clica de la Mara Salvatrucha (MS 13) fundada en el Partido de La Matanza. En Rafael Castillo. Con operaciones entre Puerta de Hierro y la San Petersburgo.
Pero como si fuese poco, ésta Mara fundada por un salvadoreño (El Lágrima) que se valió, además de la marginalidad, del fino reclutamiento de menores en riesgo realizado por exonerados así como por la mugre que corrompe a parte de “Goliat” -el gigante de la Provincia de Buenos Aires que mueve los hilos del poder- ya se expandió hacia el Partido de Morón. Y de ahí, por tráfico de información e influencias, actualmente se gesta, en Villa Corea, lo que sería la primera Mara netamente local.
Se trata de una Pandilla que trascendió el barrio mismo con el apoyo de las estructuras de poder del mal. La misma sigue el paso de las Maras Salvadoreñas con una organización puramente nacional pero con la modalidad delictiva de las extorsiones a comerciantes, amenazas a chóferes de medios de transporte, y el vínculo más sobresaliente con los narcotraficantes que operan entre la Corea, la Rana y la 18.
Una realidad que nada tiene que ver con la pobreza.
Un estado de situación que acentúa el papel de Narcos y Maras en el país. Que expone la vulgaridad de un sistema precario y que nos consagra como el mejor importador de miseria de aquellos países sostenidos en la ficción de la lucha contra el narcotráfico. En el fetiche de la erradicación en el corto plazo cuando en realidad, solo llevan adelante un desplazamiento de las organizaciones criminales a las que el Simulacro Nacional y Popular, en su máxima apertura, les dio paso voraz.
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