por Carlos Pissolito
Seguramente, muchos lectores no compartirán la frase que encabeza este artículo. Tampoco el autor de la misma. Al menos, en términos absolutos. Pero, sí como un pensamiento provocador que nos impulse a reflexionar.
Reflexionar respecto de por qué numerosos funcionarios que abandonan la función publica terminan enfrentando procesos judiciales en su contra.
Y no nos referimos al caso especifico de las acusaciones que sufre nuestra última expresidente, junto a varios funcionarios que la acompañaron en su larga gestión de gobierno.
Sino, al hecho que ello no constituya ninguna novedad. Todo lo contrario. Una tendencia que no solo se apoya en nuestra historia, una que -también- se proyecta peligrosamente hacia nuestro futuro. Como veremos.
Para empezar baste recordar que los mismísimos fundadores de la argentinidad. El libertador General San Martín y el General Manuel Belgrano debieron enfrentar campañas en su contra que los condujeron al ostracismo. Otros, con menos suerte fueron simplemente asesinados, como los gobernadores en ejercicio de sus funciones: Manuel Dorrego y Facundo Quiroga y el expresidente Justo José de Urquiza.
Más modernamente se destacan las tres juntas de gobierno del denostado Proceso Militar. Enjuiciadas y encarceladas. Las que no quedan solas, pues fueron acompañadas en el escarnio -aunque en mucha menor medida- por los expresidentes Eduardo de la Rúa y Carlos Menem.
Pero, como decimos el peligro no está en nuestro pasado. Tampoco en nuestro ominoso presente. Está en nuestro futuro.
Ya que nos preguntamos si a alguien le puede caber alguna duda respecto de que el actual presidente tiene grandes posibilidades de sufrir la misma suerte que sus predecesores una vez que abandone el poder.
Llegado a este punto, creemos que es tiempo de buscar una causa común que lo explique.
Teniendo como aliada a la historia comparada solo podemos decir que esto no es así en todos lados. Por ejemplo, en los EEUU, todo presidente que abandona su puesto, solo le resta el rol de consejero y el de dispensador de sesudas conferencias.
Muy por el contrario, aquí, parecería que el hecho de abandonar el poder casi siempre está signado con el de la pérdida del prestigio, los honores y hasta la libertad.
Volviendo a los EEUU, vemos que en ese país se practica aquello del disenso en el consenso. O en otras palabras: sus dirigentes están de acuerdo en casi todo. Por lo menos, así ha sido hasta su última elección presidencial.
No parece ser este el caso argentino; pues desde morenistas y saavedristas, unitarios y federales, crudos y cocidos, azules y colorados, peronistas y antiperonistas -solo por nombrar a las más conocidas- nos hemos debatido en permanentes antinomias irreconciliables.
Algún conocedor de las historias de ambos países podría atreverse a sostener que los del Norte enfrentaron una cruenta guerra civil con un claro ganador. Mientras que nosotros hemos sufridos sucesivas escaramuzas civiles sin un resultado contundente. Resumido en la hermosa frase de: "Ni vencedores ni vencidos."
Esperemos que esta vez no sea el caso y que alcancemos una mayor estabilidad fruto de nuestro aprendizaje y no por la suerte derivada de nuestros continuos enfrentamientos.
1 comentario:
BUENOS AIRES 12 DE ABRIL DEL 2016-Estimado Cnel.Pisstolito- acabo de leer su escrito, excelente, muy bien escrito, lo felicito me despido de usted con un fuerte abrazo, que surge de mi gran estima personal, mi hermano EDUARDO Mendizabal, tiene una profunda admiracion por su persona, todos son elogios.HASTA PRONTO
Publicar un comentario