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Andrés Oppenheimer
MIAMI.-Muy pocos en América latina están pensando en la posibilidad de un ataque terrorista del autodenominado Estado Islámico (EI) en la región, pero -después de los recientes ataques en Bruselas, París y Túnez- quizás sea hora de tomar este peligro más en serio.
No es una cuestión académica. En la década de 1990, hubo dos grandes ataques de grupos terroristas de Medio Oriente en la Argentina que dejaron decenas de muertos y cientos de heridos. Y, a juzgar por lo que me dijo el secretario general de la Organización de Estados Americanos, Luis Almagro, en una entrevista pocos días atrás, hay buenas razones para que los países de la región se preparen mejor para la posibilidad de un nuevo ataque terrorista.
Almagro, cuya organización preside el Comité Interamericano contra el Terrorismo, me dijo que un número indeterminado de jóvenes latinoamericanos ha sido reclutados por EI en Internet, y varios se han unido al grupo terrorista en Siria.
"También sabemos que hay personas de países de las Américas y el Caribe que están retornando, algunos después de haber participado en la guerra en Siria -me dijo Almagro-. No podemos especular cuántos, pero suficientes como para llevar a cabo acciones (terroristas)."
Al menos 27.000 extranjeros procedentes de 86 países, incluidos 76 de América del Sur, han viajado a Irak y Siria para unirse a EI desde 2011, según un reciente estudio del Soufan Group, una empresa privada de inteligencia militar con sede en Nueva York.
El 9 de marzo, un hombre que se identificó como un seguidor de EI asesinó a un muy conocido comerciante judío en Paysandú, Uruguay.
sagrada flia
En 2011, el FBI acusó a dos iraníes de participar en un presunto plan para matar al embajador saudita en Estados Unidos, y sus planes incluían un posible ataque en la Argentina. Agentes estadounidenses dijeron que la trama fue descubierta en México.
Los expertos en el combate contra el terrorismo dicen que EI está siendo derrotado militarmente en Siria e Irak, donde intentaba consolidar su califato islámico, y ahora está expandiendo sus actividades terroristas en el extranjero para no dar señales de debilidad.
Si bien es probable que EI continúe centrándose en Europa y Estados Unidos, podría llevar a cabo atentados contra las embajadas estadounidenses, europeas o israelíes en América latina, en un esfuerzo por mostrar al mundo -y a sus propios seguidores- que la organización todavía está viva y que tiene alcance global.
Además, hay muchas otras agrupaciones terroristas de Medio Oriente que ya están activas en América latina, como Hezbollah, que es respaldada por Irán y tiene una gran presencia en Venezuela.
En un testimonio del año pasado ante el Comité de Servicios Armados del Senado estadounidense, el entonces general del Comando Sur de Estados Unidos, John Kelly, dijo que "los funcionarios de las naciones aliadas de la región han expresado su preocupación por el creciente número de extremistas islámicos sospechosos en el hemisferio que están viajando a Siria para participar en la jihad".
"Algunos obtienen entrenamiento militar y de armamento antes de salir -dijo Kelly-. Cuando estos combatientes extranjeros regresan, tienen experiencia operativa, vínculos con extremistas globales y la posible intención de dañar intereses occidentales."
Kelly añadió que Irán ha establecido alrededor de 80 "centros culturales" en América latina donde se predica una versión violenta del islam y que "estos centros culturales son un tema de preocupación".
Mi opinión: lo más preocupante no es que algunos jóvenes latinoamericanos hayan ido a Siria para unirse a EI -hay jóvenes fracasados en busca de una causa en todos los continentes-, sino el hecho de que la mayoría de los países latinoamericanos carezcan de servicios de inteligencia concentrados en el terrorismo global.
En muchos países de la región, los servicios de inteligencia son agencias del gobierno dedicadas a espiar a opositores políticos.
Cuando EI llevó a cabo sus ataques en Bruselas y París, sólo tomó algunas horas identificar a los terroristas y mostrar sus rostros en la televisión. En América latina, han pasado más de dos décadas desde que ocurrieron los atentados de Buenos Aires y hasta la fecha todavía no se saben a ciencia cierta los nombres de los terroristas.
Es hora de que la región vea a EI, Hezbollah y otros grupos terroristas islámicos como amenazas serias, sin caer en el juego de promover el odio religioso. Como lo señaló Almagro, ya hay suficientes señales de advertencia.
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