https://www.pagina12.com.ar/22606-el-minotauro-en-su-laberinto-trump-y-la-crisis-de-la-civiliz
Por Mónica Peralta Ramos *
Desde los orígenes del tiempo la humanidad ha buscado explicarse los imponderables que amenazan su existencia. En la antigua Grecia, cuna de nuestra civilización occidental, los relatos mitológicos cumplían esa función. Paradójicamente, uno de estos mitos ilumina el drama que hoy enfrenta nuestra civilización amenazada de muerte por fenómenos que ella misma ha engendrado y hoy no puede controlar. En este mito, Minos pide a un dios que lo ayude a conseguir el reino de Creta. Este accede a su pedido y le obsequia un magnifico toro blanco que Minos deberá sacrificar en su honor. Minos no cumple con lo pactado y se apropia del toro. El dios, buscando vengarse, instila en la esposa de Minos una pasión incontenible por el animal. El fruto de esta pasión es el Minotauro: un monstruo con cabeza de toro, cuerpo de hombre e insaciable apetito de carne humana. Minos lo oculta en un laberinto sin salida adonde arroja a los jóvenes atenienses que serán su alimento pero uno de ellos, Teseo, decide matar al Minotauro. Ariadna, hija de Minos, conoce el secreto del laberinto y le da un ovillo de hilo. Al entrar al laberinto Teseo ata un cabo del hilo y, desenrollando el ovillo, va marcando su camino. Muerto el Minotauro, volverá sobre sus pasos y encontrará la salida.
En este relato la codicia humana conduce a la ruptura de pactos de reciprocidad esenciales a la vida comunitaria y genera un canibalismo que, arropado en las tinieblas, culmina en la autodestrucción. Solo la razón –el pensamiento crítico y creativo– permitirá alumbrar el camino que conduce a la salvación. Este mito ilumina la esencia del dilema que enfrenta nuestra civilización. En lo que sigue abordaremos el análisis de algunas dimensiones de la crisis sistémica que sacude al mundo y condiciona nuestro presente.
El acceso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos y los movimientos populistas en Europa muestran que el laberinto institucional ya no oculta al Minotauro. Este monstruo es un capitalismo global monopólico/oligopólico, un sistema social basado en ganancias sin limites aseguradas por el control monopólico de todos lo aspectos de la vida en sociedad: económicos, políticos y culturales. Este tipo de capitalismo incorpora regiones y países con culturas y sistemas políticos distintos y con economías y mercados con distinto grado de regulación. Así, ha constituido una estructura productiva y financiera mundial que, mas allá de las ideologías y de los sistemas políticos, concentra y centraliza al capital en una red de monopolios y oligopolios multinacionales, privados y públicos, interconectados de distinta manera. La dinámica de esta estructura reside en la absorción del excedente, de la riqueza acumulada y de los ingresos mundiales a través de todo tipo de rentas monopólicas.
La concentración monopólica a nivel mundial genera un movimiento centrífugo de división, dispersión y oposición de vastos sectores sociales. Hoy una espesa corteza ideológica e institucional esconde la raíz de los conflictos mundiales. Estos son impulsados, en ultima instancia, por la lucha por el poder económico y político entre grandes corporaciones multinacionales, privadas y publicas, y entre facciones de las elites políticas y burocráticas con acceso a la toma de decisiones de gobierno. Esto ocurre en un ámbito global donde los territorios, las fronteras y el sentido de identidad nacional aun siguen vigentes, y donde aumentan las demandas de diversos estratos de la población crecientemente marginalizados de los beneficios económicos y sociales. Hoy el crecimiento letárgico de la economía mundial potencia a todos los conflictos. Este tipo de crecimiento no es casual ni cíclico. Obedece a una crisis sistémica de índole nueva y de carácter mundial ( M Peralta Ramos, pagina 12 6/12/2016). Esta crisis sistémica, no es solo económico- financiera y cultural. Es también una crisis fogoneada por el agotamiento de recursos no renovables, la depredación del medio ambiente y el propio avance tecnológico.
Este capitalismo monopólico global no es sustentable. Depende totalmente de la energía proveniente de la explotación de recursos naturales no renovables. La brutal depredación de los mismos ha precipitado el inicio de su agotamiento. Hoy el 81% de las fuentes de abastecimiento de petróleo liquido ha disminuido su potencial productivo (HSBC Resources and Energy, September 2016) Estudios científicos muestran que la cantidad de energía que se extrae del petróleo es menor que la cantidad de energía insumida en extraerla. Este valor neto (ó EROI energy return on investment) es hoy la mitad de lo que era hace 15 años (arxiv.org, 2016 ) El valor neto de la energía extraída de otros recursos no renovables (shale, arenas bituminosas, gas, uranio) es todavía mas bajo que el de la energía convencional. Esta ultima constituye la mayor parte de la energía que hoy consumimos y no puede ser totalmente sustituida por energías renovables en un lapso de tiempo razonable. Esta situación, de serias consecuencias económicas y sociales, es minimizada, negada o ignorada. Sin embargo, desde hace mucho tiempo la guerra asola las regiones con mayores reservas de hidrocarburos.
La explotación intensiva del carbón y del petróleo y sus derivados, ha tenido un enorme impacto sobre la temperatura del planeta y del medio ambiente. El cambio climático, las catástrofes naturales de diversa índole y la extinción de diversas especies animales y vegetales son hoy una realidad. Si bien existe consenso científico sobre las causas de estos fenómenos, las ganancias monopólicas de corto plazo prevalecen sobre los intereses de la población y los gobiernos del mundo, desconociendo la gravedad del problema, no adoptan las medidas necesarias para evitar que la depredación del medio ambiente se vuelva irreversible y precipite una catástrofe humanitaria en un plazo no tan lejano.
Por otra parte, el capitalismo monopólico global ha engendrado una revolución tecnológica de consecuencias imprevisibles no solo para la organización de la sociedad sino para la propia existencia humana. La robotización impregna hoy la carrera armamentista, e impacta de lleno sobre la organización social y económica afectando a la generación del empleo y a los salarios tanto en los países centrales como en los emergentes. Asimismo el espectacular desarrollo de la inteligencia artificial en los tres últimos años permite anticipar una era no lejana en la que la inteligencia de las maquinas superará a la inteligencia humana con consecuencias imprevisibles para la vida en el planeta. A pesar de la voz de alerta de científicos y grandes empresarios la enormidad de estos desafíos tecnológicos es hoy totalmente ignorada (theguardian.com 27/10/2014; 2/12/2014; 27/ 7/ 2015) .
Sabemos, desde hace tiempo, que una guerra nuclear o biológica de índole catastrófica es posible. Sin embargo, desconocemos que la catástrofe es inherente a la dinámica de nuestra propia organización económica, social, política y cultural. Como en el mito griego, el monstruo yace oculto. Podemos vislumbrarlo a través de las grietas de su laberinto pero no podemos ver su capacidad auto destructiva. Hoy el fenómeno Trump intenta aggiornar al Minotauro. Sin embargo, es solo el síntoma de la profundidad de la crisis.
La campaña presidencial norteamericana puso al descubierto la enorme pérdida de legitimidad de las instituciones políticas, de las finanzas, de los principales medios de comunicación y del propio aparato de inteligencia americano. Trump enfrentó al establishment tradicional cabalgando sobre las demandas de vastas capas de la sociedad marginalizadas económica y políticamente desde hace décadas. Obtuvo un triunfo electoral, pero en un contexto caracterizado por el 42% de abstención electoral. A un mes de asumir la presidencia, sus diatribas xenófobas y proteccionistas contradicen la importancia que titanes del mundo corporativo han adquirido en su gabinete de billonarios. Goldman Sachs- el grupo financiero de mayor influencia en la política económica de los cuatro últimos gobiernos norteamericanos- controla hoy los puestos económicos de mayor importancia. Asimismo, y como un indicador de la relevancia actual del petróleo en la geopolítica, un ejecutivo de la multinacional petrolera Exxon Mobil, fuertemente vinculado a empresas petroleras rusas, controla la política exterior. Este avance corporativo ocurre en un contexto político muy agitado por la abierta intervención política de sectores del aparato de inteligencia. A través de filtraciones de información altamente sensible pretenden vincular a Trump y a sus asociados con Rusia, fogoneando así una investigación impulsada por los grandes medios de comunicación y el partido demócrata sobre el supuesto rol ruso en la campaña presidencial. Estos intentos de desestabilización, sumados al carácter irreverente e impredecible de Trump y a la pugna de facciones en su entorno, auguran la posibilidad de un “golpe blando” de imprevisibles consecuencias económicas y políticas.
* Socióloga.
Por Mónica Peralta Ramos *
Desde los orígenes del tiempo la humanidad ha buscado explicarse los imponderables que amenazan su existencia. En la antigua Grecia, cuna de nuestra civilización occidental, los relatos mitológicos cumplían esa función. Paradójicamente, uno de estos mitos ilumina el drama que hoy enfrenta nuestra civilización amenazada de muerte por fenómenos que ella misma ha engendrado y hoy no puede controlar. En este mito, Minos pide a un dios que lo ayude a conseguir el reino de Creta. Este accede a su pedido y le obsequia un magnifico toro blanco que Minos deberá sacrificar en su honor. Minos no cumple con lo pactado y se apropia del toro. El dios, buscando vengarse, instila en la esposa de Minos una pasión incontenible por el animal. El fruto de esta pasión es el Minotauro: un monstruo con cabeza de toro, cuerpo de hombre e insaciable apetito de carne humana. Minos lo oculta en un laberinto sin salida adonde arroja a los jóvenes atenienses que serán su alimento pero uno de ellos, Teseo, decide matar al Minotauro. Ariadna, hija de Minos, conoce el secreto del laberinto y le da un ovillo de hilo. Al entrar al laberinto Teseo ata un cabo del hilo y, desenrollando el ovillo, va marcando su camino. Muerto el Minotauro, volverá sobre sus pasos y encontrará la salida.
En este relato la codicia humana conduce a la ruptura de pactos de reciprocidad esenciales a la vida comunitaria y genera un canibalismo que, arropado en las tinieblas, culmina en la autodestrucción. Solo la razón –el pensamiento crítico y creativo– permitirá alumbrar el camino que conduce a la salvación. Este mito ilumina la esencia del dilema que enfrenta nuestra civilización. En lo que sigue abordaremos el análisis de algunas dimensiones de la crisis sistémica que sacude al mundo y condiciona nuestro presente.
El acceso de Trump a la presidencia de los Estados Unidos y los movimientos populistas en Europa muestran que el laberinto institucional ya no oculta al Minotauro. Este monstruo es un capitalismo global monopólico/oligopólico, un sistema social basado en ganancias sin limites aseguradas por el control monopólico de todos lo aspectos de la vida en sociedad: económicos, políticos y culturales. Este tipo de capitalismo incorpora regiones y países con culturas y sistemas políticos distintos y con economías y mercados con distinto grado de regulación. Así, ha constituido una estructura productiva y financiera mundial que, mas allá de las ideologías y de los sistemas políticos, concentra y centraliza al capital en una red de monopolios y oligopolios multinacionales, privados y públicos, interconectados de distinta manera. La dinámica de esta estructura reside en la absorción del excedente, de la riqueza acumulada y de los ingresos mundiales a través de todo tipo de rentas monopólicas.
La concentración monopólica a nivel mundial genera un movimiento centrífugo de división, dispersión y oposición de vastos sectores sociales. Hoy una espesa corteza ideológica e institucional esconde la raíz de los conflictos mundiales. Estos son impulsados, en ultima instancia, por la lucha por el poder económico y político entre grandes corporaciones multinacionales, privadas y publicas, y entre facciones de las elites políticas y burocráticas con acceso a la toma de decisiones de gobierno. Esto ocurre en un ámbito global donde los territorios, las fronteras y el sentido de identidad nacional aun siguen vigentes, y donde aumentan las demandas de diversos estratos de la población crecientemente marginalizados de los beneficios económicos y sociales. Hoy el crecimiento letárgico de la economía mundial potencia a todos los conflictos. Este tipo de crecimiento no es casual ni cíclico. Obedece a una crisis sistémica de índole nueva y de carácter mundial ( M Peralta Ramos, pagina 12 6/12/2016). Esta crisis sistémica, no es solo económico- financiera y cultural. Es también una crisis fogoneada por el agotamiento de recursos no renovables, la depredación del medio ambiente y el propio avance tecnológico.
Este capitalismo monopólico global no es sustentable. Depende totalmente de la energía proveniente de la explotación de recursos naturales no renovables. La brutal depredación de los mismos ha precipitado el inicio de su agotamiento. Hoy el 81% de las fuentes de abastecimiento de petróleo liquido ha disminuido su potencial productivo (HSBC Resources and Energy, September 2016) Estudios científicos muestran que la cantidad de energía que se extrae del petróleo es menor que la cantidad de energía insumida en extraerla. Este valor neto (ó EROI energy return on investment) es hoy la mitad de lo que era hace 15 años (arxiv.org, 2016 ) El valor neto de la energía extraída de otros recursos no renovables (shale, arenas bituminosas, gas, uranio) es todavía mas bajo que el de la energía convencional. Esta ultima constituye la mayor parte de la energía que hoy consumimos y no puede ser totalmente sustituida por energías renovables en un lapso de tiempo razonable. Esta situación, de serias consecuencias económicas y sociales, es minimizada, negada o ignorada. Sin embargo, desde hace mucho tiempo la guerra asola las regiones con mayores reservas de hidrocarburos.
La explotación intensiva del carbón y del petróleo y sus derivados, ha tenido un enorme impacto sobre la temperatura del planeta y del medio ambiente. El cambio climático, las catástrofes naturales de diversa índole y la extinción de diversas especies animales y vegetales son hoy una realidad. Si bien existe consenso científico sobre las causas de estos fenómenos, las ganancias monopólicas de corto plazo prevalecen sobre los intereses de la población y los gobiernos del mundo, desconociendo la gravedad del problema, no adoptan las medidas necesarias para evitar que la depredación del medio ambiente se vuelva irreversible y precipite una catástrofe humanitaria en un plazo no tan lejano.
Por otra parte, el capitalismo monopólico global ha engendrado una revolución tecnológica de consecuencias imprevisibles no solo para la organización de la sociedad sino para la propia existencia humana. La robotización impregna hoy la carrera armamentista, e impacta de lleno sobre la organización social y económica afectando a la generación del empleo y a los salarios tanto en los países centrales como en los emergentes. Asimismo el espectacular desarrollo de la inteligencia artificial en los tres últimos años permite anticipar una era no lejana en la que la inteligencia de las maquinas superará a la inteligencia humana con consecuencias imprevisibles para la vida en el planeta. A pesar de la voz de alerta de científicos y grandes empresarios la enormidad de estos desafíos tecnológicos es hoy totalmente ignorada (theguardian.com 27/10/2014; 2/12/2014; 27/ 7/ 2015) .
Sabemos, desde hace tiempo, que una guerra nuclear o biológica de índole catastrófica es posible. Sin embargo, desconocemos que la catástrofe es inherente a la dinámica de nuestra propia organización económica, social, política y cultural. Como en el mito griego, el monstruo yace oculto. Podemos vislumbrarlo a través de las grietas de su laberinto pero no podemos ver su capacidad auto destructiva. Hoy el fenómeno Trump intenta aggiornar al Minotauro. Sin embargo, es solo el síntoma de la profundidad de la crisis.
La campaña presidencial norteamericana puso al descubierto la enorme pérdida de legitimidad de las instituciones políticas, de las finanzas, de los principales medios de comunicación y del propio aparato de inteligencia americano. Trump enfrentó al establishment tradicional cabalgando sobre las demandas de vastas capas de la sociedad marginalizadas económica y políticamente desde hace décadas. Obtuvo un triunfo electoral, pero en un contexto caracterizado por el 42% de abstención electoral. A un mes de asumir la presidencia, sus diatribas xenófobas y proteccionistas contradicen la importancia que titanes del mundo corporativo han adquirido en su gabinete de billonarios. Goldman Sachs- el grupo financiero de mayor influencia en la política económica de los cuatro últimos gobiernos norteamericanos- controla hoy los puestos económicos de mayor importancia. Asimismo, y como un indicador de la relevancia actual del petróleo en la geopolítica, un ejecutivo de la multinacional petrolera Exxon Mobil, fuertemente vinculado a empresas petroleras rusas, controla la política exterior. Este avance corporativo ocurre en un contexto político muy agitado por la abierta intervención política de sectores del aparato de inteligencia. A través de filtraciones de información altamente sensible pretenden vincular a Trump y a sus asociados con Rusia, fogoneando así una investigación impulsada por los grandes medios de comunicación y el partido demócrata sobre el supuesto rol ruso en la campaña presidencial. Estos intentos de desestabilización, sumados al carácter irreverente e impredecible de Trump y a la pugna de facciones en su entorno, auguran la posibilidad de un “golpe blando” de imprevisibles consecuencias económicas y políticas.
* Socióloga.
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