http://opisantacruz.com.ar/home/2017/08/08/ram-si-no-los-paran-a-tiempo-el-desborde-criminal-sera-una-peste/45729
Giuliano Ventura
Enmascarados en una causa aborigen, para teñir todo el vandalismo de “causa justa y consagrada”, de manera que “reprimirla” sea con un costo intrínseco para la política, un grupo de forajidos asola la provincia de Chubut, en el lado Oeste, amenaza con extenderse hacia otros estados provinciales y ha llegado a capital federal, supuestamente “reivindicando” los derechos del pueblo Mapuche, pero actuando en contra de ellos mismos, como quedó de manifiesto en el documento que emitió PPT el día domingo.
Violencia, armas, fanatismo y muerte. Un coctel peligroso que se conjuga para sembrar el terror en la provincia de Chubut y debe ser detenido a tiempo por las fuerzas de seguridad, la policía y la Gendarmería Nacional.
Estas bandas acuden a la violencia con cualquier propósito. Ahora invocan la aparición del joven Maldonado, cuando hay serias sospechas que ellos mismos lo podrían haber “desaparecido” o que estuviera escondido entre sus “cuadros”. Antes fue por la liberación de Jones Huala, el mentor de la banda y puede ser por revindicar el pueblo Mapuche, por combatir “al capital” o para “echar a los estancieros”; cualquier colectivo les queda bien a la hora de justificar sus dislates y delitos. El gobernador Das Neves y el presidente Macri deben atacar este problema o en poco tiempo tendremos un problemón.
Estos vándalos, intentan minimizarse ante la opinión pública, aludiendo a que “no van armados” y en realidad asaltan, golpean, roban y asesinan si les cuadra y hasta el momento el Estado argentino y provincial, son simples espectadores cuando debiera estar encaminada la acción represiva, la persecución policial y el encarcelamiento de todos y cada uno de estos forajidos.
Nada tiene que ver la reivindicación de un pueblo aborigen con esto. Esta asonada de bandidos que se va ampliando, les va a quitar el sueño a más de un funcionario público en los próximos meses, en la medida que los dejen avanzar sin castigo.
Han vandalizado estancias, quemado casas, asaltado camiones, maltratado y golpeado a civiles, se especula que pueden ser responsables de la muerte de un policía en la cordillera y de un peón de estancia que no pueden encontrar y aún nadie lo ha ido a buscar. ¿Qué espera el gobernador para armar un cuerpo especial de la policía que busque y detenga a esta gavilla?. En poco tiempo más, seguramente, vamos a ver con estupor que el turismo en la zona cordillerana va a empezar a ser blanco de estas bandas y entonces, muchos se rasgarán las vestiduras por lo que está ocurriendo. Obvio, no supieron o no quisieron tomar el problema a tiempo y cuando se decidan, será tarde.
El propósito de estos delincuentes es imperar por el terror, en algunos días/meses nos enteraremos que desprevenidos turistas son atacados, robados y violados; que algunos poblados pequeños de la cordillera serán arrasados por estas bandas y algún destacamentos policial olvidado de Chubut, asaltado con el robo de armas y vehículos, tratando de emular a los míticos bandidos rurales del ´20 con Segundo Peralta “Mate cocido” chaqueño que “robaba a los ricos para los pobres”, o Vairoletto en La Pampa.
Esto es así por cuanto son fenómenos progresivos. Estas bandas rurales nada tiene que ver con las reivindicaciones, son delincuentes comunes que se arman para cometer delitos cada vez más graves debido a la ausencia de justicia y la inacción del Estado que los alienta. Crecen en número, en logística y se hacen fuertes. En esto hay mucho de narcotráfico y contrabando. Si los estados provinciales no asumen el problema y no toman medidas drásticas, en poco tiempo más la industria del turismo se verá afectada, la cordillera y el centro de la provincia serán lugares muy inseguros para vivir y tendremos instalado en Chubut una verdadera banda de marginales que llevará a cabo “golpes comandos” y luego se refugiará en algún lugar de la cordillera.
La respuesta la tiene, como siempre en estos casos, el Estado. Debe ejercer la autoridad y ante estos fenómenos se debe actuar rápidamente, destacando hombres, vehículos, armas e Inteligencia. De no hacerlo, corremos el riesgo de dejar latente el germen de la violencia que va a crecer inexorablemente mientras aumente la impunidad.
Giuliano Ventura
Violencia, armas, fanatismo y muerte. Un coctel peligroso que se conjuga para sembrar el terror en la provincia de Chubut y debe ser detenido a tiempo por las fuerzas de seguridad, la policía y la Gendarmería Nacional.
Estas bandas acuden a la violencia con cualquier propósito. Ahora invocan la aparición del joven Maldonado, cuando hay serias sospechas que ellos mismos lo podrían haber “desaparecido” o que estuviera escondido entre sus “cuadros”. Antes fue por la liberación de Jones Huala, el mentor de la banda y puede ser por revindicar el pueblo Mapuche, por combatir “al capital” o para “echar a los estancieros”; cualquier colectivo les queda bien a la hora de justificar sus dislates y delitos. El gobernador Das Neves y el presidente Macri deben atacar este problema o en poco tiempo tendremos un problemón.
Estos vándalos, intentan minimizarse ante la opinión pública, aludiendo a que “no van armados” y en realidad asaltan, golpean, roban y asesinan si les cuadra y hasta el momento el Estado argentino y provincial, son simples espectadores cuando debiera estar encaminada la acción represiva, la persecución policial y el encarcelamiento de todos y cada uno de estos forajidos.
Nada tiene que ver la reivindicación de un pueblo aborigen con esto. Esta asonada de bandidos que se va ampliando, les va a quitar el sueño a más de un funcionario público en los próximos meses, en la medida que los dejen avanzar sin castigo.
Han vandalizado estancias, quemado casas, asaltado camiones, maltratado y golpeado a civiles, se especula que pueden ser responsables de la muerte de un policía en la cordillera y de un peón de estancia que no pueden encontrar y aún nadie lo ha ido a buscar. ¿Qué espera el gobernador para armar un cuerpo especial de la policía que busque y detenga a esta gavilla?. En poco tiempo más, seguramente, vamos a ver con estupor que el turismo en la zona cordillerana va a empezar a ser blanco de estas bandas y entonces, muchos se rasgarán las vestiduras por lo que está ocurriendo. Obvio, no supieron o no quisieron tomar el problema a tiempo y cuando se decidan, será tarde.
El propósito de estos delincuentes es imperar por el terror, en algunos días/meses nos enteraremos que desprevenidos turistas son atacados, robados y violados; que algunos poblados pequeños de la cordillera serán arrasados por estas bandas y algún destacamentos policial olvidado de Chubut, asaltado con el robo de armas y vehículos, tratando de emular a los míticos bandidos rurales del ´20 con Segundo Peralta “Mate cocido” chaqueño que “robaba a los ricos para los pobres”, o Vairoletto en La Pampa.
Esto es así por cuanto son fenómenos progresivos. Estas bandas rurales nada tiene que ver con las reivindicaciones, son delincuentes comunes que se arman para cometer delitos cada vez más graves debido a la ausencia de justicia y la inacción del Estado que los alienta. Crecen en número, en logística y se hacen fuertes. En esto hay mucho de narcotráfico y contrabando. Si los estados provinciales no asumen el problema y no toman medidas drásticas, en poco tiempo más la industria del turismo se verá afectada, la cordillera y el centro de la provincia serán lugares muy inseguros para vivir y tendremos instalado en Chubut una verdadera banda de marginales que llevará a cabo “golpes comandos” y luego se refugiará en algún lugar de la cordillera.
La respuesta la tiene, como siempre en estos casos, el Estado. Debe ejercer la autoridad y ante estos fenómenos se debe actuar rápidamente, destacando hombres, vehículos, armas e Inteligencia. De no hacerlo, corremos el riesgo de dejar latente el germen de la violencia que va a crecer inexorablemente mientras aumente la impunidad.
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