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domingo, 5 de noviembre de 2017

QUE CONSTITUYE TERRORISMO Y QUE NO II.

















Por Carlos A. Pissolito

Mientras los países del denominado Tercer Mundo sufríamos los embates de las guerras asimétricas, plantadas en el marco de la Guerra Fría, los organismos internacionales y los expertos no podían o no querían ponerse de acuerdo sobre lo que era un terrorista.

Argumentaban, que los que para unos era un terrorista para otros era un "joven idealista".
Pero bastaron los avionazos del 11 de setiembre del 2001 contra las Torres Gemelas y el Pentágono para que este mundo "civilizado" se percatara de la diferencia. Por si quedaban algunos indecisos, desde hace un tiempo, se vienen produciendo una seguidilla de ataques terroristas en varias capitales europeas.


Hoy sabemos muy bien que es un terrorista. En pocas palabras: Un sujeto o un grupo que pretende atemorizarnos mediante la ejecución de actos violentos, preferentemente de carácter espectacular y contra no combatientes, para obtener un determinado objetivo político. Sea este la dictadura del proletariado o la imposición del califato.

Pese a esta claridad algunas dudas, aún, persisten. Por ejemplo, cuando cinco turistas argentinos son atropellados en una bicisenda en  Nueva York. ¿Es esto terrorismo? Probablemente, no merezca la "T" mayúscula. La del terrorismo catastrófico.  Pero, la diferencia conceptual no está allí, en la magnitud. Sino en su finalidad. Si tiene una motivación política o metapolítica, vale decir religiosa, califica como acto terrorista. Aunque su bajo nivel de organización los reduzca a la categoría de los lobos solitarios.

De la misma manera podemos dudar sobre si el ataque por parte de un Estado a un blanco considerado militar, vale decir legítimo, con un drone controlado a distancia, se convierte en un acto terrorista cuando ocasiona daños colaterales.  Opinamos que no. Pues, no existe la finalidad de producir el terror. Como tampoco, puede ser designado propiamente como terrorismo de Estado cualquier abuso de poder perpetrado por un Estado contra sus ciudadanos, por malvado que éste sea. Es simplemente eso: un abuso de poder.

De lo que sí estamos seguros es que estas líneas divisorias se están borrando y en un futuro cercano será muy difícil diferenciar un acto de guerra de un crimen y viceversa. Simplemente, porque -cada vez más- el crimen será librado como una guerra y ésta como un crimen. Estemos preparados.

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