https://www.wsj.com/articles/inflation-stalks-macri-in-argentina-1518383551
Los peronistas esperan que su presidencia termine en forma prematura. Pueden tener éxito.
Por Mary Anastasia O’Grady - The Wall St. Journal
Mauricio Macri shockeó a la Argentina y -aún a sus seguidores- ganando la presidencia en el 2015 en una carrera contra su rival el Partido peronista. Pero, si el fundador de la joven propuesta de Cambiemos está todavía en su puesto cuando su mandato de cuatro años termine en el 2019, será un gran logro.
El último presidente no peronista que finalizó su mandato fue Marcelo T. de Alvear en 1928. Dos años después los militares depusieron al Presidente Hipólito Yrigoyen en un golpe, por primera vez desde 1853, cuando la constitución fue sancionada. Una cultura de la inestabilidad política que sobrevive hasta estos días.
Verdad, que no ha habido un golpe militar en la Argentina desde 1976. La democracia se restauró en 1983. Sin embargo, crisis económicas forzaron a la renuncia temprana de dos presidentes no peronistas elegidos durante ese periodo democrático. Ahora, los peronistas proclaman que son los únicos que pueden gobernar al país.
Macri puede romper el embrujo. Pero, está lejos de poder hacerlo porque desestimó la magnitud de los problemas que había heredado de su predecesor, la expresidente Cristina Kirchner, ya que ahora reducir el Estado exige un liderazgo más enérgico.
Doce años de Kirchner -primero Néstor Kirchner (2003-07), seguido por su mujer (2007-15) dejaron al país en una bancarrota, tanto institucional como financiera. Los Kirchners encarcelaron a sus opositores políticos, confiscaron propiedad privada, nacionalizaron empresas, persiguieron a los medios críticos, fomentaron las turbas callejeras, falsificaron las estadísticas públicas y destruyeron la independencia del banco central. El Kirchnerismo aumentó la burocracia estatal y dejó a la economía en ruinas.
Cuando Macrí tomó posesión y juró por la constitución, el discurso presidencial cambió de uno autoritario y vengativo a uno educado y conciliador de la noche a la mañana. La imagen internacional de la Argentina mejoró en forma instantánea. Los aliados más importantes de los Kirchners eran los gobiernos totalitarios de Cuba y Venezuela y el teocrático de Irán. Macri simboliza la renovación del compromiso con las democracias occidentales, incluyendo el restablecimiento de las relaciones con los EE.UU.
Los argentinos describen a su país como “normal” nuevamente. Pero, para tener éxito, Macri debe cumplir con sus promesas de disminuir la inflación y restaurar el crecimiento económico. En este punto, está atrasado y corre el riesgo de quedarse sin tiempo.
El desafió de largo plazo es liberar a la economía encadenada por altos impuestos, fuertes regulaciones y el proteccionismo comercial. Estos son temas de política económica, pero son, fundamentalmente, vallas culturales en una nación profundamente enraizada en tradiciones políticas populistas, mercantilistas, en un capitalismo de amigos y en un rol desmesurado de los sindicatos.
Solo un sistema que garantice la libertad económica podrá producir el crecimiento rápido y la creación de riquezas que los argentino esperan. El país necesita de leyes confiables que impulsen la toma de riesgos y la competencia y una nueva narrativa en la cual el éxito empresarial sea celebrado y se permita a los negocios fracasar.
Este es un proyecto generacional. Mientras tanto, Macri enfrenta una situación fiscal precaria causada por un gasto estatal descontrolado y por un lento crecimiento. El total de los gastos del presupuesto federal, provincial y municipal incluye a los servicios de la deuda externa y que ahora generan un asombroso déficit fiscal anual del 8% del PBI. La inflación ha caído al 25% del 40%, pero bajarla mas requerirá una mezcla de mayor coraje y política.
Macri ha prometido cortar con los gastos estatales. Pero sin mayoría en el Congreso tiene que tener una aproximación gradual. Se imagina que está pecando de cauteloso, pero en realidad está jugando con fuego.
El déficit primario, el cual excluye el costo de los servicios de la deuda externa fue del 3% del PBI el año pasado y caerá a un 2,2% en el 2019. Estos grandes déficits están poniendo presión al banco central para que emita moneda. Inicialmente, esto fue resistido mediante la esterilización del ingreso de dólares, pero según el think-tank ‘Libertad y Progreso’, el año pasado la base monetaria se incrementó al mismo paso que la inflación.
En un país en el cual el poder de los sindicatos es legendario, esto es muy peligroso porque alimenta las expectativas inflacionarias. anular la agenda de Macri y agregar su nombre a la lista peronista de presidencias interrumpidas.
Marci enfrentará un gran test cuando su gobierno negocie los incrementos salariales con los sindicatos docentes en marzo. Anticipadamente, los dirigentes sindicales -los apoyos más importantes de la Sra Kirchner- han organizado una movilización nacional para fines de febrero para anular la agenda de Macri y agregar su nombre a la lista peronista de presidencias interrumpidas.
Al partido de Macri le fue bien en las elecciones de medio término el año pasado, lo que significó que la nación apoyaba sus esfuerzos. Pero, hoy, las condiciones benignas de los mercados globales no durarán para siempre, castigando con la suba de las tasas de interés, ahora cerca de un 28%, sofocando el crecimiento. La Argentina necesita un golpe decisivo contra la inflación. Si es que la presidencia de Macri quiere sobrevivir y prosperar.
Traducción: C.P.
Los peronistas esperan que su presidencia termine en forma prematura. Pueden tener éxito.
Por Mary Anastasia O’Grady - The Wall St. Journal
Maria Anastasia O' Grady. |
El último presidente no peronista que finalizó su mandato fue Marcelo T. de Alvear en 1928. Dos años después los militares depusieron al Presidente Hipólito Yrigoyen en un golpe, por primera vez desde 1853, cuando la constitución fue sancionada. Una cultura de la inestabilidad política que sobrevive hasta estos días.
Verdad, que no ha habido un golpe militar en la Argentina desde 1976. La democracia se restauró en 1983. Sin embargo, crisis económicas forzaron a la renuncia temprana de dos presidentes no peronistas elegidos durante ese periodo democrático. Ahora, los peronistas proclaman que son los únicos que pueden gobernar al país.
Macri puede romper el embrujo. Pero, está lejos de poder hacerlo porque desestimó la magnitud de los problemas que había heredado de su predecesor, la expresidente Cristina Kirchner, ya que ahora reducir el Estado exige un liderazgo más enérgico.
Doce años de Kirchner -primero Néstor Kirchner (2003-07), seguido por su mujer (2007-15) dejaron al país en una bancarrota, tanto institucional como financiera. Los Kirchners encarcelaron a sus opositores políticos, confiscaron propiedad privada, nacionalizaron empresas, persiguieron a los medios críticos, fomentaron las turbas callejeras, falsificaron las estadísticas públicas y destruyeron la independencia del banco central. El Kirchnerismo aumentó la burocracia estatal y dejó a la economía en ruinas.
Cuando Macrí tomó posesión y juró por la constitución, el discurso presidencial cambió de uno autoritario y vengativo a uno educado y conciliador de la noche a la mañana. La imagen internacional de la Argentina mejoró en forma instantánea. Los aliados más importantes de los Kirchners eran los gobiernos totalitarios de Cuba y Venezuela y el teocrático de Irán. Macri simboliza la renovación del compromiso con las democracias occidentales, incluyendo el restablecimiento de las relaciones con los EE.UU.
Los argentinos describen a su país como “normal” nuevamente. Pero, para tener éxito, Macri debe cumplir con sus promesas de disminuir la inflación y restaurar el crecimiento económico. En este punto, está atrasado y corre el riesgo de quedarse sin tiempo.
El desafió de largo plazo es liberar a la economía encadenada por altos impuestos, fuertes regulaciones y el proteccionismo comercial. Estos son temas de política económica, pero son, fundamentalmente, vallas culturales en una nación profundamente enraizada en tradiciones políticas populistas, mercantilistas, en un capitalismo de amigos y en un rol desmesurado de los sindicatos.
Solo un sistema que garantice la libertad económica podrá producir el crecimiento rápido y la creación de riquezas que los argentino esperan. El país necesita de leyes confiables que impulsen la toma de riesgos y la competencia y una nueva narrativa en la cual el éxito empresarial sea celebrado y se permita a los negocios fracasar.
Este es un proyecto generacional. Mientras tanto, Macri enfrenta una situación fiscal precaria causada por un gasto estatal descontrolado y por un lento crecimiento. El total de los gastos del presupuesto federal, provincial y municipal incluye a los servicios de la deuda externa y que ahora generan un asombroso déficit fiscal anual del 8% del PBI. La inflación ha caído al 25% del 40%, pero bajarla mas requerirá una mezcla de mayor coraje y política.
Macri ha prometido cortar con los gastos estatales. Pero sin mayoría en el Congreso tiene que tener una aproximación gradual. Se imagina que está pecando de cauteloso, pero en realidad está jugando con fuego.
El déficit primario, el cual excluye el costo de los servicios de la deuda externa fue del 3% del PBI el año pasado y caerá a un 2,2% en el 2019. Estos grandes déficits están poniendo presión al banco central para que emita moneda. Inicialmente, esto fue resistido mediante la esterilización del ingreso de dólares, pero según el think-tank ‘Libertad y Progreso’, el año pasado la base monetaria se incrementó al mismo paso que la inflación.
En un país en el cual el poder de los sindicatos es legendario, esto es muy peligroso porque alimenta las expectativas inflacionarias. anular la agenda de Macri y agregar su nombre a la lista peronista de presidencias interrumpidas.
Marci enfrentará un gran test cuando su gobierno negocie los incrementos salariales con los sindicatos docentes en marzo. Anticipadamente, los dirigentes sindicales -los apoyos más importantes de la Sra Kirchner- han organizado una movilización nacional para fines de febrero para anular la agenda de Macri y agregar su nombre a la lista peronista de presidencias interrumpidas.
Al partido de Macri le fue bien en las elecciones de medio término el año pasado, lo que significó que la nación apoyaba sus esfuerzos. Pero, hoy, las condiciones benignas de los mercados globales no durarán para siempre, castigando con la suba de las tasas de interés, ahora cerca de un 28%, sofocando el crecimiento. La Argentina necesita un golpe decisivo contra la inflación. Si es que la presidencia de Macri quiere sobrevivir y prosperar.
Traducción: C.P.
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