por Carlos Pissolito
Cada es vez es más común asistir en los medios de comunicación social y en las redes sociales a la difusión centralizada de determinados contenidos promovidos desde lo políticamente correcto. Tales como: el femicidio, la teorías de género y, ahora, el aborto libre y gratuito.
El Infierno de Dante visto por Sandro Botticelli. |
Otros, como William Lind, han explicado el origen de lo políticamente correcto y que no es otra cosa más que una revolución cultural originada en la Escuela de Frankfurt. Ver: http://espacioestrategico.blogspot.com.ar/2012/08/que-es-el-marxismo-cultural.html
Nos toca a nosotros, ahora, tratar de explicar como funcionan sus mecanismos de difusión.
Interesas, pues, junto con esta difusión, se alza una dura campaña represiva contra quienes osen pensar distinto. Contra ellos se desata, en forma inmediata, una catarata de fuego mediático.
Nos preguntamos cómo es esto posible. Algo, más bien, típico de sociedades cerradas como las primeras épocas del Renacimiento y que supieron entronizar instituciones de control social como la Santa Inquisición.
Llama, aún más la atención, que todo esto se haga en el marco de una sociedad moderna que dice reivindicar a la libertad y, en particular, a la libertad de prensa como sus valores principales.
Llegado a este punto, uno podría preguntarse a qué se debe todo esto. ¿Cómo es esto posible?
Sabemos que existen técnicas modernas como las que propugna la Ingeniería social. Una ciencia que patrocina el uso del management, del marketing, de la cibernética, de la sistémica y de la psicología del comportamiento para el diseño y la construcción de una sociedad ideal basada en principios más predecibles y controlables que los inspirados en el libre albedrío humano.
Es condición de eficiencia de los cambios propuestos por la ingeniería social que éstos transcurran desapercibidos por la mayor parte del cuerpo social, a fin de evitar innecesarias resistencias.
Para ello, resulta de gran utilidad lo que se conoce en la jerga como la piratería informática que permite a los manipuladores sociales ver sin ser vistos. Tal como ya sabemos que sucede con las ubicuas redes sociales.
Este concepto, ya había sido expresado en forma limitada por Jeremías Benthan y Michel Foucault, hace algunos años. Ellos vieron la necesidad de la invisibilidad del poder para que éste pudiera ejercer mejor el control social desde una instancia que lo ve todo, pero que uno no ve, de tal manera que uno no sospecha, siquiera, que existe.
No es necesario caer en teorías conspirativas para comprobar la existencia de estos mecanismos de control. Por lo menos a pequeña escala. Hoy sabemos que corporaciones comerciales como, por ejemplo, nuestro banco, tienen acceso a detalladas bases de datos sobre nuestros gustos, gastos y hábitos personales.
Por extrapolación bien podemos deducir que los Estados, especialmente, los más poderosos, junto con las grandes corporaciones globales disponen de grandes medios informáticos que les permitan observarnos sin que nosotros notemos su presencia, a menos que ellos lo consideren necesario.
Ya hemos dicho que la ingeniería social pretende un orden social mecanicista.
Pero, ¿basado en qué principio ordenador? Porque todo orden implica la existencia de eso: un principio ordenador.
Este principio, no puede ser otro que el del dinero y el orden no puede ser otro que el Capitalista. Poco importa si sea uno de individuos y/o corporaciones como lo es, mayoritariamente, en Occidente o uno estatal, como lo es en el Oriente.
El dinero, es un medio. Más precisamente: un medio de medios. Pues, es el único que permite -per se- conseguir y acumular a todos los otros medios. El poder incluido entre ellos.
Pero, para que le dinero sea el único medio de cambio aceptado, por sobre cualquier otro valor. Especialmente, los espirituales, es necesario producir una gran homogenización que vaya no solo más allá de la diferencias entre la culturas, tal como propone el multiculturalismo o los derechos del hombre y la mujer, como lo hace la ideología de género.
También, entre los seres humanos y la naturaleza, como pretenden los ecologistas profundos. Y, aunque, cueste creerlo, entre los seres vivos y los inanimados. Pues, a la vuelta del reconocimiento de los derechos jurídicos a los animales, se encuentra el de los robots y de otras máquinas denominadas inteligentes.
Si es este el plan de los que manejan las potentes herramientas de la Ingeniería social. ¿Qué podemos hacer nosotros para sobrevivir y preservar nuestra libertad?
Lo primero que hay que reconocer es que las armas de control impulsadas por ellos, fundamentalmente, a través de la Internet, nos permiten a nosotros contrarrestarlas por el mismo camino. Pues se trata de uno de ida y vuelta.
Por ejemplo, si ellos promueven el desorden, la anomia, la entropía, la desestabilización y la producción de caos controlado. Nosotros, entonces, debemos impulsar el orden, la regulación, la neguentropía y la estabilidad.
Esto bien puede hacerse, hoy por hoy, a pequeña escala. Por ejemplo, no es muy difícil contrarrestar la influencia de un gran medio de opinión con una red artesanal de blogs.
¿Suena demasiado sencillo? En realidad lo es. Contamos a nuestro favor con los principios básicos de la naturaleza humana. Una que se rebela cuando una voluntad externa pretende manipularla. Para anularla, muchas veces, basta con la simple toma de conciencia.
Nuestra metapolítica se puede resumir a un solo verbo: "cuidar". Empezar por cuidar el derecho a la vida, pues si esto no es así, estará todo permitido. Desde el asesinato selectivo, pasando por eutanasia de los enfermos y hasta la eugenesia de los menos aptos. Algo con lo que ya Hitler y sus esbirros soñaron, pero que solo concretaron a medias.
La otra necesaria cara de esta moneda es la de reconocer que los malos son los menos y que no avanzan por su inherente perversidad, sino por la triste indiferencia de nosotros, que nos decimos, los buenos.
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