Por Carlos Pissolito.
Allá lejos en los años 70' se hablaba mucho del denominado "Trasvasamiento generacional". Concretamente, no eran más que los jóvenes militantes de la JP queriendo reemplazar a los ya "gordos" de la CGT y al mismísimo, "General".
En el fondo se trataba de una lucha de ideas. Se buscaba imponer una doctrina, el marxismo, desde adentro; a un movimiento, el justicialismo, que la rechazaba visceralmente.
Todos recordamos lo mal que terminó esa historia. Inicialmente tolerada por el propio Perón, quien luego, al no poder controlarla, terminaría combatiéndola a muerte.
Hoy por hoy, y aunque parezca mentira, un hecho similar ocurre en el seno de Cambiemos.
Si bien Cambiemos no tiene un general a cargo, si tiene a un empresario, que no hace mucho, supo proclamarse admirador de ese mismo peronismo.
Pero, lo más importante, es que al igual que ese movimiento, Cambiemos pasa para los ojos de muchos argentinos como uno de derechas y de cuño antimarxista.
Esta vez los entretistas no siguen las violentas tácticas de Lenín o de Trotsky. Sino las suaves y persuasivas del neomarxista italiano Antonio Gransci.
Gransci enseñó que al Marxismo no se llegaría por la lucha de clases sino por la destrucción del sentido común cristiano. Al efecto, era necesario cambiar la cultura, imponiendo la de lo "políticamente correcto". Con contenidos tales como: el matrimonio igualitario, la violencia de género y la legalización del aborto.
Su factótum es Jaime Durán Barba. Un ideólogo formado por conspicuos marxistas mendocinos como Ezequiel Ander Egg y Enrique Dussel en esa misma década del 70'.
Otros menos formados lo secundan, como el poderoso Primer Ministro de Marcos Peña. Otras, como Elisa Carrió, se le enfrentan en la superficie, bajo la máscara de la mistifica popular, necesaria para hacer tragar los bocados más amargos a los seguidores, pero que acuerdan con él en aras de la gobernabilidad.
Como ya dijimos en los años 70' todo terminó muy mal. No somos adivinos y no sabemos como terminará este verdadero experimento de Ingeniería social que lleva adelante Cambiemos y que se ha acelerado. Entre otras cosas por la necesidad de entretener a la población con temas marginales y distraerlos de lo qué realmente pasa.
Pero, lo que se ve es un creciente rechazo de las personas, de buena fe, que votaron y confiaron que Cambiemos sería un cambio respecto al desastre de la administración anterior. Hoy, saben que les vendieron gato por liebre. Veremos como sigue la película.
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