EEUU: El problema subyacente es la legitimidad del Estado

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por William S. LIND

La secesión está en el aire. En Texas, un gobernador republicano se ha atrevido a pronunciar la palabra. Vermont tiene un movimiento secesionista activo y creciente. Oregon, Washington y Columbia Británica ya se llaman a sí mismos Cascadia. (1) El "Wall Street Journal" del fin de semana pasado comenzó con un artículo sobre la secesión. El autor, Paul Starobin, escribió que:

Cascadia

El Goliat estadounidense actual puede resultar ser un fenómeno de una era menguante de la política y la economía como se lleva a cabo en una escala de gran tamaño, demasiado grande para tener un sentido racional...

¿Es todo esto una mera fantasía, otra idea divertida con la que pasar el verano? La teoría de las guerras de la 4ta generación (G4G) sugiere que hay más que eso. La crisis de legitimidad del Estado no ha pasado de largo en los Estados Unidos. Washington pretende ofrecer "democracia", pero ambos partidos son en, gran medida, un solo partido, el partido del establishment. Su juego es seguir siéndolo y disfrutar de sus placeres, no gobernar el país. La única política que cuenta es la política de casta; los Estados Unidos fuera de la circunvalación sólo existe como una distracción molesta. Mientras la economía y la cultura colapsan, el establishment dice: "¿Qué nos importa eso?"

Un colapso del Estado estadounidense no es imposible. Pero las líneas en las que la mayoría de los secesionistas ven su ruptura son demasiado optimistas. Paul Starobin escribe en el Journal,

"La perspectiva más esperanzadora para los Estados Unidos, si el impulso de la descentralización resulta irresistible, es que los estadounidenses aprovechen su inventiva natural y su tradición democrática patentando una fórmula para hacer el trabajo de manera gradual y cooperativa".

Bajas posibilidades

En lugar de una República de Vermont restaurada, Cascadia, y quizás una nueva Confederación, si los Estados Unidos se desintegra, es probable que lo haga por líneas no geográficas. La teoría de las G4G sugiere que las nuevas identidades primarias por las que las personas probablemente voten, trabajen y luchen no serán geográficas. Más bien, serán culturales, religiosas, raciales o étnicas, ideológicas, etc. Después de las clases de masacres, limpiezas étnicas, pogroms y genocidios que suelen implicar las guerras civiles de las G4G, pueden surgir nuevos Estados geográficamente definidos. Pero sus fronteras se derivarán de divisiones culturales más que geográficas.

El hecho de que una segunda guerra civil estadounidense será más desagradable que la primera -en sí misma no fue un picnic- no significa que no sucederá. Eso depende de si el establishment de Washington puede reconocer que tiene un problema de legitimidad, actuar en conjunto y proporcionar una gobernanza competente. Actualmente está fallando esa prueba y espero que continúe fallando. Cualquier miembro del establishment que se atreva a subordinar la política de casta al bien de la Nación o que defienda un cambio más que modesto, rápidamente, descubre que ya no es miembro del establishment.

Pasé la mayor parte de la semana pasada en el Congreso sobre Nuevo Urbanismo, al que he asistido durante muchos años. El nuevo urbanismo busca construir nuevos pueblos, ciudades y barrios urbanos como alternativas a la expansión suburbana, un esfuerzo esencialmente conservador. Esta vez, algo nuevo pasó a primer plano: hacer que esas comunidades sean autosuficientes en agricultura. ¿Por qué? Porque existe un creciente reconocimiento entre los nuevos urbanistas y otros de que solo un suministro local de alimentos puede ser seguro cuando las cosas se desmoronan. Algunas personas en el Congreso miraban hacia el siguiente paso lógico: dar a esas comunidades la capacidad de defenderse. Si el futuro trae el fin del imperio, ¿cómo nos preparamos para la Edad Media?

Una vez más, si esto suena fantástico, la teoría de las G4G dice que no lo es. De ninguna manera es inevitable, pero es un posible resultado del mal gobierno del establishment.

Mi libro más reciente, "El próximo conservadurismo", habla en profundidad sobre estos asuntos. A mediados de la década de 1990, escribí una novela, "Victoria", sobre una guerra civil estadounidense de cuarta generación y sus consecuencias. Nunca encontró un editor, tal vez porque la idea parecía muy extravagante, más probablemente porque era un tiro en la frente de lo políticamente correcto. La corrección política, que es en realidad es el marxismo cultural de la Escuela de Frankfurt, no ha perdido nada de su capacidad para intimidar a los editores. Pero la idea de una ruptura estadounidense ya no está fuera de lugar. Puede que sea hora de que el presidente Davis piense en regresar a Richmond y de que los nuevos urbanistas diseñen algunos buenos castillos.

Traducción y nota: Carlos Pissolito

Nota:

(1) Cascadia es el nombre propuesto por movimientos activistas que buscan la secesión independiente de esta región, para referirse a una parte de la región Noroeste del Pacífico, basándose en el nombre de la zona de la placa de Juan de Fuca y la del Pacífico conocida con ese nombre. Thomas Jefferson dijo que veía a Fort Astoria, su capital, "como el germen de un gran imperio libre e independiente en ese lado de nuestro continente".