por Carlos Pissolito
Están ocurriendo muchas cosas en simultaneo y a una gran velocidad. Muchas son accesorias, secundarias y otras son profundas. Hay mucho humo, pero no cabe duda de que estamos atravesando momentos trascendentales. Tanto desde lo global como desde lo regional.
El incidente de Taiwan, junto a la guerra en desarrollo entre la OTAN y Rusia, no hace más que remarcar que el mundo unipolar que conocíamos ya ha desaparecido y que, en su lugar, comienza a levantarse uno multipolar.
Eso nos abre a la Argentina y a todos los países periféricos una amplia gama de posibilidades. Pero, nuestra situación interna las hace difícil de aprovechar. La llegada de Sergio Massa al poder real como el nuevo ministro salvador, no es muy distinto del de Cavallo al gobierno terminado de la Rúa. Llega con el apoyo de ciertos los poderes económicos locales y algunos de los EEUU.
Pero, es este el gobierno de Alberto Fernandez, el que se encuentra terminado. Tampoco, hay una oposición que permita abrigar alguna esperanza ante un recambio electoral; ya que es más de lo mismo y el sistema está roto y todos lo saben. Endeudamiento externo y sometimiento a los EEUU y a su decadente orden mundial.
Probablemente, pueda ocurrir una serie de eventos similares a la crisis del 2001 o a algo peor. Por lo que se volverán a abrir las puertas de una oportunidad para una cambio que permita salir de las crisis recurrentes y que nos aquejan desde hace tantos años.
Tras la caída del 2001 las cosas no iban mal; pero terminaron mal, porque no se supo terminar de salir del esquema de crisis permanente; para lo que era menester cambiar, tanto la matriz de decisiones políticas como el sistema económico de dependencia que nos aqueja.
Esta vez no habrá que dejar pasar la oportunidad. La Argentina está cercada y pésimamente conducida desde lo interno. En un mundo que cada día va a perdonar menos errores. No hay lugar para los débiles.
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