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miércoles, 19 de agosto de 2015

Un mal contexto para las monedas sudamericanas.


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Las monedas latinoamericanas sufren por una posible alza de tasas en EE.UU. y por la caída del yuan.




Carolyn Cui


Las monedas de los principales países de América Latina están cayendo, afectadas por el derrumbe de los precios de las materias primas, la perspectiva de un lento crecimiento en China y la inminencia de un aumento de tasas de interés por parte de la Reserva Federal.
Este año, el peso colombiano ha perdido 21% de su valor frente al dólar para llegar a un mínimo histórico, mientras que el peso chileno y el peso mexicano se han depreciado 12,26% y 10,11%, respectivamente.
En lo que va del año, el real brasileño ha retrocedido 23,4% frente al dólar, para convertirse en uno de los mayores perdedores entre las monedas latinoamericanas. Una marcada desaceleración de la economía, junto con un creciente escándalo la principal petrolera del país, ha llevado a la mayor economía de la región a su peor recesión en más de dos décadas y arrastrado a su moneda.
América Latina ha estado a la vanguardia de la ola global de ventas de activos de mercados emergentes en anticipación al aumento de las tasas de interés en Estados Unidos, un ajuste previsible si se considera la mejora de la economía estadounidense. Las bajas tasas de interés en EE.UU. habían reorientado a los inversionistas hacia los mercados emergentes, donde los rendimientos son mayores y los activos denominados en moneda extranjera contenían la promesa de potenciales ganancias.
Muchas economías de la región dependen fuertemente de las exportaciones de commodities y, por lo tanto, de la fuerza económica de China, que en los últimos años ha sido un gran consumidor de materias primas. La última ola de debilitamiento de las monedas latinoamericanas fue en parte provocada por la devaluación de la divisa china la semana pasada. Un yuan más barato le resta a China poder de compra para las materias primas producidas en América Latina, como el cobre y el petróleo.



China es el mayor consumidor de cobre chileno y un importante comprador de crudo de Colombia y México. El lunes, los precios de futuros del cobre y del petróleo cayeron a mínimos de seis años debido a los temores de un menor crecimiento económico en la nación asiática. El martes, el crudo subió ligeramente en Nueva York para ubicarse en US$42,62 por barril, mientras que en Londres el cobre se hundió aún más, para caer por primera vez por debajo de US$5.000 la tonelada desde la crisis financiera.
“Estos vientos en contra (…) se han concentrado en las monedas de América Latina”, dice Nick Verdi, estratega cambiario de Standard Chartered Bank en Nueva York.
Las divisas emergentes en general han perdido valor este año ante la apreciación del dólar. El débil crecimiento en los países en desarrollo y la perspectiva de mayores tasas en EE.UU. han presionado a esas monedas a la baja.
Los analistas consideran que la falta de crecimiento y las políticas de flexibilización monetaria de los bancos centrales mantendrán a esas monedas bajo presión hasta que la Fed se aproxime a su primer aumento de tasas. “Lo que necesitamos para estabilizar las monedas es un crecimiento (en la región), y después del crecimiento, un ciclo de ajuste. Pero lo más pronto (que podremos conseguir esas metas) será probablemente el próximo año”, señala Siobhan Morden, estratega para América Latina del banco de inversión Jefferies & Co. en Nueva York.
Algunos analistas dicen también que el debilitamiento de las monedas latinoamericanas es resultado del mayor interés de los inversionistas en la región. Algunos estrategas a largo plazo compraron acciones y bonos latinoamericanos en medio de la reciente caída de precios y al mismo tiempo hicieron apuestas bajistas contra sus monedas como una forma de protegerse del potencial riesgo. Estas coberturas aumentan la presión a la baja sobre las monedas.
“Hay muchos inversionistas extranjeros, o incluso locales, que están cubriendo su exposición cambiaria, lo cual genera una segunda ronda de debilidad en esas monedas”, dice Mario Castro, estratega para América Latina de Nomura Securities.
Durante los primeros siete meses del año, América Latina fue el mayor receptor de flujos de inversión a mercados emergentes, eclipsando a las economías emergentes de Asia, según el Instituto de Finanzas Internacionales. En total, los capitales extranjeros compraron un neto de US$62.900 millones en acciones y bonos de países latinoamericanos, en comparación con US$57.800 millones de países asiáticos.
Chile y México se destacaron como los favoritos de los inversionistas en la región.
En Chile, los inversionistas se han sentido cómodos con la estabilidad política del país y su baja deuda, producto de años de disciplina fiscal. Para ayudar a la economía, el gobierno chileno puede también aprovechar el fondo de estabilización acumulado durante los años de auge en los precios del cobre. Standard & Poor’s Ratings Services dice que a junio de este año Chile había ahorrado cerca de 12% de su Producto Interno Bruto. En julio, el país registró un ingreso de capitales de alrededor de US$4.500 millones, según Scotiabank. Un reciente informe de S&P dice que a pesar de los planes de mayor emisión internacional, la deuda neta de Chile probablemente seguirá baja, en menos de 7% del PIB en los próximos tres años.
Los inversionistas han estado observando las recientes reformas de la presidenta Michelle Bachelet, que socavaron la confianza empresarial. Las reformas incluyen el aumento de impuestos para financiar una reforma educativa y planes para fortalecer a los sindicatos y llevar a cabo una reforma constitucional.
En México, debido a los estrechos lazos comerciales entre ese país y EE.UU., los inversionistas apuestan al sector exportador y a los beneficios que éste puede recibir de la reactivación estadounidense. Los diferenciales entre los bonos del gobierno de México y los bonos del Tesoro de EE.UU. siguen siendo atractivos: el margen de rendimiento del bono mexicano a 10 años comparado con el de bonos equivalentes de EE.UU. es de 3,83 puntos porcentuales, mientras que al principio de julio era de 3,6 puntos porcentuales, de acuerdo con Banco Santander.
Los flujos de inversión hacia bonos denominados en pesos mexicanos continuaron durante el mes pasado, aunque “sin duda será importante ver en las próximas semanas el comportamiento de los inversionistas extranjeros dado el posible aumento de la tasa de interés por la Reserva Federal en septiembre”, dijo Banco Santander en un informe.
Los flujos de inversión en bonos y acciones mexicanas han sido positivos desde mayo. Al 28 de julio, las tenencias extranjeras de bonos mexicanos a tasa fija en pesos rondaban US$91.000 millones, que representan 60% del total en circulación, según el banco central mexicano.
“Los inversionistas no parecen estar huyendo de América Latina”, escribió Eduardo Suárez, codirector de estrategia para América Latina de Scotiabank. El analista espera que las monedas se recuperen una vez que la Fed decida su primer aumento de tasas y que las coberturas cambiarias se hagan efectivas.
El martes, el dólar se cotizaba a 691 pesos chilenos, 3.003 pesos colombianos (un mínimo histórico), 16,4 pesos mexicanos y 3,47 reales.

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