http://www.lanacion.com.ar/1928426-peligro-de-una-crisis-de-refugiados-venezolanos
Andrés Oppenheimer
MIAMI.- Ahora que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, parece estar cerrando todos los caminos para una resolución pacífica de la crisis de su país, la comunidad internacional debería presionarlo de manera mucho más enérgica para que permita un referéndum constitucional este año. De lo contrario, es probable que veamos una crisis de refugiados venezolanos que afectará a toda América latina.
Caracas es ya la ciudad más violenta del mundo y Venezuela tiene la inflación más alta del planeta (720% anual). Y es a su vez un país con una población cada vez más desesperada por la escasez generalizada de alimentos y medicamentos. Analistas como Roger Noriega, ex subsecretario para América latina del Departamento de Estado de EE.UU., están advirtiendo que la creciente violencia en Venezuela podría conducir a una crisis de refugiados como la de Siria.
Podría haber cientos de miles, tal vez millones de venezolanos pidiendo asilo en los países vecinos, afirman. Ya hay más de 1,5 millones de personas que han abandonado el país desde que el difunto presidente Hugo Chávez comenzó a destruir a Venezuela en 1999, según un estudio de 2014 de la Universidad Central de Venezuela.
Hasta ahora, la administración de Obama, la Unión Europea y las democracias latinoamericanas habían apostado a una mediación entre Maduro y la oposición impulsada por la Unasur y encabezada por el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero. Pero esa mediación ha sido una pérdida de tiempo total y sólo ha ayudado a que Maduro gane tiempo.
Ahora, el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por Maduro, ha eliminado prácticamente toda posibilidad de una salida pacífica al inventar presuntas dificultades técnicas para impedir que se lleve a cabo el referéndum revocatorio exigido por la oposición antes del 10 de enero. Según la ley, si el referéndum revocatorio se celebrara después de la mitad del mandato presidencial actual -lo que se cumple el 10 de enero- y Maduro perdiera, no habría elecciones generales, sino que el vicepresidente de Maduro cumpliría el resto de su mandato, hasta 2019. Según una nueva encuesta de Keller y Asociados, sólo el 15% de los venezolanos afirman que votarían a favor de que Maduro siga en el poder.
¿Qué deberían hacer la administración de Obama y los países de Europa y América latina?
En segundo lugar, Obama debería aumentar el número de sanciones personales focalizadas -tales como retirar las visas de Estados Unidos y congelar fondos en EE.UU.- en contra de altos funcionarios venezolanos acusados de violaciones de los derechos humanos, corrupción y tráfico de drogas.
En tercer lugar, las democracias de América latina y Obama deberían pedir a la Organización de Estados Americanos (OEA) que pida oficialmente a Venezuela celebrar el referéndum revocatorio antes del 10 de enero, así como permitir observadores electorales de la OEA en la votación.
Quince países miembros de la OEA -entre ellos Brasil, México, la Argentina, Colombia y Estados Unidos- firmaron un comunicado el 11 de agosto para pedir a Venezuela que celebre el referéndum constitucional "sin demora".
Aunque el comunicado fue más duro que los anteriores, deberían hacer un llamado explícito a Maduro para que permita el referéndum revocatorio antes del 10 de enero, autorice observadores electorales de la OEA, libere a los presos políticos y acate las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional de Venezuela, tal como lo exigen los tratados regionales que comprometen a sus signatarios a respetar el Estado de Derecho.
Mi opinión: hay nuevas y urgentes razones para que Obama y las democracias latinoamericanas aumenten sus presión diplomática sobre Maduro para que permita un referéndum revocatorio antes de que se cumpla la primera mitad de su mandato, con observadores internacionales creíbles.
A Obama no le conviene que haya una explosión social en Venezuela que pase a la historia como gestada y ocurrida durante su presidencia. Y a América no le conviene que se desate una crisis de refugiados venezolanos como la de Siria, que afectaría a toda la región. El momento de aumentar las presiones diplomáticas sobre Maduro es ahora y el contenido que deben tener esas presiones está muy claro.
Andrés Oppenheimer
MIAMI.- Ahora que el presidente venezolano, Nicolás Maduro, parece estar cerrando todos los caminos para una resolución pacífica de la crisis de su país, la comunidad internacional debería presionarlo de manera mucho más enérgica para que permita un referéndum constitucional este año. De lo contrario, es probable que veamos una crisis de refugiados venezolanos que afectará a toda América latina.
Caracas es ya la ciudad más violenta del mundo y Venezuela tiene la inflación más alta del planeta (720% anual). Y es a su vez un país con una población cada vez más desesperada por la escasez generalizada de alimentos y medicamentos. Analistas como Roger Noriega, ex subsecretario para América latina del Departamento de Estado de EE.UU., están advirtiendo que la creciente violencia en Venezuela podría conducir a una crisis de refugiados como la de Siria.
Podría haber cientos de miles, tal vez millones de venezolanos pidiendo asilo en los países vecinos, afirman. Ya hay más de 1,5 millones de personas que han abandonado el país desde que el difunto presidente Hugo Chávez comenzó a destruir a Venezuela en 1999, según un estudio de 2014 de la Universidad Central de Venezuela.
Hasta ahora, la administración de Obama, la Unión Europea y las democracias latinoamericanas habían apostado a una mediación entre Maduro y la oposición impulsada por la Unasur y encabezada por el ex presidente español José Luis Rodríguez Zapatero. Pero esa mediación ha sido una pérdida de tiempo total y sólo ha ayudado a que Maduro gane tiempo.
Ahora, el Consejo Nacional Electoral (CNE), controlado por Maduro, ha eliminado prácticamente toda posibilidad de una salida pacífica al inventar presuntas dificultades técnicas para impedir que se lleve a cabo el referéndum revocatorio exigido por la oposición antes del 10 de enero. Según la ley, si el referéndum revocatorio se celebrara después de la mitad del mandato presidencial actual -lo que se cumple el 10 de enero- y Maduro perdiera, no habría elecciones generales, sino que el vicepresidente de Maduro cumpliría el resto de su mandato, hasta 2019. Según una nueva encuesta de Keller y Asociados, sólo el 15% de los venezolanos afirman que votarían a favor de que Maduro siga en el poder.
¿Qué deberían hacer la administración de Obama y los países de Europa y América latina?
En segundo lugar, Obama debería aumentar el número de sanciones personales focalizadas -tales como retirar las visas de Estados Unidos y congelar fondos en EE.UU.- en contra de altos funcionarios venezolanos acusados de violaciones de los derechos humanos, corrupción y tráfico de drogas.
En tercer lugar, las democracias de América latina y Obama deberían pedir a la Organización de Estados Americanos (OEA) que pida oficialmente a Venezuela celebrar el referéndum revocatorio antes del 10 de enero, así como permitir observadores electorales de la OEA en la votación.
Quince países miembros de la OEA -entre ellos Brasil, México, la Argentina, Colombia y Estados Unidos- firmaron un comunicado el 11 de agosto para pedir a Venezuela que celebre el referéndum constitucional "sin demora".
Aunque el comunicado fue más duro que los anteriores, deberían hacer un llamado explícito a Maduro para que permita el referéndum revocatorio antes del 10 de enero, autorice observadores electorales de la OEA, libere a los presos políticos y acate las leyes aprobadas por la Asamblea Nacional de Venezuela, tal como lo exigen los tratados regionales que comprometen a sus signatarios a respetar el Estado de Derecho.
Mi opinión: hay nuevas y urgentes razones para que Obama y las democracias latinoamericanas aumenten sus presión diplomática sobre Maduro para que permita un referéndum revocatorio antes de que se cumpla la primera mitad de su mandato, con observadores internacionales creíbles.
A Obama no le conviene que haya una explosión social en Venezuela que pase a la historia como gestada y ocurrida durante su presidencia. Y a América no le conviene que se desate una crisis de refugiados venezolanos como la de Siria, que afectaría a toda la región. El momento de aumentar las presiones diplomáticas sobre Maduro es ahora y el contenido que deben tener esas presiones está muy claro.
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