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martes, 20 de diciembre de 2011

La Flota de Roca


 

 
El nombre del presente trabajo tiene seguramente un sonido algo extraño, por cuanto pocas veces en la historia de la Argentina, se asocia la obra del General Roca a la creación de elementos de nuestra Armada de guerra,

 
 Por Ricardo Burzaco

 
Introducción

 
Tte Grl Julio A. Roca.
El General Julio Argentino Roca, militar que obtuvo prácticamente todos sus ascensos en el campo de batalla, era a partir del 12 de octubre de 1898, Presidente de la Nación Argentina por segunda vez, cuando le cupo la decisiva responsabilidad de conducir los destinos de su País sobre la delgada línea que separa la guerra y la paz en los momentos donde la escalada bélica entre Argentina y Chile había alcanzado su más crítico momento.
Sin lugar a dudas, la tensión acumulada por los problemas limítrofes, fue un factor determinante para que el Gral. Roca acceda a su reelección presidencial, donde los electores prefirieron la conducción del experimentado militar para hacer frente a un muy posible conflicto bélico.
Discutido como todos los estadistas, Roca era un conocedor de la guerra. Estuvo en el frente en la Guerra de la Triple Alianza y posteriormente afianzaría su carrera militar en las batallas internas de Santa Rosa y La Verde, combate este último donde con un magnífico ardid, derrota al General Paunero con un mínimo derramamiento de sangre. Sin embargo, será su plan de la Campaña a los Desiertos del Sud, que pondrá en marcha  el comienzo del fin al problema aborigen, la que lo impulsará a la política, para convertirse en una de las principales figuras de la historia de la región.

 



Acorazado "Moreno"
Roca sabía que el sostenido progreso argentino no debía ser interferido por una guerra con Chile de incierto desarrollo y duración, donde los costos en vidas y del Erario podrían llegar a generar en el mejor de los casos una victoria entre la miseria. Pero también tenía en claro, como todos los hombres de su época, que el honor de una nación tiene un límite y que llegado al mismo la Argentina iba a presentar batalla tanto en tierra como en el mar.
A través del General Pablo Ricchieri, Roca tuvo la oportunidad de organizar, modernizar y equipar a las fuerzas terrestres, sin embargo la poderosa Flota de Mar la heredó para la oportunidad, de sus antecesores, fundamentalmente del presidente José Félix Uriburu, quién mediante las buenas influencias del Ministro de Marina italiano Benedetto Brin ante la corte del Rey Umberto I, obtuvo la posibilidad de adquirir seis cruceros acorazados, para hacer frente eventualmente a la Escuadra Chilena y poder finalmente equilibrar el poder naval de ambas armadas. (1)
Precisamente, la Armada chilena ostentó una clara superioridad en medios sobre su par Argentina durante casi toda la década de 1890, años en los que finalmente los políticos de este país debieron entender que el problema naval no pasaba por defender exclusivamente el Río de la Plata. (2)
La fundación de Buenos Aires en el seno del Plata y las facilidades alimenticias de una tierra pródiga, indujeron el desarrollo de una Nación con escasa conciencia marítima y de espaldas al propio Río de la Plata. Además, dada su especial geografía, todo conflicto internacional conllevó inexorablemente al bloqueo del único punto de conexión comercial con el mundo.
Como contrapartida, el Río de la Plata formado por sus afluentes Paraná y Uruguay, presenta numerosos bajofondos y bancos sedimentarios que torna muy peligrosa la navegación tanto a las naves de gran porte como a otras que no estuvieran conducidas por baqueanos. Esta característica fue una suerte de escudo protector contra cualquier intento masivo de atacar a Buenos Aires por el agua.
Conjugando un poco estos elementos, obtenemos como resultado una historia cargada de generales y coroneles pero escasa de almirantes y capitanes. En consecuencia, obtenemos que las glorias navales argentinas se forjaron y obtuvieron sus honores luchando siempre con inferioridad de medios.

 
Crucero Ligero ¨Patagonia"
Desatados los conflictos, se echaba mano a barcos mercantes, los que eran artillados con algunos cañones terrestres disponibles y su tripulación provenía de una leva forzosa mezclada con marineros extranjeros contratados de naves surtas en el puerto. Los respectivos comandantes, asimismo, fueron con frecuencia mercenarios aventureros, algunos de los cuales gozaron de patente de corso. Casi como una costumbre, finalizadas las luchas los barcos eran vendidos y las tripulaciones desbandadas.
De hecho durante la Guerra de la Triple Alianza (1865/70), la Argentina no aportó nave de combate alguna y las mercantes fueron mayoritariamente privadas. El pabellón del Imperio fue dominante durante el conflicto en los ríos interiores argentinos. Recién terminada esta lucha y para poner un escudo armado en el Río de la Plata, el gobierno Argentino crea la Escuela Naval y decide la compra en Inglaterra de naves de combate para formar una flota denominada “Escuadra Sarmiento”. Se trataba de embarcaciones de diseño fluvial, algunas de las cuales eran el resultado de la experiencia norteamericana en la Guerra de Secesión. (ver aparte)
Camino a la década de 1880, una vez definidos los límites con el Brasil, recién las autoridades argentinas deber comenzar a mirar al Sur. Por un lado debe realizarse una expedición al Río Santa Cruz en 1878 a fin de reafirmar la soberanía, operación concretada con naves de la escuadra fluvial. Fue también el apoyo naval a las operaciones terrestres contra el aborigen a partir del Río Negro y finalmente la creación de una línea a la Costa Sur a fin de sostener las primeras colonias, asentamientos patagónicos y en la Tierra del Fuego.
Durante la primera presidencia del General Roca (1880-1886) se alcanzará un acuerdo de límites con Chile en 1881. Este importantísimo acuerdo afirma a la Patagonia oriental (tomando como eje divisor la Cordillera de Los Andes) como territorio argentino y sostiene que las tierras bañadas por el Océanos Atlántico serán argentinas y chilenas las del Pacífico.
No obstante a la postre traerá desencuentros y más de un siglo de discusiones. En un contexto donde la ciencia aún debía muchas explicaciones, pasar los hitos limítrofes de las cartas de las cancillerías al terreno, iba a generar con el tiempo varios momentos de tensión entre ambos países. Uno de los de mayor escalada bélica ocurrió en los albores del siglo XX, en esos momentos una moderna Flota de Mar, serviría como eficaz elemento disuasorio para salvar miles de vidas americanas.

 
La Escuadra Sarmiento
La Ley Nº 498 del 27 de mayo de 1872, promovida por el presidente Domingo F. Sarmiento autorizaba al Poder Ejecutivo a invertir  m$n 2,6 millones para adquirir:
 *Tres buques de guerra encorazados del sistema más adelantado.
 * Armas portátiles de precisión
La Ley Nº 568/1872 autorizaba al PE a fundar la Escuela Naval a bordo del vapor “General Brown”
Junto a otras implementaciones que permitieron la construcción de talleres navales y otras facilidades, la Argentina organizó una Armada moderna. Como medios fueron adquiridas en Inglaterra las siguientes naves:
2 Monitores (“El Plata” y “Los Andes”)
4 Bombarderas (“Constitución”; “Bermejo”; “Pilcomayo” y “República”)
2 Cañoneras (“Paraná” y “Uruguay”)
1 Vapor (“Fulminante” con 2 lanchas torpedo botalón)
2 Avisos (“Resguardo” y “Vigilante”)
Este material constituye la primera Flota organizada y homogénea de la Armada Argentina, la que si bien era básicamente fluvial, sus naves realizaron infinidad de singladuras oceánicas. La Escuadra Sarmiento será objeto de una futura nota en Defensa y Seguridad”.

 
Los problemas limítrofes entre Argentina y Chile
La situación entre ambos países se agravó por la imposibilidad de ejecutar los confusos tratados de 1881, al punto de pensar en la inminencia de una guerra. Como en muchos otros lugares de este continente, llamativamen­te los conflictos entre  naciones hermanas,  nacieron  a  partir de acuerdos o tratados ambiguos o confusos.
En efecto, parecería hecho adrede que, las resoluciones llevadas a ca­bo por especialistas en suntuosas oficinas capi­talinas - Santiago o Buenos Aires por ejemplo- no tuvieran sobre el terreno la aplicación práctica que, en la teoría ciudadana parecía alcanzar el acuerdo más digno para ambas partes. Algo así como la confirmación del moderno desa­cuerdo entre el capricho humano y la indiscuti­ble voluntad de la creación. El acuerdo firmado en 1881 entre los plenipo­tenciarios Bernardo de Irigoyen y Francisco de Echeverría, que tenía por finalidad terminar con los conflictos fronterizos entre Argentina y Chi­le, creó en realidad un entuerto que por poco no termina en guerra en 1902 y luego generaría infinitos incidentes fronterizos hasta inclusive la oportuna intervención papal en 1978.
En uno de los párrafos del Artículo I del mencio­nado acuerdo se indica:
uLa línea fronteriza correrá en esa extensión por las cumbre más elevadas de dicha cordillera (la de los Andes) que dividan las aguas y pasar por entre las vertientes que se desprendan a de uno y otro lado…”
Al llegar los peri­tos al terreno, pudieron obser­var que la línea de altas cum­bres y la divisoria de aguas casi nunca coincidían en la zona pa­tagónica, tal como se había previsto en los acuerdos. Aquí, la primera parte del enun­ciado (altas cumbres) favorecía a la Argentina y la segunda (divisoria de aguas) a Chile. Las discusiones de partes fueron inmedia­tas e irreconciliables.
La explicación la daría la ciencia tiempo des­pués, cuando se determinó que la Patagonia ha­bía sufrido una glaciación hacia el cuaternario. Este fenómeno geológico, había cubierto de hie­lo toda la región mencionada cambiando la fiso­nomía cordillerana con respecto al sector cono­cido y transitado por entonces en la zona de Cuyo-Santiago.
Efectivamente, el tratado se realiza en base a la cordillera conocida -la de Cuyo- en donde "las altas cumbres" coinciden con "la divisoria de aguas". Pero en la casi inexplorada cordillera pa­tagónica, la glaciación había variado las alturas -son menores-, se generaron lagos de origen gla­ciar y una diferencia entre las cotas del oriente y occidente cordillerano, que por vaso comuni­cación varió la divisoria de aguas. Además sur­gen  geológicamente  nuevas  alturas de origen glaciar denominadas  morenas.
En otro párrafo del artículo III, el desconoci­miento de la geografía se hace evidente:
uEn cuanto a las islas pertenecen a la República Argentina la Isla de los Estados, los islotes próxi­mamente inmediatos a esta y las demás islas que haya sobre el Atlántico, al oriente de Tierra del Fuego y costas orientales de la Patagonia; y pertenecen a Chile todas las islas al sur del Canal Beagle, hasta el Cabo de Hornos y las que ha­ya al occidente de Tierra del Fuego."
Al no especificar de cuales islas se trataba, hubo de esperar otros cien años de desencuentros ya que tres islas, por ejemplo, la Lenox, la Picton y la Nueva quedaban al sur del Canal Beagle (Chile) pero bañadas por el Océano Atlántico (Argentina).
También ocurrió que el trazo original de la línea fronteriza norte-sur que divide en dos a la Isla de Tierra del Fuego cortaba en la práctica a la Bahía de San Sebastián y daba salida al Atlántico a Chile contradiciendo el espíritu del tratado. Ello se solucionó rápidamente corriendo dicha línea unos tres kilómetros hacia el Oeste.
Tanta incongruencia entre lo firmado y la realidad impedían a los peritos ponerse de acuerdo y defender lo imposible. Ello generó actitudes de mutua desconfianza que colaboraron en la escalada del conflicto.

 
 
1890 – 1902
Hacia finales del siglo XIX, conflictos limítrofes existentes entre Chile y Argentina, ponen a am­bas naciones en una intensa carrera armamentis­ta, que recién culminaría con los denominados "Pactos de Mayo" en 1902. Al comenzar la última década del siglo XIX, lle­gaba a la presidencia el autonomista Dr Luís Sáenz Peña acompañado por José Evaristo Uriburu como vicepresidente.
Prácticamente desde el inicio de su gestión, el septuagenario Presidente debió debatirse en es­tado de crisis permanente originados por los bandos políticos de entonces, que representa­ban Roca, Pellegrini y Mitre por el lado liberal y Leandro Alem e Hipólito Yrigoyen por el radica­lismo. La revolución Radical del 93, intervenciones a las Provincias y otros síntomas de inestabilidad, caracterizaron una época donde el crecimiento de la Nación no se frenó a pesar de la crisis eco­nómica y política. Sáenz Peña renunció en 1895 y asumió la presidencia Uriburu, quién activamente promovió la adquisición de naves de combate oceánicas para la Marina de Guerra las que “corriendo de atrás” se incorporaban luego de una compra para la Escuadra chilena.
A los existentes acorazado "Alte Brown" y crucero "Patagonia" se agregarían el crucero "25 de Mayo" (1891), los acorazados de río "Libertad" e "Independencia" (1892 y 1893); el crucero "9 de Julio" (1893), el crucero liviano "Patria" (1894), el crucero acorazado "Garibaldi",  el crucero "Buenos Aires" (1896) y finalmente los cruceros acorazados "San Martín", "Belgrano" y "Pueyrredón" en 1898. Permanecían en construcción hacia inicios de siglo, los acorazados "Moreno" y "Rivadavia".
Además, se incorporaron un importante número de torpederos, destróyers, avisos y transportes. También se comenzó la construcción del Puerto Militar en Bahía Blanca y varios apostaderos para provisión de carbón a los largo del litoral ma­rítimo, lográndose reservas estratégicas de 140.000 tn de este vital elemento energético. Se crearon escuelas de aprendices navales, se en­trenó a artilleros, realizándose un importante nú­mero de navegaciones y maniobras. Con el correr de los años en el ámbito terrestre se movilizaron tropas y reservas de la Guardia Na­cional que supo disponer de 30.000 efectivos acampa­dos; se sanciona la Ley del Servicio Militar Obli­gatorio (Nro 3948 para la Marina de Guerra), la cual convocó a dos clases simultáneamente y se lograron modernos pertrechos en Alemania para 300.000 hombres (fusiles Mauser, cañones Krupp, etc.). Asimismo se extendió marcadamente la red telegráfica a lo largo de la costa patagóni­ca.
El mencionado Puerto Militar de Bahía Blanca, debió superar no pocos escollos para su ejecu­ción por indecisiones en su emplazamiento geográfico. Finalmente con el diseño del ingeniero ita­liano Luis Luiggi y con la construcción a cargo de la empresas Dirks & Dates y Van Hatten se inició esa gran obra en 1898 que incluyó el ca­nal de entrada, el antepuerto, la dársena de ma­niobras con un calado de alrededor de 10 me­tros, el dique de carena, bombas y maquinarias, cinco baterías costeras defensivas de grueso calibre y lí­nea de ferrocarril estratégico. Las razones políti­co militares en cuanto a la decisión de encarar el Puerto Militar en al sur de la Provincia de Buenos Aires en detrimento del proyecto de Río Santiago, merece un artículo propio, pero sin dudas, el futuro Puerto Belgrano marcó un hito en la protección de la soberanía Argentina. (3)

Reasume Roca
El General Roca asume su segunda presidencia el 12 de octubre de 1898. El crecimiento del país continuaba sostenido a pesar de las dificultades políticas. La inmigración europea no se detenía, sin embargo, la crisis económica del Esta­do se mantenía a consecuencia del endeu­damiento.
Los preparativos para la guerra habían insumido 80 millones oro, creándose además suscripcio­nes populares, promovidas por los diarios para afrontar los costos de las naves, que ingleses e italianos aseguraban su cobro por la necesidad y el apuro. Inglaterra justamente, vendía sus naves de combate a ambos países.
El Ministro de Marina italiano Benedetto Brin, motivado seguramente por el intenso flujo de sus compatriotas al Río de la Plata, fue un activo influyente ante el Rey Umberto I, para ceder a la Argentina los cuatro cruceros acorazados y los dos acorazados en construcción, que originalmente había solicitado la marina itálica a pesar de la crisis de Abisinia. Durante la misma década, Chile, que mantenía un estado de conflicto con el Perú, había adquirido los acorazados “Cochrane”, “Huáscar”, “Blanco Encalada” y “O'Higgins”; los cruceros “Errázuriz”, “Centeno”, “Pinto”, “Chacabuco” y “Esmeralda”. La balanza del poder naval de esos tiempos se inclinaba hacia uno y otro lado dependiendo el momento de recepción de cada nave.

 
 
El Abrazo del Estrecho
Con el mercado exportador a pleno y el desarro­llo de importantes obras de infraestructura, el Gral Roca decide intervenir con su par chileno Federico Errázuriz, a fin de poner paños tibios a la tensa situación existente y al desentendimiento entre peritos de ambas naciones.
Para ello se decide un encuentro en Punta Are­nas debido a que la Constitución chilena impe­día al presidente salir de su país. El Gral Roca y su comitiva abordan el Crucero “Belgrano” el 20 de enero de 1899 en el Puerto Militar (Bahía Blanca) para diri­girse hacia el sur. Acompañaron al Presidente, el Ministro de Relaciones Exteriores Dr. Amando Alcorta, el Minis­tro de Marina Comodoro Martín Rivadavia, los Diputados Nacionales Benito Carrasco, Mariano de Vedia, Eleazar Gazcón y los edecanes Coro­nel Gramajo y el Mayor Raybaud entre otras au­toridades nacionales.
Luego de recalar en varios puertos patagónicos, el “Belgrano”, el crucero “Patria” y la fragata “Sar­miento”, arriban a Punta Arenas de sur a norte luego de atrave­sar los canales fueguinos el 14 de febrero, en­contrándose allí con el transporte “Villarino”. El contingente chileno estaba compuesto por el acorazado “O'Higgins”, los cruceros “Zenteno” y “Errázuriz” y el transporte “Angamos”. Roca se traslada hacia el primero y allí se realiza el histórico “Abrazo del Estrecho” con el presidente chileno Errázuriz, que en realidad fue un apretón de manos. En este y en otro reservado encuentro a bordo del “Belgrano”, la conversación a solas de ambos mandatarios, logra distender parcialmente la tensa situación existente. Roca estuvo un mes fuera de la Capital  prácticamente incomunicado con la Casa Rosada.
Si bien las conversaciones entre los mandatarios no trascendieron, las mismas no fueron decisivas. De hecho el presidente Roca planifica y concreta una visita al presidente del Brasil Manuel Campos Salles en agosto la que será retribuida un año más tarde en Buenos Aires. Al regresar de Brasil, Roca y su comitiva visitan Montevideo. Se hace evidente la estrategia del presidente, como experimentado guerrero, que ante el estado de conflicto no descuida su retaguardia.
Además, la carrera armamentista no se detuvo en los años inmediatos, a pesar de la predisposición positiva de los presidentes. La desconfianza se generalizaba y los peritos limítrofes no podían ponerse de acuerdo con los hitos. A fines de 1901, la guerra era inminente. Se decía  en la época,  casi exageradamente, que bastaba que a un soldado de uno u otro lado se le escapara un tiro para desencadenarla. Los medios periodísticos de Buenos Aires se dividían entre los que pugnaban por la guerra y los que deseaban la paz merced a un acuerdo diplomático. Los diferentes influjos políticos, se hacían eco de estas tendencias, manifestados por mitins ciudadanos. La tensión y la paciencia de Roca llegaban al límite.

 
 
Navidad en peligro de guerra
A mediados de 1901 el Ministro de Relaciones Exteriores argentino Amancio Alcorta reclamó enérgicamente ante la Cancillería chilena por la apertura de senderos en zonas sometida al arbitraje británico. El canciller chileno contestó que tales senderos estaban desprovistos de “utilidad militar”. Tal información aumentó el tono belicoso de la prensa y de los políticos de la oposición.
El presidente Roca pronuncia palabras definitoria en una manifestación en Buenos Aires: “Buscaré por todos los medios una solución conciliadora, pero si no es dado una paz honrosa, sabré afrontar la situación cualquiera fuese”
Dada la situación beligerante alcanzada, los partidos de la oposición suspenden sus actividades y la propia Unión Cívica Radical emite un manifiesto público invitando “a la unión sagrada en aras de la seguridad nacional”.
El activo y belicista Estanislao Zeballos va aún más allá y expresa el 19 de diciembre en un mitin: “Es ya un deber fundamental del gobierno hacer una política sudamericana viril y de visera alzada. Sepa Chile que la suerte de la soberanía de Perú y Bolivia es la propia suerte de la soberanía Argentina. No vamos a consentir que aquellas naciones sean mutiladas.”
Avanzado el mes de diciembre de 1901 la guerra era casi una realidad. El Ministro Amancio Alcorta ordena a su embajador en Santiago dejar la legación y retornar a Buenos Aires.
El ahora presidente de Chile Germán Riesco al despedir al embajador Portela, le sugiere como última alternativa de paz, proponer a Roca retrotraer las cosas al status quo de 1898 a fin de borrar las transgresiones fronterizas que empujaban a la guerra.
En Buenos Aires Roca reemplaza a su Ministro de Guerra y designa en el cargo al  Coronel Pablo Ricchieri confirmando al Comodoro Martín Rivadavia como Ministro de Marina. Ricchieri  prepara de inmediato un Plan de Movilización General secreto que el Presidente lo firmará el día 25.
Cierto es que a partir de 1895 el equilibro de la balanza se fue inclinando lentamente a favor de la Argentina. La llegada de los cruceros acorazados italianos había logrado equiparar a la Escuadra chilena. El Puerto Militar estaba ya habilitado y sostenido por un ferrocarril estratégico. Los cuerpos de línea del Ejército y las Guardias Nacionales están ahora bien pertrechados y sus oficiales más antiguos cuentan con la vasta experiencia de las operaciones en los desiertos del sur. Las innumerables obras de infraestructura llevadas a cabo y los tendidos ferroviarios habían sido muy significativas. Chile además tenía en su contra el conflicto latente con Perú y Chile por lo que su retaguardia no contaba con la tranquilidad que tenía la Argentina.
No obstante el peligro de la guerra aumentaba y  los EEUU despacha a los acorazados “Wisconsin” y el “Iowa” a las aguas chilenas y al “Atlanta” al Atlántico Sur, anunciado que incrementarían su presencia con el “Boston” en el Pacífico y el “San Francisco” en el Atlántico una vez desatadas las hostilidades. La Cancillería de los Estados Unidos expresa que su país tenía intereses en Tacna y Arica aunque no justifica su presencia el  Atlántico Sur.

 
 
Las escuadras de ambos países (solo buques principales)

 
 Armada Argentina
“San Martín”        6480 Tn (1898)
“Pueyrredón”       6840 Tn (1898)
“Belgrano”           6840 Tn (1898)
“Garibaldi”           6840 Tn  (1896)
“Buenos Aires”    4500 Tn  (1896)
“Alte Brown”        4500 Tn  (1881)
“9 de Julio”          3500 Tn  (1893)
“25 de Mayo”       3200 Tn (1891)
“Libertad”            2300 Tn  (1892)
“Independencia”  2300 Tn  (1893)
“Patagonia”         1440 Tn  (1887)
“Patria”                1070 Tn   (1894)
Total                 50170 Tn

Armada de Chile
“O´Higgins”          8500 Tn (1896)
“Esmeralda”         7000 Tn (1895)
“Cap. Pratt”          6900 Tn (1888)
“Chacabuco”        4500 Tn (1902)
“Bco Encalada”    4400 Tn (1893)
“Zenteno”             3600 Tn (1896)
“Cochrane”           3500 Tn (1874 moder. 1896)
“Errázuriz”            2080 Tn (1890)
“Pinto”                  2080 Tn (1891)
“Huáscar”             1800 Tn (1865 capturado a Perú 1870)
Total                    44360 Tn

 
Las maniobras navales de 1902
Muchos conflictos en la historia vieron el inicio de las operaciones armadas sin la declaración de guerra formalmente realizada. Por ello, a pesar de la tenue esperanza de paz aparecida en Buenos Aires la última semana de diciembre de 1901, el gobierno del Gral. Roca ordenará disponer la Flota en evoluciones con el fin de adiestrar y mostrar su poderío.
Con las últimas adquisiciones de material naval y un activo adiestramiento de comandos y marinería, se ejecutan en el primer cuatrimestre de 1902 activas ejercitaciones a lo largo del lito­ral marítimo y el Río de la Plata, a fin de prepa­rarse para una guerra inminente. Las fuerzas navales quedan formadas por tres divisiones de mar con doce cruceros y acoraza­dos; otras cuatro divisiones integraban la Defen­sa General del Río de la Plata con una treintena de unidades -destróyers, monitores, torpederos, fragatas etc-. Las bases de asiento eran el Puerto Militar de Bahía Blanca, Río Santiago y Puerto de Buenos Aires.
Desde el 1ro de febrero, se procedió al sembra­do de minas eléctricas. Posteriormente se reali­zó un bloqueo del Río de la Plata con dos divi­siones de cruceros. El 27, luego de frenética actividad, se proyecta el poder naval con un desembarco en las inmedia­ciones de La Plata con la finalidad de tomar esta ciudad. El ejercicio incluye escolta, defensa y ataque de un convoy compuesto por el "Alte Brown", "Libertad", "Independencia", "Patagonia", "Espora", "Misiones", "Corrientes" y "Entre Ríos" que protege a los transportes de tropas "Chaco", "Pampa", "Guardia Nacional" y el "1ro de Mayo".
La fuerza de cruceros acorazados oficia de ene­migo e intentan interceptar al convoy. Luego de esta maniobra, se inicia ejercitaciones con tiro de combate de todos los calibres, lanzamientos de torpedos, intercepciones, etc. Causa gran satisfacción entre las autoridades na­cionales y navales el alto grado de adiestramien­to obtenido y el poderío demostrado por las uni­dades de combate.
Observadores militares de muchos países fueron testigos de estas, tal vez, las más grandes maniobras realizadas por la Ar­mada Argentina, donde intervinieron más de se­senta unidades que realizaron distintas evolucio­nes, lográndose un adecuado sostén logístico. El broche de oro se concretó con una impresio­nante Revista Naval en Mar del Plata el 5 de mar­zo, donde el Presidente revistó la Flota desde la Fragata "Presidente Sar­miento". Una parte de la historia indica que esta disua­sión armada contribuyó en gran manera para la obtención de la paz por la vía diplomática. Finalizadas las maniobras, las unidades se diri­gieron a sus bases de asiento en estado de alis­tamiento total a la espera de la evolución de las negociaciones políticas.

 
 
Composición de la Marina de Guerra Argentina en las maniobras de 1902

 
1)Flota de Mar
Primera División de Mar
Crucero acorazado “San Martín”
Crucero Acorazado “Belgrano”
Crucero Acorazado “Pueyrredón”
Crucero Acorazado “Garibaldi”
Transporte “Chaco”
Aviso “Tehuelche”
Aviso “Fueguino”
Segunda División de Mar
Crucero “Buenos Aires”
Crucero “9 de julio”
Crucero “25 de Mayo”
Crucero “Patria”
Transporte “Pampa”
Aviso “Gaviota”
Aviso “Pampero”
Tercera División de Mar
Acorazado “Alte Brown”
Acorazado “Independencia”
Acorazado “Libertad”
Crucero “Patagonia”
Trasp. “Guardia Nacional”
Aviso “Bahía Blanca”
Aviso “Golondrina”

2) Defensa General del Río de la Plata
Primera División
Fragata “Sarmiento”
Monitor “El Plata”
Monitor “Los Andes”
Corbeta “Uruguay”
Transporte “Santa Cruz”
Aviso “Vigilante”
Aviso “Resguardo”
Segunda División
Torpedero “Espora”
Torpedero “Entre Ríos”
Torpedero “Misiones”
Torpedero “Corrientes”
Torpedero “Murature”
Torpedero “Py”
Transporte “1º de Mayo”
Tercera División
Torpedero “Bouchard”
Torpedero “Pinedo”
Torpedero “Jorge”
Torpedero “King”
Torpedero “Bathurst”
Torpedero “Thorne”
Transporte “Ushuaia”
Cuarta División
Torpedero “Alerta”
Torpedero “Ferré”
Torpedero “Enrique Py”
Torpederas Nº: 3; 4; 5; 6
Torpederas Nº: 7, 8; 9; 10
Transporte “Maipú”

3) Defensa Fija Submarina
Unidades
Transporte “República”
Minador “Fulton”
Torpedera Nº 1
Torpedera Nº 2
Unidades menores y cables eléctricos

 
Finalmente llega la solución pacífica
En medio de enormes presiones internacionales generadas principalmente por las poderosas ban­cas británicas, se produce un cambio de embaja­dores, designándose como Ministro Plenipotenciario al Dr José M. Terry, quién con su par chileno Vergara Donoso, logran encontrar una situación sa­tisfactoria que culminaría con los denominados "Pactos de Mayo" que se firmaron el 28 de ese mes en Santiago en 1902. En ellos, se establecía que la Argentina respetaba la soberanía de las demás na­ciones, sin mezclarse en asuntos internos ni externos, a la vez que Chile aseguraba no pretender expansiones territoriales, salvo las que resultaren del cumplimien­to de los tratados vigentes. Otras cláusu­las se referían a la limitación de arma­mentos y al compromiso de someter al arbitraje a la Corona Británica futuras di­ficultades. El árbitro impuesto por el rey Eduardo VII fue el coronel sir Thomas Holdich.
El fallo del litigio en cuestión, otorgó a la Argentina, 42.000 km2 sobre los 90.000 en disputa. La moderna flota Nacional debió estacionarse desarmada por varios años en Río Santiago, cediéndose al Imperio del Japón los dos acorazados en construcción. Chile vendería los propios a la Armada de Su Majestad. El tremendo esfuerzo económico repercutió hon­damente en el presupuesto militar y la actividad naval de los años inmediatos posteriores fue  reducida, dedicándose fundamental­mente al adiestramiento de cuadros y marinería con unos pocos buques de escuela.
Precisamente dos bancas británicas la Baring Brothers y la Rothschild eran los principales acreedores de Argentina y Chile respectivamente y el influyente banquero argentino Ernesto Tornquist fue quien convenció a esos poderosos financistas que una guerra entre estos países hermanos podrían conducir una cesación de pagos del los servicios de las deudas públicas. En consecuencia, ambas bancas aplicaron toda su influencia sobre los vendedores de armas y sobre los respectivos gobiernos a fin de facilitar el acuerdo diplomático con la mediación de la Corona Británica.

 
Los Pactos de Mayo y La Discreta Equivalencia
Los denominados Pactos de Mayo generaron una serie de acuerdos y dictámenes en cuanto a las restricciones militares. A continuación se indican los referidos a las fuerzas navales.

 
 
Convención  sobre  Limitación  de  Ar­mamentos Navales (28/5/1902)

 
 
Artículo I: Con el propósito de apartar todo motivo de inquietud o recelo entre uno u otro país, los gobiernos de la República Argentina y Chile desisten de adquirir las naves de guerra que tienen en construcción y de hacer por ahora nuevas adquisiciones. Ambos gobiernos convienen además en disminuir sus respectivas escuadras, para lo cual segui­rán gestionando hasta llegar a un acuerdo que produzca una discreta equivalencia entre ambas escuadras. Esta disminución se hará en el término de un año contado desde la fecha del canje de la presente Convención.
Artículo II: Los dos gobiernos se comprometen a no aumentar durante 5 años sus armamentos navales sin previo aviso que el que pretensa aumentarlos dar al otro con diez y ocho meses de anticipación. Es entendido que se excluye de este arreglo todo armamento para la fortificación de costas y puertos, pudiéndose adquirir cualquier máquina flotante destinada exclusivamente a la defensa de éstos, como ser submarinos, etc.
Artículo III: Las enajenaciones a que diere lugar esta Convención no podrá hacerse a países que tengan cuestiones pendientes con un u otra de las Partes Contratantes.
Artículo IV: A fin de facilitar la transferencia de los contratos pendientes, ambos gobiernos se obligan a prorrogar por dos meses el plazo que tengan estipulado para la entrega de los respectivos buques, para lo cual se darán instrucciones del caso en el acto de ser firmada esta convención.
Artículo V: Las ratificaciones de esta Convención serán can­jeadas en el término de 60 días, o antes si fuere posible, y el canje tendrá lugar en esta ciudad de Santiago.

 
 
Firmado:  J. A. Terry J   F Vergara Donoso

 
 
Acta Aclaratoria de los Pactos sobre Arbitra­je y Limitación de Armamentos (10/7/1902)

 
 Artículo II:En la ejecución del artículo primero, parte segun­da, de la Convención sobre armamentos navales en virtud de la cual debe establecerse una discre­ta equivalencia entre las dos Escuadras, no hace necesaria la enajenación de buques pues puede buscarse dicha discreta equivalencia en el desar­me u otros medios de la extensión conveniente, a fin de que ambos gobiernos conserven las escua­dras necesarias, el uno para la defensa natural y el destino permanente de la República de Chile en el Pacifico, y el otro para la defensa natural y destino permanente de la República Argentina en el Atlántico y Río de la Plata.

 
 
Firmado: J. A. Terry J  /  F Vergara Donoso

 
 Arreglo para hacer Efectiva la Discreta Equi­valencia de la Escuadras de Argentina y Chi­le (9/01/1903)

 
 
Artículo I: Las repúblicas de Argentina y de Chile, venderán desde luego, y en el más breve plazo posible, las naves de guerra que tienen actualmente en cons­trucción -la primera en los Astilleros de Ansaldo (Italia) y la segunda en los de Vickers y Armstrong (Inglaterra)- dentro de las condiciones es­tablecidas por el inciso primero del artículo pri­mero y por el artículo tercero del Pacto de vein­tiocho de mayo de mil novecientos dos. No pudiéndose realizar la venta inmediatamen­te por cualquier causa las Altas Partes Contra­tantes podrán continuar atendiendo la construc­ción de las referidas naves hasta que queden ter­minadas, pero en ningún caso con el aviso pre­vio de dieciocho meses requerido para el aumen­to de armamentos navales, previsto por el artícu­lo segundo del citado Pacto,
Artículo II: Ambas Altas Partes Contratantes de común acuerdo resuelven poner desde luego los buques actualmente en construcción a la disposición y orden de S. M. Británica, Arbitro nombrado por el tratado de veintiocho de mayo de mil novecientos dos, manifestándole que han convenido que no podrán ellos salir de los astilleros donde actual­mente se encuentran, sino solamente en el caso que Ambas Altas Partes se lo solicitaren de co­mún acuerdo por haberse realizado su venta o por convenio posterior.
Artículo III:Las Altas Partes Contratantes comunicarán in­mediatamente a los astilleros constructores que los buques han sido puestos por acuerdo de am­bos gobiernos a la disposición del Árbitro desig­nado en el Tratado de veintiocho de mayo de mil novecientos dos, sin cuya orden expresa no po­drán ser entregados a nación ni persona alguna.
Artículo IV:Para establecer la discreta equivalencia en las es­cuadras existentes la República Argentina proce­der al desarme de sus acorazados "Garibaldi" y "Pueyrredón ", y la República de Chile al desarme del acorazado "Capitán Pratt".
Artículo V:Para que los buques se consideren en desarme con arreglo al artículo anterior, deberán estar amarrados en una dársena o puerto, teniendo a bordo solamente el personal necesario para aten­der a la conservación del material que no se pue­de remover y habiéndose desembarcado de ellos:
Todo el carbón.
Todas las pólvoras y municiones.
La artillería de pequeño calibre.
Los tubos lanzatorpedos y los torpedos.
Los proyectores eléctricos
Las embarcaciones me­nores.
Todos los artículos de consumo de todos los car­gos.
Para la mejor conservación podrá ponérsele techo a la cubierta.
Artículo VI: Los barcos expresados en el artículo IV que am­bos Gobiernos convienen en poner en desarme, deberán permanecer en esa condición y no po­drán ser armados nuevamente, sin el previo avi­so que deben darse por el Gobierno con diecio­cho meses de anticipación, salvo acuerdo poste­rior o si ellos fueren enajenados.
Artículo VI:De forma

 
 
Firmado: Luis María Drago/Carlos Concha

 
 
Conclusiones
Por supuesto que, como todo fallo arbitral, nadie quedó totalmente conforme. Zeballos, por ejemplo,  expresará que los pactos son el resultado de “la improvisación diplomática impuesta al General Roca por los banqueros de Londres, apoyados por la credulidad romántica del General Mitre”. Algunos belicistas chilenos que soñaban anexar la Patagonia también quedaron desairados.
Cierto es que Chile, más que los Km2 obtenidos por el fallo del arbitraje, salía conforme por la no injerencia de la Argentina en los problemas de terceras naciones y Argentina esperaba el fin del expansionismo chileno sobre el Atlántico y la Patagonia oriental. “Paz y Administración” tal el lema de campaña del Gral. Roca se cumplía y también tenía éxito al conseguir que las órdenes de compra de material bélico en vigencia en Alemania fueran cambiadas por material ferroviario.
La crisis sufrida por Argentina y Chile en la última década del Siglo XIX que recién se supera con los “Pactos de Mayo” de 1902, ha sido decisiva en la historia no sólo de ambas naciones sino de toda la región.
Sin embargo gran parte de los libros de historia de la Argentina superan este período dedicándole unos poco renglones. De acuerdo a la especialidad de nuestra publicación, nos hemos enfocado en esta oportunidad en la espectacularidad del equipamiento naval y su aplicación para buscar una solución diplomática a un conflicto por vía de la disuasión pero sin dudas con las distintas aristas se podrían completar varios libros de interesante contenido.
Creemos que los “Pactos de Mayo” aún deber ser estudiados con más profundidad, convertirse prácticamente en materia permanente de análisis en las escuelas militares, de política, de diplomacia, etc., y merecer un espacio más destacado en la bibliografía de la Historia Argentina.
Al año de haberse celebrado  un año de los pactos, ambos países decidieron erigir un Cristo Redentor que se emplazó en el paso fronterizo del Monte Santa Elena en 1904 y en cuyo pedestal una placa de bronce reza:

 
 
“Se desplomarán primero estas montañas antes de que argentinos y chilenos rompan la paz jurada a los pies del Cristo Redentor”

 
 
Notas:

 
       (1)   Este es motivo por el cual el Ministro Brin como Umberto I (Primo) tienen calles con sus nombres.

(2)   Políticos e historiadores trasandinos consideran a 1895 como el año de mayor superioridad naval chilena como para haber esperado con éxito un enfrentamiento.

(3)   Un descendiente del prestigioso General Fotheringham contó al autor que el veterano y experimentado General tuvo una opinión determinante para la elección de Bahía Blanca como Puerto Militar. Fotheringham habría expresado a las autoridades del Ministerio de Guerra y Marina que: “…si los chilenos ponen un pie en la Patagonia se van a morir de hambre pero la provincia de Buenos Aires tiene recursos (agua, ganado y pasturas) para sostener operaciones. Por lo tanto Bahía Blanca es el lugar a negarle a  cualquier fuerza proveniente desde el sur”.

 
Bibliografía:

  • Historia Argentina, José María Rosa
  • Historia de la Argentina, Ernesto Palacio
  • Apuntes sobre los buques de la Armada Argentina, Pablo Arguindeguy
  • Historia del torpedo y sus buques en la Armada Argentina, Humberto Burzio
  • Historia Naval Argentina, T. Caillet-Bois
  • Las Fuerzas Navales Argentinas, Pablo Arguideguy – Horacio Rodríguez
  • Roca y Chile, Rosendo Fraga
  • La amistad Roca – Riccheri a través de su correspondencia, Rosendo Fraga
  • Acorazados y Cruceros de la Armada Argentina 1881-1982, Ricardo Burzaco
  • Armada Argentina – Transporte Navales, Ricardo Burzaco – Luis  Piñeiro
  • Fighting Ships of World War I, Janes

1 comentario:

Anónimo dijo...
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