Por Jorge Castro 2 de Set 12.
Naciones Unidas convocó a una conferencia internacional de telecomunicaciones que tendrá lugar en Dubai (del 15 al 18 de diciembre), en la que 193 países intentarán establecer un sistema de regulación global de Internet , el primero de la historia. Los usuarios de Internet son ya 2.500 millones y crecen diariamente en 500.000. Por eso, más de la mitad de la población del mundo (4.000 millones) tendrá en 2015 un protagonismo activo en la red de redes .
El inconveniente que ofrece el intento de regular el sistema es de orden técnico. El ritmo vertiginoso de la innovación tecnológica ha eliminado de su desarrollo la distancia, el tiempo e incluso la ubicación y ha dejado en pie sólo una categoría: la instantaneidad, de difícil regulación.
Al mismo tiempo, la demanda on line se duplica anualmente, lo que implica que crece varias veces por encima del aumento del número de usuarios. Por eso es probable que los 193 estados que se reunirán en Dubai coloquen el acento no en reglas específicas de tipo prescriptivo, sino en incentivar la competencia e innovación.
Deben seguir la corriente y no oponerse a ella. Es un ejercicio de sabiduría que establece que ante la falta de alternativas conviene transformar la necesidad en virtud e incluso convertirla en principio.
El cambio tecnológico avanza en Internet a través de una dinámica espasmódica que se ejercita mediante saltos cualitativos. Los períodos intermedios se abrevian cada vez más, mientras la potencia de conexión se duplica cada 18 meses o menos, intensificando su instantaneidad.
Estos saltos adquieren un carácter sistémico cada 3/5 años, que modifica la lógica endógena de la red de redes.
El último tuvo lugar hace 5 años, cuando Internet quedó atrás, después de una vigencia de 3 décadas , y en su lugar surgió una plataforma global de computación (cloud computing).
Las vías de acceso a ella (telefonía móvil, TV, PC’s, etc.) han perdido relevancia, al adquirir una naturaleza indistinta y multiplicarse exponencialmente.
El eje se coloca ahora en la hiperconectividad . La clave es participar de ella, con contenidos específicos, de tipo interactivo. Esta plataforma global, convenientemente denominada la “nube” (cloud), ha dado su primer salto cualitativo; y el costo de acceder a su inimaginable poder de computación disminuye cada vez más y se transforma en cero en el horizonte.
Por eso proliferan las nuevas empresas de alta tecnología (startups) de inmediata relevancia global. No necesitan para triunfar grandes montos de capital y pueden continuar refugiadas en los garajes donde fueron míticamente fundadas. Es otra forma de denominar un aumento excepcional de la productividad, que se expande al sistema. Todos los gigantes de la computación –Amazon, Google, Microsoft, etc.– se han volcado a proveer este servicio de acceso a la potencia inigualable de la “nube”.
Amazon opera 10 centros gigantescos de computación sólo en el Este de EE.UU., exclusivamente dedicados a la cloud computing; y se expande a Irlanda, Japón, Singapur, Brasil. Microsoft y Google intentan algo semejante en Asia y Europa. La imposibilidad de controlar Internet revela la potencia horizontalizadora de la técnica, que arrasa –penetra– todas las concentraciones de poder y se apodera de su núcleo central: la reserva, el secreto, el monopolio de la información.
Esto convierte a Julian Assange/Wikileaks en una figura de época, que encarna el carácter irrestricto, sin límites, brutalmente libertario, de la técnica .
La pregunta decisiva en términos políticos es la siguiente: ¿quién conduce la globalización? Nadie. Ninguna intencionalidad, ningún yo individual está detrás de la dirección y sentido de este Prometeo desencadenado . La impulsa un determinismo tecnológico dominado por la necesidad, cargado de sentido, pero sin fines ni objetivos predeterminados
El inconveniente que ofrece el intento de regular el sistema es de orden técnico. El ritmo vertiginoso de la innovación tecnológica ha eliminado de su desarrollo la distancia, el tiempo e incluso la ubicación y ha dejado en pie sólo una categoría: la instantaneidad, de difícil regulación.
Al mismo tiempo, la demanda on line se duplica anualmente, lo que implica que crece varias veces por encima del aumento del número de usuarios. Por eso es probable que los 193 estados que se reunirán en Dubai coloquen el acento no en reglas específicas de tipo prescriptivo, sino en incentivar la competencia e innovación.
Deben seguir la corriente y no oponerse a ella. Es un ejercicio de sabiduría que establece que ante la falta de alternativas conviene transformar la necesidad en virtud e incluso convertirla en principio.
El cambio tecnológico avanza en Internet a través de una dinámica espasmódica que se ejercita mediante saltos cualitativos. Los períodos intermedios se abrevian cada vez más, mientras la potencia de conexión se duplica cada 18 meses o menos, intensificando su instantaneidad.
Estos saltos adquieren un carácter sistémico cada 3/5 años, que modifica la lógica endógena de la red de redes.
El último tuvo lugar hace 5 años, cuando Internet quedó atrás, después de una vigencia de 3 décadas , y en su lugar surgió una plataforma global de computación (cloud computing).
Las vías de acceso a ella (telefonía móvil, TV, PC’s, etc.) han perdido relevancia, al adquirir una naturaleza indistinta y multiplicarse exponencialmente.
El eje se coloca ahora en la hiperconectividad . La clave es participar de ella, con contenidos específicos, de tipo interactivo. Esta plataforma global, convenientemente denominada la “nube” (cloud), ha dado su primer salto cualitativo; y el costo de acceder a su inimaginable poder de computación disminuye cada vez más y se transforma en cero en el horizonte.
Por eso proliferan las nuevas empresas de alta tecnología (startups) de inmediata relevancia global. No necesitan para triunfar grandes montos de capital y pueden continuar refugiadas en los garajes donde fueron míticamente fundadas. Es otra forma de denominar un aumento excepcional de la productividad, que se expande al sistema. Todos los gigantes de la computación –Amazon, Google, Microsoft, etc.– se han volcado a proveer este servicio de acceso a la potencia inigualable de la “nube”.
Amazon opera 10 centros gigantescos de computación sólo en el Este de EE.UU., exclusivamente dedicados a la cloud computing; y se expande a Irlanda, Japón, Singapur, Brasil. Microsoft y Google intentan algo semejante en Asia y Europa. La imposibilidad de controlar Internet revela la potencia horizontalizadora de la técnica, que arrasa –penetra– todas las concentraciones de poder y se apodera de su núcleo central: la reserva, el secreto, el monopolio de la información.
Esto convierte a Julian Assange/Wikileaks en una figura de época, que encarna el carácter irrestricto, sin límites, brutalmente libertario, de la técnica .
La pregunta decisiva en términos políticos es la siguiente: ¿quién conduce la globalización? Nadie. Ninguna intencionalidad, ningún yo individual está detrás de la dirección y sentido de este Prometeo desencadenado . La impulsa un determinismo tecnológico dominado por la necesidad, cargado de sentido, pero sin fines ni objetivos predeterminados
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